Una creación con Nagano, homenaje y maratón
Masaaki Suzuki deslumbra sin batuta dirigiendo a Beethoven, Schumann y Dvořák en el Auditorio Nacional
Madrid Creada:
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El concierto de la pasada semana de la OCNE ofrecía “La creación” de Haydn y la entidad tuvo a bien recordar a José María García de Paredes (1924-1990), el arquitecto que creó el Auditorio Nacional, el de Granada, el de Murcia y el Palau de la Música en Valencia. Creación para homenajear a un creador y Rubén Amón glosó el hecho en las notas al programa de mano. Sin embargo, el Auditorio Nacional no es una obra tan perfecta como la de Haydn. La falta de una adecuada sala de ensayos para la orquesta es uno de sus fallos más notables, aunque no tuviera la culpa García de Paredes, sino que fue una imposición del entonces director titular de la OCNE para tratar de evitar la competencia de las agrupaciones que venían a otros ciclos. Era una forma de crearlas dificultades. Otra cosa es que el Auditorio tenga carencias en su funcionamiento en su día a día, como esos bares y esas mesas en sus salas que no acaban de volver a funcionar desde el inicio de la pandemia. ¿Tan difícil es?
Curiosa semana ésta. Un experto director en música barroca como es Masaaki Suzuki (Kobe,1954) nos deslumbró sin batuta dirigiendo a Beethoven, Schumann y Dvořák. Kent Nagano (Berkeley,1951) ha sobresalido con músicas más actuales que las de Haydn. Aún recordamos su lectura de “San Francisco de Asís” de Messiaen en 1986, en la Casa de Campo madrileña o “The Bassarides” de Henze con la propia OCNE en 2018. Le acaba de ser otorgado el Premio Brahms 2024 por la Sociedad Brahms de Schleswig-Holstein, como antes la Orden del Mérito del gobierno alemán y fue director musical de la Bayerische Staatsoper muniquesa (2006-2013). Sin embargo, a mis compañeros en la ejecutiva del Teatro Real les pareció un completo desconocido cuando le propuse, contando con su firme aceptación del cargo, la dirección musical del teatro a la muerte de García Navarro. Cosas de la vida.
Nagano planteó y logró obtener prácticamente toda la frescura de la partitura, con serenidad, que no lentitud, y con una mirada un punto historicista. Hubo alegría en momentos cumbre, que abundan, y minuciosidad en la descripción de cada una de las creaciones del Señor desde el estado de caos inicial, con particular intensidad en el nacimiento de la luz. La soprano Marie-Sophie Pollack, mostró una voz tan bella como fresca y amplio dominio de las agilidades que impone Haydn, especialmente en el n.16; el veterano tenor Christoph Prégardien demostró su clase, pero también el paso del tiempo en una voz que hemos conocido bien como liederista y en muchos oratorios como el presente.
Por su parte, el barítono Simon Bailey, de timbre noble, fue un justo si no deslumbrante compañero en el trío protagonista. Los tres muy conjuntados en dúos y tríos. Coro y orquesta al buen nivel al que nos tienen acostumbrados con notables prestaciones solistas. Éxito grande, como no podía ser de otra forma. Y un apunte final, ¿Cuándo un alcalde de Madrid se dará cuenta que cada domingo sufrimos sus vecinos y nos vemos privados de nuestra libertad a circular? porque la capital se llena de eventos que estarían mucho mejor en la Casa de Campo, el Retiro o el Parque de Juan Carlos I, en donde corredores y ciclistas no verían sus carreras contaminadas por la ciudad Llegar este domingo al Auditorio fue una proeza debido a un tripe maratón.