Las crónicas de John F. Kennedy en el búnker de Hitler
Un cuaderno recoge las impresiones recogidas por el futuro presidente durante la Segunda Guerra Mundial
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En pocos días se conmemorarán los sesenta años del asesinato de John F. Kennedy. Eso ha hecho que vuelvan a ver la luz numerosos documentos vinculados con Kennedy, muchos de ellos procedentes de colecciones privadas. Es el caso de un cuaderno de tapas negras y que recoge las impresiones del futuro presidente estadounidense recién acabada la Segunda Guerra Mundial en 1945. Este diario ha podido consultar algunos pasajes de este conjunto de manuscritos y mecanoscritos que nos ofrecen una imagen de JFK como reportero y cronista de su tiempo. En sus 61 páginas encontramos algunos momentos históricos de ese periodo, como la muerte de Hitler o la creación de las Naciones Unidas, además de comentarios sobre personalidades muy destacadas en 1945, como son los casos de Franklin D. Rooselvelt, Harry Truman o Winston Churchill.
En el verano de 1945, el joven Kennedy era corresponsal en Europa para la cadena de periódicos de Hearst. Es en ese momento cuando empezó a trabajar en ese cuaderno que contó con la complicidad de Deirdre Anderson, asistente de investigación del futuro político. Su contenido fue vendido en 2017 por más de 718.000 dólares y esta semana volvía a ponerse en manos del mejor postor, aunque no parece que vaya alcanzar o superar la misma cifra de hace seis años.
Con 28 años, Kennedy, gracias a su trabajo como reportero, en mayo pudo asistir en San Francisco a la sesión inaugural de las Naciones Unidas. Poco después, en verano, cruzaba el océano y pudo comprobar en primera persona los daños que había causado aquella larga y sangrienta contienda en el viejo continente. De esta forma pudo seguir los pasos del primer ministro Churchill británico durante su campaña de reelección, material que le sirvió para su primer libro publicado "Por qué dormía Inglaterra". También viajó a Irlanda y Francia, además de ser testigo de la conferencia de Potsdam junto con el Secretario de Marina, James Forrestal. Una mención aparte la merece su interés por poder comprobar las ruinas del imperio nacionalsocialista, como comprobó al ver los restos carbonizados del búnker de Hitler en Berlín o el llamado "Nido del Águila" del Führer.
Sobre este último momento, veamos qué es lo que escribía Kennedy: "La devastación es completa... el hedor, enfermizo y dulce de los cadáveres, es abrumador". Cuando puede llegar a la última morada de Hitler, en Berlín, el reportero anota incluso las dudas sobre el fin del dictador: "La Cancillería del Reich de Hitler era un caparazón. Las paredes estaban desconchadas y marcadas por las balas... La habitación donde se suponía que Hitler se había encontrado con la muerte mostraba paredes chamuscadas y rastros de fuego. Sin embargo, no hay evidencia completa de que el cuerpo encontrado fuera el cuerpo de Hitler. Los rusos dudan de que esté muerto".
Gracias al secretario de Marina James Forrestal pudo ser testigo de excepción de la reunión entre Truman, Stalin y Churchill en Postdam de la que escribe que por el camino se encontraban numerosos soldados rusos. Precisamente el papel decisivo de los soviéticos emerge en las páginas del diario, como cuando dice que "una opinión aquí es que los rusos nunca se retirarán de su zona de ocupación, sino que planean hacer de su parte de Alemania una República Socialista Soviética... Si se produce una división entre los Cuatro Grandes... será grave. Alemania no podrá construir... Si no nos retiramos y les permitimos administrar sus propios asuntos, nos enfrentaremos a una situación extremadamente difícil. Problema administrativo. Sin embargo, si nos retiramos, podemos dejar un vacío político que los rusos estarán encantados de llenar".
También hay unas tituladas "Notas sobre Francia" con las que plasma el sentimiento hacia una figura tan mítica como el general Charles de Gaulle. "La gente está decepcionada con De Gaulle. No ha complacido a ningún grupo (lo que puede ser un signo de gobierno justo) y se ha vuelto extremadamente impopular entre la mayoría. Cualquier movimiento contra De Gaulle tomará la forma de un giro hacia la izquierda; la victoria de los socialistas en Gran Bretaña puede acentuar este giro".