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Geografía mítica

La cueva de los cinco tesoros en Málaga

Durante años, las espeluncas han estado vinculadas al viaje interior del héroe, pero en el Rincón de la Victoria hay una que asegura que esconde un valioso secreto que muchos han buscado

Cuevas del Tesoro (Rincón de la Victoria, España)
Cuevas del Tesoro (Rincón de la Victoria, España)Dreamstime

Hay una larga lista de razones en el mito y el cuento maravilloso para bajar a la cueva. Hay quien dice que salimos de ella pero a ella hemos de volver. Así por lo menos parece claro en el ciclo del héroe mítico que ha de pasar una temporada en el infierno. El viaje al vientre de la ballena, al útero de la tierra o a las profundidades del abismo es una parte integral de un ciclo tan antiguo en la narrativa patrimonial como el propio «homo sapiens» en sus comunidades mitopoéticas. Entre las razones para descender al lugar de poder subterráneo, que tantas veces se asimila al inframundo que nos espera después de la muerte, está la búsqueda de un tesoro . Ya sea en forma de riquezas metalíferas sin cuento, ya en la forma de un objeto mágico que confiere un poder extraordinario o ya para el rescate de un alma perdida o raptada por un ser malévolo, el caso es que entre las razones para descender la búsqueda del tesoro ocupa un lugar de excepción. Pero a veces ese tesoro no es material, sino inmaterial, y representa el conocimiento máximo.

Desde el viaje de Gilgamesh en pos de la planta de la inmortalidad al de tantos héroes de los cuentos que van en busca del agua de la vida, secretos que solo se conocen el más allá subterráneo, hay numerosos ejemplos de ello. Por supuesto que para obtener el tesoro escondido, el héroe ha de superar una serie de pruebas: el tránsito de peligrosos abismos, el vadear ríos de fuego o las criaturas monstruosas a las que habrá de vencer. Entre las pruebas merece un lugar especial la resolución de enigmas formulados por criaturas extraordinarias que vigilan el umbral entre los dos mundos, simbolizado por la última puerta de acceso al sanctum sanctorum subterráneo de esa cueva primordial.

Entre las muchas cuevas de la geografía mítica de España hay que destacar hoy otra más de enorme importancia, tanto geológica como histórico-legendaria, como es la llamada Cueva del Tesoro, en el Rincón de la Victoria (Málaga), bien de interés cultural desde 1985. Sobre ella, aparte de su indudable valor como monumento natural, hay numerosas historias y leyendas en las fuentes literarias y en la tradición popular que han hecho de esta caverna uno de los lugares de poder subterráneos más conocidos de nuestra mito-geografía. Esta cueva malagueña, también llamada del Higuerón, es una de las tres únicas cuevas de origen submarino que son conocidas en el mundo y la única que se encuentra en Europa, en un promontorio a orillas del Mediterráneo cuya formación se remonta a la edad jurásica. No se sabe efectivamente cuando fue hallada esta caverna, pero ya hay testimonios de que era conocida en época romana.

Así que, en realidad, esta cueva del tesoro en Málaga es una cueva de los cinco tesoros: de la historia de las cavernas, antigua, medieval, moderna y contemporánea; o, si se prefiere, de los tesoros geológicos, antropológicos, arqueológicos, históricos y legendarios.

Diversas ocupaciones

Un fantasioso historiador local del siglo XVIII, el canónigo de la catedral malagueña, se ocupó de recoger estas leyendas bajo el pseudónimo de Cecilio García de la Leña. La más conocida hace referencia al tesoro de los «Cinco Reyes» de la dinastía Almorávide, cuyo último representante acabó sus días a manos de los Almohades. Cuenta que un grupo de 17 héroes se metieron en la cueva para buscar el tesoro, y pese a su reconocida valentía, huyeron despavoridos al ver un animal terrible, una especie de dragón, que lo guardaba y de cuyas huellas quedaron testimonios. Desde luego que en la cueva hubo presencia de la época Almorávide , como ha atestiguado la arqueología. Pero sabemos que muestra ocupación humana desde antiguo: hay restos humanos y animales prehistóricos, sílex trabajado o piezas de cerámica que remontan al neolítico.

El famoso abad Breuil, experto francés en las pinturas rupestres, visitó la cueva a comienzos del siglo XX y acreditó restos de pinturas de signos. Se puede recorrer la historia legendaria de la cueva a través de las edades de la historia de España desde la antigüedad al medievo y la modernidad. Hay teorías sobre las diversas ocupaciones: una de ellas, bastante sugerente, la identifica como el lugar de uno de las grandes santuarios del sur de la península, junto a Gibraltar y al cabo de Gata, que se quiere rastrear hasta pueblos autóctonos como los tartesios. Hay quien la ha asimilado al santuario de una diosa lunar y cavernaria al que hacen alusión fuentes de la historia antigua.

En época romana, al parecer, se refugió allí en el año 86 a. C. Marco Craso para escapar de la persecución de Mario y Cinna en el marco de los conflictos civiles de la última República. Pero el lugar quedó marcado por la leyenda del tesoro almorávide y hasta el siglo XIX hubo exploradores que lo buscaron: es curiosa la historia de Antonio de la Nari, un aventurero suizo, que también su nombre a la «Cueva del Suizo». De la Nari la exploró durante varias décadas –con métodos bastante radicales, sobre todo explosivos–, en busca de ese tesoro fantástico. Como un héroe malogrado de cuento de hadas, parece que murió en una de esas explosiones. Así que, en realidad, esta cueva del tesoro en Málaga es una cueva de los cinco tesoros: de la historia de las cavernas, antigua, medieval, moderna y contemporánea; o, si se prefiere, de los tesoros geológicos, antropológicos, arqueológicos, históricos y legendarios.