David Summers: «Es acojonante que el español reciba desprecios en España y, sin embargo, crezca en todo el mundo»
El músico acaba de aparecer en el festival Sonorama junto a Hombres G y declara: «No voy a ser nunca de izquierdas ni de derechas. Hago mi trabajo e intento hacer feliz a la gente»


Madrid Creada:
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Todo empezó como una broma entre amigos, una peineta al tostón de los adultos, un eructo de su corazón valiente y siempre propenso a decir «no». El sueño de la estrella de rock resultaba demasiado elevado como para alimentarlo, pero cuando se quiso dar cuenta era una desconcertante realidad de miles de discos vendidos, portadas de revista y gritos histéricos allí donde vertía unas canciones que siempre hablaban de deseos y tropiezos.
Lleva 40 años encarnando a un Hombre G, y el muy mamón nos ha pillado bien el punto a todos. Nunca en España un repertorio que parecía fruta de temporada ha resistido tanto ni ha rejuvenecido en cada concierto como sólo lo hacen las obras mimadas por los dioses. David jamás se lo ha tenido creído, quizá porque teme que si abre los ojos el cohete se convertirá en calabaza.
¿Cuánto le debe Hombres G a la nostalgia?
(Largo silencio). La nostalgia es algo que pertenece al público. A mí no me motiva la nostalgia, que es cuando recuperas algo del pasado. Como abrir un cajón y encontrarte un cuaderno del colegio, o una foto, y decir: «¡Hostias, qué bonito!». Nosotros vivimos a diario con estas canciones, desde hace 40 años.
Lo cierto es que parecía que esas canciones eran endebles, que se romperían, pero siguen intactas.
Llámalo nostalgia si quieres, pero esas canciones le recuerdan al público una época de su vida mucho más divertida que la de ahora. Y me jode decir que el pasado era mejor. El poder que tiene «Sufre, mamón» [«Devuélveme a mi chica»] es algo inconmensurable. La escucha un niño de 10 años por vez primera y dice: «¡¿Esto qué es?!». Hay canciones que tienen un poder que no puedes calibrar. Quién me iba a decir que esa canción, que para mí es una de las más sencillas e intrascendentes que he escrito, iba a enganchar a nuevas generaciones y traerme nuevo público… Mientras hablamos, esa canción está teniendo millones de escuchas. En Spotify lleva 640 millones de escuchas.

No está mal para una canción que nació del despecho…
Totalmente. La compuse para que la viera en Rock-Ola una novia que me dejó para irse con un niño pijo. Es como la de Shakira, ja, ja, ja, pero mucho antes.
¿Hay exceso de autobiografía en sus canciones?
Totalmente. Salvo excepciones como «Lawrence de Arabia» o «Matar a Castro», que son ficción, todas mis canciones, las divertidas, las cachondas, las de amor, pertenecen a mi vida personal.
En América son tan queridos como aquí. ¿Cuánto están en deuda los músicos españoles de éxito con Cristóbal Colón, tan denostado en los últimos años?
Ja, ja, ja. Joder. Me parece una maravilla la unión que tenemos con todos esos países del otro lado del Atlántico; toda Latinoamérica y Estados Unidos, donde cada vez se habla más el español. Es acojonante que el español reciba desprecios en algunos sitios de España y que, sin embargo, crezca cada vez más en todo el mundo. En Estados Unidos los latinos son ya la minoría más numerosa. Y Europa se está llenando también de latinos, no solamente de africanos, y eso hace que nosotros vayamos a tocar a Milán, a París, a Londres, a Alemania. El español está invadiendo el mundo culturalmente.
Se sigue asociando a Hombres G con la derecha. ¿Es una gilipollez o es una gilipollez?
Ja, ja, ja. Es una gilipollez total. Debe de ser por «Matar a Castro», un magnicidio en el que puse a Castro pero podía haber puesto a cualquier otro. A Pinochet, por ejemplo. Yo no tengo nada en contra de ninguna ideología. Tengo amigos de derechas y de izquierdas y creo tener facilidad para detectar a las buenas personas, a las que, como decía mi padre, intento «coleccionar». Y me da igual a quién voten. Los políticos, en general, me dan vergüenza ajena. Yo no voy a ser nunca de izquierdas ni de derechas, no me interesa. Soy de mis zapatos. Hago mi trabajo e intento hacer feliz a la gente.
Ha sido recientemente portada del «¡Hola!», que no es precisamente «Rolling Stone»…
Ja, ja, ja.
¿Quería gritarle su amor al mundo?
Quería que fuera una boda muy especial porque mi mujer lo merece todo. Me hace muy feliz y me ha cambiado la vida completamente, y quería que tuviera una boda de ensueño. Tengo mucha amistad con la directora del «¡Hola!», y cuando estábamos preparando la boda me llamó, sin saberlo, para proponerme un reportaje, y cuando le dije: «Te voy a dar algo mejor: me voy a casar en mi casa», gritó: «¡Qué me dices!». Llegamos a un acuerdo y han sido encantadores, muy cariñosos.
Esta sección se titula «¿Tienes fuego?». Señor Summers: ¿tiene fuego?
Tengo fuego e intento que no se apague nunca. El fuego interior hay que mantenerlo siempre.