Francia

Enrique Vila-Matas: «Barcelona es la reina del conservadurismo artístico»

No se arredra y lanza alguna puya. En su libro «Kassel no invita a la lógica» habla largo de arte contemporáneo y de vanguardia. Sin prejuicios.

Enrique Vila-Matas: «Barcelona es la reina del conservadurismo artístico»
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Con Enrique Vila-Matas nunca se sabe donde está el límite entre lo real y lo imaginado. Casi siempre planea algún elemento autobiográfico, pero nunca había resultado este punto tan evidente como en «Kassel no invita a la lógica», su última obra editada por Seix Barral. El libro parte de la experiencia vivida por el escritor barcelonés cuando fue invitado a participar en la Documenta de Kassel en 2012, una experiencia que le permitió conocer mejor el arte de vanguardia más emergente, algo que salta en las páginas de su estupendo nuevo libro.

–¿Se podía pensar que «Kassel no invita a la lógica» es su obra más autobiográfica?

– No me corresponde a mí decirlo, pero seguramente este es el libro más vilamatianos de todos. Me refiero que tengo esa impresión cuando escribo una página que me gusta mucho porque es algo muy auténtico y sentido. No me importa lo que digan los otros. Uno está convencido de que aquello le interesa a él mismo. Ese es el caso de este libro que es el más próximo a mí. La historia siempre permite que se transforme y que el narrador sea diferente. Lo que cuenta no es tanto la experiencia personal sino la mirada hacia el arte contemporáneo.

–¿Es la política la que está al margen del arte?

– El artista que yo valoro sigue la política y está atento a lo que ocurre, no vive en una burbuja. También tengo la impresión de que nosotros pagamos impuestos para tener unos funcionarios que sería ideal que fueran grises, discretos y, sobre todo, eficaces trabajando para nosotros.

–El hecho de vivir la Documenta en primera persona, ¿le hizocambiar su mirada sobre el arte contemporáneo?

–No ha variado porque fui allí prácticamente sin saber nada de lo que era la vanguardia del arte contemporáneo. La prueba es que, como cuento en el libro, no sabía quiénes eran los principales autores que me recomendó una amiga, Alicia Framis, y, sin embargo, luego he visto que eran famosísimos. Al acudir allí con una mirada tan sin prejuicios, en el sentido literal de la palabra, fui con una curiosidad enorme hacia el otro planeta: el del arte.

–En el libro se refiere a la Documenta anterior a la que usted visitó, en la que uno de los principales participantes fue Ferran Adrià. Critica su presencia.

–Cada cinco años se encarga a comisarios distintos y los proyectos son siempre bastante diferentes. Esta última destacó por haber superado el error grandioso de querer ser mediática. Lograron que apareciera Adrià a toda plana en todos los periódicos, pero no lograron que esa Documenta tuviera interés. En cambio, la última fue poco dogmática en el sentido de que era muy abierta, sin imponer ninguna línea.

–Es curioso que esta semana, en ARCO, Ferran Adrià haya estado presente.

–El proyecto de Adrià está relacionado con los políticos que están deslumbrados por lo mediático, mientras que el verdadero arte de vanguardia es siempre más subterráneo y menos visible. He seguido un poco ARCO y me gustaron mucho unas declaraciones de David Trueba. Decía que ya está bien de esa idea tan española de que el arte contemporáneo no se entiende. Pedía que se revisaran estos tópicos. Efectivamente, hay ladrillos que luego la señora de la limpieza manda, al día siguiente, al contenedor. Todos sabemos eso. Pero hay también instalaciones que son de gran categoría. Por eso, hay que abrir los ojos y no tener prejuicios.

–¿Cómo ve el papel que ha tenido Barcelona respecto al arte contemporáneo?

–Ha sido siempre la reina del conservadurismo artístico. Cuando yo era niño criticaban el Picasso que decora el Colegio de Arquitectos, la obra efímera que realizó Miró en ese mismo edificio o el calcetín de Tàpies. Toda mi vida he oído que los niños saben pintar como Miró. Es un extraño conservadurismo en arte curioso que delata un espíritu menestral. Al mismo tiempo Tàpies y Miró han sido los grandes artistas catalanes y parece que no puedan existir otros en pintura. Es una contradicción rara. La figura de Tàpies y sus seguidores no permitían que el arte figurativo tuviera su espacio. Ahí está el caso del padre de Manuel Valls, el ministro del Interior de Francia, un pintor que fue aceptado en Madrid y aquí no interesaba porque el espacio lo ocupaba Tàpies. En este sentido, sería más partidario de abrir más el juego.

–En su novela anterior, «Aire de Dylan», hablaba del fracaso. Cuando usted viaja a Kassel habla de la posibilidad de que en la alegría se encontrara el núcleo central de toda creación.

–Se hablaba del fracaso desdramatizado. Aquí es un eufórico por el arte contemporáneo. Es alguien a quien le gusta todo lo que ve y que le encuentra a todo interés. Es un poco una reacción contra eso que llamo agoreros nacionales que suelen situar en el siglo XVII el fin del verdadero arte. En realidad, el libro es una inspección sobre mi pasado porque en el pasado me fascinó la vanguardia. Vuelvo a la época en la que el vanguardismo me hace abandonar otras opciones de estéticas.

– ¿Por ejemplo?

–En el libro hay un momento que explico que me gusta Rembrandt, pero que no lo comprendo. En cambio, cuando veía una obra de Duchamp comprendía que me daba un espacio de libertad, un papel de contemplador. El arte contemporáneo da muchas opciones al espectador para que actúe, sea protagonista del momento. El arte también pasa como las nubes a toda velocidad sin que una tendencia vaya a imponerse sobre los demás. No es tan trágico que no exista una pintura como la de Velázquez. Me interesa más mi tiempo.

–Hay quien considera como arte de vanguardia a Antonio López.

–Es vanguardia porque es hiperrealista. Entonces, ahora que me dice eso, llegamos a a si uno hace bien su trabajo o no. Entonces resulta que Antonio López es más interesante que un vanguardista malo. El concepto de vanguardia es muy elástico porque Charles Dickens nunca dijo que fuera vanguardia, aunque modificó la historia de la literatura.