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Gaizka Urresti: «La cultura puede parecer cara pero más lo es la incultura»

El director y ganador de un Goya vuelve a sumergirse de lleno en la vida de un personaje y estrena un hermoso y delicado documental sobre la obra de Luis Eduardo Aute

"Pedimos a Guirao poder estrenar el documental en el Reina Sofía pero ese día estaba ocupado por uno sobre Sergio Ramos»/Foto: Luis Díaz
"Pedimos a Guirao poder estrenar el documental en el Reina Sofía pero ese día estaba ocupado por uno sobre Sergio Ramos»/Foto: Luis Díazlarazon

El director y ganador de un Goya vuelve a sumergirse de lleno en la vida de un personaje y estrena un hermoso y delicado documental sobre la obra de Luis Eduardo Aute

Su pasión es el cine, pero su auténtica vocación la palabra. Este licenciado en Periodismo ha convertido la vida de la gente en fuente de creación continua y este viernes, siguiendo con la estela cinematográfica de las biografías, estrena "Aute. Retrato". Un canto de amor a un artista capaz de inventar "las tres personas del verbo"cuyas letras se quedaron a dormir en la piel de varias generaciones y ahora despiertan gracias a la intervención de Gaizka Urresti para actualizar la dimensión exacta de su legado artístico y emocional. Nos sentamos en las sillas del Café Comercial con este bilbaíno detractor de los deportes y ferviente defensor de la cultura para recordar todas las caras de Aute y poder descubrir la suya propia.

–Parafraseando al cantautor... ¿sin cultura somos bestias?

–Sin duda. Aute tiene muchas virtudes como artista global pero también le considero un gran pensador y podría decir que comparto todas las reflexiones que hace sobre la cultura. Cuando tuve ese momento inolvidable de la recogida del Goya dije aquello de que «la cultura puede parecer cara pero más cara es la incultura». Alguien puede vivir teniendo garantizado techo y comida pero la vida sin cultura resulta mucho más triste.

–¿Cuánto tiempo requiere hacer una cosa con pasión? ¿Algo como este proyecto?

–La realización de una película es algo que conlleva mucha dedicación. En 2015 empecé a convencer a Eduardo y comenzamos a grabar ese año todo el tour de «Gira Luna», publicaciones de libros y poesías, conferencias, recitales.... pero en agosto sufrió el infarto. La prioridad en ese momento era su salud y tuvimos que hacer un parón de un año y medio. Después nos dimos cuenta de que el universo de Aute tiene sentido con él en activo pero también con su ausencia y eso es algo único.

–¿De dónde surge la necesidad de hacer un largometraje sobre la figura de alguien como Aute?

–Me gusta mucho la vida de las personas y por eso hago biografías (Buñuel, Félix Romeo, Carlos Saura, Arizmendiarreta y ahora Labordeta). Procuro buscar vidas y personas que puedan llegar a ser ejemplificantes (quitándole el sentido católico al término). Siempre hago biografías de gente a la que admiro, y Aute es una de esas personas.

–¿Tienes libertad de creación en este momento?

–Existen condicionantes económicos porque el cine es algo costoso. Pero también es cierto que cuando tienes mucho, te ves obligado a responder ante otros y eso puede terminar convirtiéndose en un ejercicio de servidumbre. No te lo dan gratis, sino a cambio de cosas. Pero básicamente me siento libre y eso es porque a parte de ser director también soy productor. Todas las historias que he querido contar las he podido llevar a la pantalla. Me siento libre cuando lo hago.

–Todo el poso intelectual sobre el que bascula la vida del artista tiene un valor incalculable... ¿En la actualidad estamos faltos de referentes similares?

–Totalmente. Al hilo de esto, una anécdota y sin acritud. Nosotros pedimos al ministro Guirao poder estrenar el documental de Aute en un sitio emblemático como el Reina Sofía porque pensamos que era el marco adecuado para presentar en Madrid la obra de un pintor, dibujante, cineasta y cantante como él. Nos dijeron que ese día era imposible, que estaba ocupado. Ayer me encuentro con que el motivo era el estreno del documental sobre Sergio Ramos. Y lo respeto, pero me hace reflexionar sobre cómo se mezclan de repente las cosas, las ideas, los conceptos y las referencias.

–Estudió periodismo pero terminó decantándose por el cine... ¿Por qué?

–En la España de los 80 no había escuela de cine, ni gozábamos de la facilidad para movernos que podéis tener ahora las generaciones más jóvenes. Lo más parecido que había era la Facultad de Ciencias de la Información. Me fui a Madrid a estudiar en aquel sitio y opté por Periodismo por un criterio ético. Publicidad me generaba más problemas morales por aquello de tener que aprender a vender y a manipular (risas). Pero en el fondo siempre supe que quería ser cineasta.

–En este documental se plantea un potente relato sobre lo que significaba cantar determinadas letras con Franco a punto de morir y también una vez muerto... ¿Qué queda de aquella subversión?

–La sociedad es muy diferente afortunadamente. El papel que jugó la canción protesta en la agitación política de los 70 es impagable, pero en los 80 por desgracia perdió protagonismo y terminó diluyéndose. La memoria es caprichosa, igual dentro de veinte años estamos hablando de que el 15M fue algo épico, quien sabe.

–Aute cantaba al amor, pero ¿para quién dirige Gaizka?

–Qué difícil eso. Hacer una película siempre es un acto de comunicación. Lo esencial para mí es que lo que yo cuento llegue al público, sea pequeño o grande.