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Estreno

Crítica de "La gran juventud": se abre el telón ★★★

Dirección: Valeria Bruni-Tedeschi. Guion: Valeria Bruni-Tedeschi, Noémie Lvovsky y Caroline Deruas-Garrel. Intérpretes: Nadia Tereszkiewicz, Sofiane Bennacer, Louis Garrel, Micha Lescot. Francia, 2022. Drama.

Crítica de "La gran juventud": se abre el telón ★★★
Crítica de "La gran juventud": se abre el telón ★★★Imdb

Que la protagonista de “La gran juventud” se llame Stella, como la Stella DuBois de “Un tranvía llamado deseo”, nos informa de que el teatro forma parte de su identidad. Stella necesita alguien que grite su nombre. Valeria Bruni-Tedeschi, que ha concebido “La gran juventud” como una especie de autoficción, inspirándose en sus experiencias en la escuela del Theatre des Amandiers de Patrice Chéreau, entiende la interpretación como un desbordamiento del cuerpo, del gesto, de la voz, y de este modo, la película, concebida como un retrato coral, participa de ese culto al exceso exigiendo la atención que un actor, desde el escenario o el centro del plano, reclama para sí mismo cuando no está seguro de lo que está haciendo.

Quienes conozcan a Bruni-Tedeschi como actriz, reconocerán aquí esa volatilidad del ánimo, que viaja, desde la ciclotimia más radical, de la alegría al llanto en pocos segundos. En este sentido, “La gran juventud”, que es como “Un paso adelante” para fanáticos de Koltès, puede resultar una estimulante introducción al mundo de la interpretación, entendida no como un oficio sino como una forma de vida, que extiende lo performático al ámbito de lo cotidiano y sus afectos. Es, también, la mirada antinostálgica a otra época, la década de los ochenta, atravesada por el sida, por el consumo de drogas y por el sexo libre, antes de que habláramos del #metoo. Ese retrato colectivo, que a veces puede resultar agotador en su desmesura afectiva, queda un tanto desenfocado cuando se centra en la relación tóxica de Stella, alter ego de la cineasta, con uno de sus autodestructivos compañeros de clase. Es entonces cuando Bruni-Tedeschi nos obliga a llorar con los privilegiados.

Lo mejor:

La vitalidad de sus actores y su espíritu libre de toda nostalgia.

Lo peor:

Funciona mejor como retrato colectivo de la vida entendida como acto performático que cuando se centra en un solo personaje.