Crítica de "Cuando cae el otoño": las setas del mal ★★★★
Director: François Ozon. Guion: François Ozon, Philippe Piazzo. Intérpretes: Josiane Balasko, Hélène Vincent, Ludivine Sagnier, Pierre Lottin, Garlan Erlos, Sophie Guillemin. Francia, 2024. Duración: 102 minutos. Drama.
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Hay mucho de chabroliano en esta película desconcertante. Lo primero, el retrato oblicuo de esa Francia de provincias, modestamente criminal, gris y homófoba, menos inofensiva de lo que aparenta. Lo segundo, que demuestra que nadie es inocente aunque se demuestre lo contrario. Lo tercero, que las buenas intenciones suelen cobrarse víctimas por el camino, y a veces los actos delictivos se cometen para hacer el bien.
Estamos, pues, en un universo de moral difusa, invertida, en el que François Ozon se siente como en casa, aunque en “Cuando cae el otoño” todo lo perverso acabe camuflado por la edad provecta de la protagonista, por su apariencia desvalida y afable, por las pistas falsas que el propio relato disemina como semillas en un bosque tupido, se supone que para que no nos perdamos, cuando lo que se pretende es sembrar cuantas más dudas, mejor.
Vale la pena celebrar la habilidad de Ozon para plantear prácticamente todos los conflictos que va a desarrollar la película en pocos minutos, a partir de la descripción de la vida cotidiana de su heroína, Michelle (espléndida Hélène Vincent), una mujer jubilada que espera la visita de su hija (que la detesta) y de su nieto (al que adora). Ocurren muchas cosas: sabremos que Michelle está muy unida a Marie-Claude (Josiane Balasko), que tiene un hijo a punto de salir de la cárcel; que a veces se detiene en medio de una acción, como si hubiera olvidado hacer algo importante; que una breve conversación telefónica con su hija, que se está divorciando, es tensa e incómoda; y que unas setas que acaba de recoger en el bosque, y que ha cocinado para la comida familiar, acabarán enviando a su hija al hospital, abriendo una insalvable grieta en su relación.
La película está organizada alrededor de las consecuencias de ese envenenamiento, como si a partir de entonces fuera el propio relato el que estuviera intoxicado, que se cuarteara en elipsis que desplegaran una temblorosa pátina de ambigüedad sobre lo que hace, piensa y siente Michelle y su principal cómplice, Vincent (magnífico Pierre Lottin), el hijo de su mejor amiga, que también tiene muchas cosas que esconder.
Ozon, tan amante de lo disruptivo, construye, en “Cuando cae el otoño”, una de las familias más disfuncionales de su filmografía, y lo hace sin necesidad de recurrir a trucos surrealistas ni a parodias alienantes, aferrado a ese naturalismo de thriller rural que el cine francés ha cultivado sin falsas ironías. Aquí todo se calla y todo se sabe, y cualquier mirada moral está fuera de lugar. Con la excepción de unas innecesarias apariciones sobrenaturales, Ozon mantiene la tensión narrativa sin que le tiemble el pulso, apoyándose en el retrato poliédrico de su protagonista femenina, un personaje que crece a lo largo y ancho del relato a medida que acepta que a veces cuanto más cruel sea la vida, más feliz puede hacernos. Inquietante enseñanza para una película que no es precisamente complaciente con la bonhomía de la tercera edad.
Lo mejor:
La facilidad con que Ozon impregna el retrato de una abuela apacible de una compleja ambigüedad.
Lo peor:
Las apariciones sobrenaturales de uno de los personajes son del todo prescindibles.