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¿Cómo se imaginaban hace 100 años el 2022?

Muchas de las predicciones (fantasiosas para el año en el que fueron escritas) como los derechos de la mujer, los vuelos comerciales o en el cine sonoro y a color, han acabado por ser una realidad
La Razón
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Predecir el futuro nunca es una tarea sencilla. Sin embargo, hay veces que no solo se intenta, sino que se consigue. En un artículo del New York Herald publicado el 7 de mayo del año 1922, su autor, el británico W.L. George, se imaginó cómo sería el mundo del presente. Y la verdad es que se acercó sorprendentemente a la realidad de 2022.
La primera y más acertada predicción del autor fue:El futuro será difícil, pero… ¿qué importa? También el pasado fue difícil, y esas dificultades no evitaron que pudiera convertirse en el actual presente tolerable”.
W. L. George no sabía hasta qué punto aquello sería cierto. El futuro iba a ser difícil... muy difícil. En aquel momento, eran pocos los que se podían imaginar sucesos como la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, el Holodomor o la Guerra Fría. Y es normal. Después de la Gran Guerra, no se podía mirar al futuro de otra forma que no fuera con esperanza.
Sin embargo, algunos eventos que tuvieron lugar ese mismo año cambiarían el mundo para siempre. Anticipando unas décadas donde el principal protagonista sería el horror. Por ejemplo, en 1922 tenía lugar la Marcha sobre Roma de los 30.000 camisas negras de Benito Mussolini; se creaba un conglomerado de naciones llamado la Unión Soviética; se elegía a un tal Josef Stalin para encabezar al partido socialista ruso (un puesto desde el que despejaría con sangre su ascenso al poder); y desde el New York Times se ninguneaba a un joven líder populista austriaco llamado Adolf Hitler: “Su antisemitismo no es genuino, ni tan violento como suena y solo está usando la propaganda como carnada”.
Sin embargo, y a pesar de todo, el futuro ha llegado. Y se parece mucho a lo que describió W. L. George en aquel artículo.
Entre sus predicciones podemos encontrar algunas tan precisas como que los vuelos comerciales iban a ser algo absolutamente común, remplazando a los barcos como el medio de transporte transoceánico predilecto. Más tarde, también vaticinaba como los caballos iban a dejar de circular por las carreteras y que la mayoría de las personas y bienes de consumo, ya no viajarían en tren, sino que lo harían en coches y en camiones.
También habló de la desaparición de los tendidos de cables de telefonía y de electricidad, que en aquel momento ya era un verdadero problema (en la ciudad de Nueva York no se podía mirar al cielo sin ver infinidad de cables): la gente del año 2022 no verá ni un solo cable en el cielo, gracias a la telefonía y telegrafía sin hilos. Incluso puede que la energía se transmita también sin cables”.
Si bien cierto que todavía no hemos alcanzado el desarrollo tecnológico necesario para eliminar por completo los cables de nuestras vidas, sí que nos estamos acercando cada vez más a lo que por aquel entonces era simplemente una fantasía.
“No habrá más humos por la desaparición del carbón, quizá incluso del tabaco. El carbón se habrá agotado, así como el petróleo, pero podremos extraer energía del Sol y de las mareas y de otras como la energía atómica”. Aquí el pronóstico tampoco es del todo preciso. Sin embargo, sí que hemos avanzado mucho en este sentido y, aunque ni el petróleo ni el carbón hayan desaparecido, sí que existe una tendencia a prescindir cada vez más de ellos en favor de fuentes de energía alternativas.
Otra conjetura que también resultó ser del todo acertada tiene que ver con el cine. En aquel 1922 se estrenó “The Toll of the Sea”, el primer largometraje a color. Y como bien pudo anticipar, aquella nueva tecnología había llegado para quedarse. Y en los años siguientes pasaría a convertirse en el estándar de mercado. Pero también adelantó algo que no se vería hasta unos años más tarde: el cine sonoro.
“Las figuras en la pantalla no solo se moverán, sino que tendrán colores naturales y sus voces originales” (...) “Esto cambiará por completo la escena, porque las actrices de 2022 no solo tendrán que saber cómo sonreír, sino también cómo hablar”. Lo dicho, más preciso imposible.
Otro pensamiento que también se acerca mucho a la realidad es que “en 2022 las mujeres habrán descartado el pensamiento de que su única función es fabricar hijos varones. La mayoría tendrán su propia carrera y muchas llegarán al Congreso, a los juzgados, y quizá a la Presidencia”. Pero añade: “No creo que las mujeres hayan alcanzado la igualdad con los hombres. Un feminista cauteloso como yo se da cuenta de que estas cosas van despacio y no se puede borrar en un siglo más de 30.000 años de esclavitud”.
Pero en algunas predicciones se aventuró demasiado (quizás en aquellas en las que se dejó guiar por su propia ideología). Por ejemplo, W. L. George adelantaba que “las familias seguirán existiendo, pero los niños pasarán pronto a trabajar para el Estado. Las familias vivirán en edificios en alguna especie de cooperativa, porque el problema del servicio doméstico será inmanejable”.
En resumen, sus vaticinios son absolutamente sorprendentes. Porque, sin ser él adivino o disfrutar de algún tipo de poder sobrenatural, consiguió acertar en la gran mayoría. Como en los derechos de la mujer, los vuelos comerciales o en el cine sonoro y a color.