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¿Quién fue Yukio Mishima y por qué se hizo el “harakiri”?

Fue el autor japonés más conocido a nivel mundial, y su tormento por las derrotas y la crueldad humana le llevaron a suicidarse a través de un ritual un día como hoy de 1970

Yukio Mishima
Yukio MishimaLa RazónLa Razón

Nació y murió en Tokio. Toda su vida se dedicó a escribir sobre la crueldad de la pasión humana, lo devastador del deseo y la belleza, que inevitablemente podrían conllevar el desapego y la violencia. Yukio Mishima (1925-1970) es el autor japonés más conocido a nivel mundial. Autor de unas 40 novelas, decenas de piezas teatrales, así como cuentos, poemas, artículos y ensayos, destacan sus obras “El bosque en flor” (1941), “El cigarrillo” (1946), “Confesiones de una máscara” (1949), “El marino que perdió la gracia del mar” (1963), “Ladrones” (1946-1948) o el ensayo “El sol y el acero” (1967). Unos escritos que, en su mayoría, fueron creados durante la sangrienta Segunda Guerra Mundial, reflejó el dolor de la brutalidad humana y de la derrota. Y, siguiendo la norma por la que el creador escribe sobre lo que siente, sobre lo que le atormenta, estas complejas circunstancias sociales hicieron que Mishima acabara con su vida. Hace hoy 51 años, el autor practicó el mismo ritual que en 1963 sobrecogió al público del Festival de Cannes a través de la cinta “Harakiri” (1962). Una práctica de suicidio que consiste, a través de una performance preparada, en abrirse el vientre delante de espectadores, clavándose un arma corta en el abdomen.

“Quiero hacer de mi vida un poema”, decía siempre el autor. Y no puede haber nada más poético que el de quitarse la vida por no soportar las realidades que plasmaba con sus propios escritos. Los primeros años de su vida los vivió con Natsu, su abuela, quien provenía de una familia vinculada a los samurái de la era Tokugawa. Una infancia basada en la locura de Natsu, que posteriormente Mishima plasmaría en sus escritos. Con doce años, comenzó a escribir, y estudió en una escuela elitista, donde desarrolló su talento literario.

No obstante, su creatividad se vio perturbada por la Segunda Guerra Mundial, pues Mishima fue llamado a las filas de la Armada japonesa. No obstante, al pasar la revisión médica coincidió con que estaba resfriado, por lo que el doctor decidió que fuera incapacitado al tener síntomas de tuberculosis. Su familia no fue su mayor apoyo a la hora de escribir, por lo que Mishima lo hacía en secreto, por las noches, eso sí, protegido por su madre, quien era siempre la primera en leer cada historia. Tras esta compleja adolescencia, Mishima se graduó en Derecho en la Universidad de Tokio en 1947, y para entonces su prometedora carrera ya estaba disparada.

Yukio Mishima, poco antes de hacerse el harakiri
Yukio Mishima, poco antes de hacerse el harakiriJIJI PRESSEFE

La consecuencia del fracaso

“Mentiría si dijera que la derrota (de Japón durante la guerra) no me estremeció o que no recibí la posguerra con un sentimiento de liberación”, explicó el escritor en 1963 durante una entrevista, “sentí en determinado momento que estaba totalmente perdido. Llegué a odiar el Romanticismo. Un odio que me acercó al clasicismo. Pero, por mucho que sufriera, no conseguí negarme completamente a mí mismo. A modo de escapatoria, tomé la decisión de encarnar el papel de intérprete de la supremacía del arte”.

Durante los años 60 vieron la luz las obras, quizá, más importantes de Mishima, como “El marino que perdió la gracia del mar” (1963), o la tetralogía “El mar de la fertilidad”, compuesta por “Nieve de primavera”, “Caballos desbocados”, “El templo del alba” y “La corrupción de un ángel”. Una especie de testamento ideológico y reflexivo del autor, quien ya se veía atormentado por una sociedad cada vez más sumida en la decadencia espiritual y moral.

Y, en esta época, comenzó a planificar su suicidio. En 1967, Mishima se alistó en las Fuerzas de Autodefensa de Japón, donde, junto con jóvenes estudiantes, intentó inspirar a la población hacia un golpe de Estado. No obstante, resultó en un fracaso, lo que le llevó a hacerse el “harakiri”. Con un manifiesto y pancartas que enumeraban sus peticiones, Mishima salió un 25 de noviembre de 1970 al balcón de un cuartel general, donde pretendía dirigirse a una serie de soldados para que se alzaran contra el poder y exaltaran al Emperador Hirohito. No obstante, no fue capaz de hacerse oír, sino que obtuvo solo burlas y rechazo, y se clavó el arma.