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Alemania, un país forjado con sangre, hierro, lágrimas... y muchas derrotas

Peter H. Wilson toma prestada una cita de Von Bismarck para titular un inmenso estudio sobre cómo el devenir histórico de esta nación está intrínsecamente ligado a la guerra
Bombardeo de Berlín en 1945.La RazónLa Razón

Madrid Creada:

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Otto von Bismarck –del que se han cumplido 125 años de su muerte–, dijo aquello de "eisen und blut" ("hierro y sangre") en 1862, y, siglo y medio después, Peter H. Wilson (Reino Unido, 1963) le compra la frase por la cuenta que le trae. El canciller del Imperio alemán se refirió a que el poder duro triunfaba sobre los debates parlamentarios; sin embargo, no logró convencer a su público y solo logró escapar de la consecuente crisis constitucional gracias a una sucesión de victorias militares que parecen inevitables únicamente en retrospectiva. Y es precisamente este episodio el que resume el argumento central del libro que Wilson que publica con Desperta Ferro, Hierro y sangre, según el cual, el militarismo ha sido parte integral del pasado alemán y ha configurado su forma de afrontar las guerras.
Para el autor, Chichele Professor de Historia de la Guerra de la Universidad de Oxford y miembro de la Real Historical Society, eso de que fuera así como se decidían las cuestiones diarias y no con debates parlamentarios tiene "algo de razón", aunque sería "simplificar demasiado las cosas". Va un paso más allá: "Se trata de una historia muy complicada" porque "no está predeterminado que Alemania vaya a surgir de la manera en que lo hace, y no es una historia que se deba definir a partir de lo que sabemos sobre las dos guerras mundiales y luego leer hacia atrás como una especie de relato de origen", apunta.
Son, sin duda, ambos conflictos dos imanes para analizar el desarrollo de la historia militar de Alemania, pero es indispensable echar la vista atrás para comprender el total. "Una de las cosas es que se pasa por alto la contingencia", apunta el académico respecto a centrar el debate en solo dos puntos: "Se tiende a ver todo como un proceso inevitable hacia las dos guerras mundiales. Los argumentos que apuntan a que la IIGM está motivada por el fracaso a la hora de resolver las tensiones causadas por la IGM son contundentes, pero esta sensación general de inevitabilidad despoja a la historia de la agencia, del factor humano. Quiero decir que la gente también comete errores y toma decisiones. Por otro lado, si adoptamos una visión más amplia, tenemos una mayor perspectiva de lo que sucede en la historia".
La experiencia alemana sirve como ejemplo de cómo perder de manera catastrófica
Siguiendo en esa primera parte del siglo XX, Wilson sostiene que la mentalidad alemana de 1914 a 1945 está inmersa en "una lucha por la supervivencia nacional antes siquiera de que se hubiera disparado un tiro". Y el historiador se justifica con sus propias palabras: "Por supuesto. Sin embargo, algunos de estos rasgos pueden detectarse igualmente en Francia o en Gran Bretaña. No se trata necesariamente de algo exclusivo de la mentalidad alemana, se debe a la mentalidad que imperaba en los ejércitos profesionales antes de la Gran Guerra".
Así, se llega a un punto en el que el autor es crítico con las fronteras modernas de Alemania a partir del siglo XX: "No tienen sentido si miramos hacia atrás", zanja. Invita Wilson "a abrir un atlas histórico" para ver que se trata de una parte de Europa que "cambió de forma y composición a lo largo de los siglos y que en sí misma necesita una explicación", continúa. "Prusia, por ejemplo, ya no forma parte de Alemania, está dividida entre Polonia y Rusia y en 1914 contaba con una importante minoría de hablantes no alemanes. Mi libro estudia la historia militar de lo que ahora conocemos como Alemania, Austria y Suiza, y también de las partes que pertenecían al espacio político alemán de Europa Central, como la República Checa y partes del norte de Italia en distintas épocas".
Pero el siglo XX es solo la parte final de un Hierro y sangre que se inicia en 1500 "por varias razones", argumenta: "En primer lugar, porque uno de mis objetivos es cuestionar la idea clásica de que nos encontramos ante un Estado altamente centralizado que utiliza el poder militar con fines agresivos para librar guerras ofensivas. Me remonto al origen para que podamos entender de dónde viene y qué procede del Sacro Imperio Romano Germánico. Además, alrededor de 1500 la guerra está cambiando. Es la época en la que la pólvora, el armamento, las tácticas de infantería en masa se convierten en los medios hegemónicos".
Porque Hierro y sangre es un volumen en el que Wilson bucea en el devenir histórico de Alemania, en ese pasado intrínsecamente ligado a la guerra. Desde su propio germen al proceso de unificación y hasta la actualidad, pasando por el cataclismo de las guerras mundiales, la historia del país no se entiende sin el hecho bélico. Y es por ello que el académico presenta un titánico estudio de historia en el que desgrana cómo la guerra ha sido el fenómeno catalizador que ha forjado los Estados y sociedades de la esfera germana en los últimos cinco siglos.
En apenas dos frases, el historiador resume su obra afirmando que "el militarismo ha sido parte integral del pasado alemán y ha configurado la forma en que los alemanes han llevado a cabo las guerras, pero no ha sido una trayectoria única de desarrollo. Los alemanes no han poseído un genio bélico único, ni su historia militar puede leerse enteramente a través de la experiencia de Prusia".
Las fronteras de Alemania a partir del siglo XX "no tienen sentido", apunta el autor
La obra cuestiona la teleología habitual que escribe la historia de Alemania de forma anacrónica, como si condujera inevitablemente a las dos guerras mundiales, el nazismo y el Holocausto. En efecto, el militarismo ha sido parte integral del pasado alemán y ha configurado la forma en que los alemanes han librado las guerras, pero no era ni un destino final ni una trayectoria única de desarrollo. En su historia, los alemanes no han poseído un "genio especial para la guerra", ni su historia militar puede leerse exclusivamente a través de la experiencia prusiana.
Son todas ellas la "culminación", señala Wilson, de las reflexiones acerca de la historia militar germana de toda su carrera, "el libro que me hubiera gustado que existiera en mis inicios, hace más de treinta años. Desde la década de 1980, el campo ha experimentado una transformación gracias al pensamiento crítico en torno a la guerra, que sitúa el estudio del conflicto dentro de su contexto humano más general, así como por mediación de intentos más recientes de reconectar esa dimensión más amplia con el debate de cómo las fuerzas armadas se organizan y dirigen las contiendas".
Ahora, el británico argumenta que la Alemania actual se forjó, en parte, "gracias a la violencia", pero que hay que mirar al siglo XIX para encontrar el nacimiento de la idea de la "singularidad alemana", en la que muchos alemanes llegaron a creer, y que imprimió características reales a la forma en que planificaron la guerra de 1914. Un pensamiento que sigue influyendo en el pensamiento militar actual, incluidas las doctrinas de la "Blitzkrieg" y la fe en la eficacia de la superioridad técnica y tecnológica para compensar las desventajas geográficas, económicas y demográficas.
Aunque lejos de demostrar la validez de estos métodos, la experiencia alemana sí sirve como ejemplo de cómo perder de manera catastrófica. La admiración generalizada por los métodos alemanes ha omitido a menudo cómo la forma alemana de hacer la guerra estaba estrechamente relacionada con la explotación y el genocidio, especialmente durante la IIGM; y la posterior imagen de Alemania como “potencia civil” se deriva en gran medida de su autodefinición después de 1945 para distanciarse de su pasado nazi.

FASCINADOS POR EL EJÉRCITO ALEMÁN

Peter H. Wilson afirma que "fue muy difícil derrotar a los alemanes en las dos guerras mundiales", que "fueron muy eficaces, sobre todo a nivel táctico, además de innovadores en muchos aspectos, aunque nunca lo suficiente como para lograr la victoria". Todo ello les llevó a la derrota, pero también a ser "unos oponentes formidables" y a impresionar a sus enemigos en ambas luchas. "De esto se desprende la idea de que, dado que los alemanes lucharon con éxito durante tanto tiempo contra viento y marea, algo debemos aprender de ellos. De modo que existen este tipo de razones objetivas y luego, por desgracia, creo que también nos sentimos atraídos por las apariencias, como los uniformes o la forma en que se presentaba la sociedad durante el régimen nazi", confiesa Wilson.