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Dalia Negra: el "true crime" más mediático de Hollywood

El 15 de enero de 1947 apareció en Los Ángeles el cadáver mutilado de Elizabeth Short, una joven de veintidós años. El crimen nunca se resolvió y acabó convirtiéndose en un juego intelectual para escritores, periodistas y cineastas, quienes inventaron todo tipo de teorías en torno a la víctima y su asesino

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«Las obsesiones son lo único que me importa. Lo que más me interesa es la perversión, que es el mal que me guía», dijo Patricia Highsmith en su diario de 1942. Entonces vivía en Nueva York, como guionista de cómics de superhéroes, junto a un manicomio, una cárcel, el ferroviario hacia Canadá y el canal de Hell Gate. Es decir, como dice su biógrafa Joan Schenkar en «Patricia Highsmith. El talento de Miss Highsmith» (Circe, 2010), en medio de unos puntos cardinales formados por «el Crimen, el Castigo, las Vías del Tren y el Infierno». De repente, la realidad que había enfrente era el escenario para los crímenes que mostraban los periódicos y aquellos ficticios que podían saltar a la realidad, pues no son pocos los que han encontrado en la literatura métodos para delinquir. Y es que la escritora texana dijo que veía un potencial asesino en cualquier tipo con el que nos tropezamos en la calle.

James Ellroy, uno de los más afamados autores actuales de novela negra, que se dedica también al análisis de crímenes reales, llevó a la literatura el asesinato de su propia madre en una zona deprimida de Los Ángeles, y publicó «La Dalia Negra» en 1986, la primera novela del ciclo novelístico que el autor llamó «Cuarteto de Los Ángeles». 

Anne Perry se convirtió en autora del mismo género con conocimiento de causa, pues ella misma fue sentenciada cuando era menor de edad, en Nueva Zelanda, por asesinar junto a otra chica a la madre de esta. Casos truculentos en los que la fantasía literaria se mezcla dramáticamente con lo novelístico y que en el caso de Ellroy dio como resultado una obra elogiada y recordada, que figura entre los clásicos modernos del género negro y policial, que nos llevaba al 15 de enero de 1947.

En ese día, en un solar desocupado de la ciudad californiana, se hallaba el cadáver de una mujer de veinticinco años, desnudo y seccionado en dos partes. Tras su exploración, el médico forense determina que ha sido torturada durante días mientras ella seguía consciente y el caso se hace tan llamativo en la prensa que un periodista bautiza a la víctima como «la Dalia Negra». La flor dalia, asociada al vínculo amoroso, y que puede verse sobre todo en tierras mexicanas, tiene una variante oscura, menos habitual, que pese a usarse para el luto, también puede tener un simbolismo de pasión y entrega. En todo caso, semejante denominación periodística cobró fortuna hasta el punto de que Ellroy la eligiera para su novela.

«No la conocí en vida. Existe para mí a través de los otros, mediante la evidencia de lo que su muerte les obligó a hacer. Trabajando en retrospectiva, buscando solo hechos, la reconstruí bajo la forma de una muchachita triste y una puta, en el mejor de los casos como alguien que-pudo-ser... una etiqueta que también podría aplicárseme a mí», empieza «La Dalia Negra», que presenta al lector dos policías, Bucky Bleichert y Lee Blanchard, de pasado pugilístico y a los que se les pone al frente del crimen. Esto les llevará a introducirse en los bajos fondos de Los Ángeles con el objetivo de saber quién era la Dalia, dentro de una investigación policial que, como en el resto de las narraciones del autor de «L.A. Confidential», está llena de pistas falsas, corruptelas entre policías e hipócritas intereses políticos.

«Ojalá hubiese podido concederle un final anónimo, relegarla a unas pocas palabras lacónicas en el informe de un policía de Homicidios, la copia en papel carbón que se manda a la oficina del forense, junto con el papeleo necesario para llevarla al cementerio. Lo único que había de malo en mi idea es que ella no hubiera querido que las cosas ocurrieran de ese modo», prosigue la novela que, a la vez, la vuelve a proseguir Beatriz García Guirado, por así decirlo. Lo ha hecho por medio de un texto de género híbrido, «La chica muerta favorita de todos. El caso de la Dalia Negra y el detective de la multitud», que ha despertado la admiración de un cineasta como Álex de la Iglesia, que califica el libro de «inclasificable y fascinante, repleto de erudición extraña y auténtico pulso narrativo», o de un escritor como Javier Calvo, que lo describe de esta forma tan peculiar: «Una mezcla intoxicadora de partida de Cluedo, autobiografía, novela epistolar, archivo conspiracionista y sesión de ouija masificada».

El caso es «una mezcla intoxicadora de Cluedo, novela, biografía, ouija y conspiración»

La joven asesinada se llamaba Elizabeth Short, y era una aspirante a actriz; Ellroy desarrollaba una suerte de falsa resolución del caso, pero oficialmente nunca se pudo averiguar quién estuvo detrás de semejante atrocidad. Por su parte, García Guirado empieza con un tono fuerte, describiendo de forma harto realista y escalofriante la forma en que se encontró a la víctima, tras lo cual añade: «Fue su cara, sin embargo, la que acabaría convirtiéndose en el símbolo de todo lo que iba mal en Hollywood, en la ciudad y en el mismo meollo de la sociedad americana. Una cara que era un puro hematoma con el tabique nasal hundido y una sonrisa cortada de oreja a oreja».

Noticia sensacionalista

Esta periodista, escritora y docente, nacida en Barcelona, en 1983, hasta la fecha había publicado las novelas «El silencio de las sirenas» (2016), «La Tierra hueca» (2019) y «Los pies fríos» (2022), más el ensayo «Ballard Reloaded» (2023), escrito junto a Andreu Navarra. En esta ocasión, mezcla agilidad novelística con precisión ensayística para colocar al lector en una situación siempre incómoda por misteriosa e incluso morbosa. Pero, sobre todo, destaca un tono de «thriller» antiguo, propio de la época de un Raymond Chandler o un Dashiell Hammett, como fragmentos como este: «La reportera era una guadaña en un pajar de testosterona. Había sido ama de casa, pero se hartó de pedirle dinero a su marido para comprarse un par de medias y encontró un trabajo temporal como telefonista en un pequeño periódico». Es, en efecto, el ambiente de las gentes de la prensa en busca de un buen titular, de la violencia latente en las calles, de un Hollywood que de fábrica de sueños se hace pesadilla para las jóvenes que buscan triunfar y acaban en la cuneta de la vida.

Su rostro desfigurado se convirtió en el símbolo de todo lo que iba mal en Hollywood

Ciertamente, el periódico «Examiner» salió con el cadáver de la mujer mutilada en la portada, ya en plena madrugada, y al cabo de un par de horas se había agotado la edición. Era su mayor «extra» desde el Día de la Victoria contra los japoneses, escribe García Guirado, en un terreno literario en que se asoman mafiosos, criminales o celebridades. 

Todo ello está aderezado por una serie de cartas donde la autora cobra voz, también de sesgo viajero (se reproducen fotografías donde se la ve en diferentes lugares de Estados Unidos siguiendo las huellas de Short), para acabar concluyendo que quién y por qué la asesinó sigue siendo un enigma. Tal cosa, sin duda, le supondría someterse a una especie de obsesión, como se puede deducir de las siguientes palabras: «Esta partida de Cluedo tiene que parar. Me siento como el detective de una ficción posmoderna en el momento en que descubre que es tanto la víctima como el asesino».