Inéditos

El Cristóbal Colón más íntimo: del padre cariñoso al hombre aterrado por la alopecia

La Casa de Alba abre su archivo histórico al público y expone cartas inéditas del navegante en las que muestra su lado más personal

MADRID, 19/09/2024.- La Fundación Casa de Alba presenta la exposición 'Cartas de Colón. América en la Casa de Alba' que incluye parte del patrimonio americano conservado en la colección familiar, en el que destacan los 24 autógrafos de Cristóbal Colón. EFE/ Daniel Gonzalez
En primer término, el "Atlas" de Joan Martínez de MessinaDaniel GonzalezAgencia EFE

Colón no solo fue navegante. “De muy pequeña edad entré en la mar navegando y lo he continuado hasta hoy”. Para los despistados: también fue un hombre. Un hombre apasionado por la redacción y preocupado de que, cuando sus manos no le respondían, las gentes de su alrededor tampoco cumplían: “No puedo escribir y vosotros no me escribís lo que quiero”.

Padre, amigo e incluso cuñado (abstenerse de chistes), como demuestran las cartas con sus familiares; virrey que sufrió en sus carnes las dos caras de la moneda: el éxito inigualable del que descubre un Nuevo Mundo, primero; y prácticamente un apestado por mal gobernante, después. “Yo debo ser juzgado como capitán que fue de España a conquistar fasta las Indias a gente belicosa”, firmaba tras la llegada de Francisco de Bobadilla para averiguar si las graves quejas de los colonos de la Española eran veraces. Para desgracia del genovés, se le sometió a un juicio de residencia que se resolvió con el envío del encausado a España y la pérdida de su título de virrey.

El almirante intentó defender sus hechos en unos curiosos memoriales escritos en tercera persona para demostrar que no se habían cumplido sus capitulaciones. Las copiaba e introducía en ellas aclaraciones puestas en primera persona. Aunque de poco le sirvió. Lloró cuando le quitaron los privilegios.

Son estos algunos de los documentos que recopila ahora la Casa de Alba dentro de la exposición “Cartas de Colón”, donde Consuelo Varela Bueno y Álvaro Romero Sánchez-Arjona comisarían un recorrido que, más allá de abordar sus peripecias históricas, ha “querido conocer al hombre. No al conquistador”, apunta una Varela que se detiene en ese señor cariñoso con su hijo Diego: “Tu padre que te ama como a sí”; y en el doliente, cuyos problemas de hígado le llevaron a recopilar recetas para hacer crecer el perejil, al parecer, un magnífico diurético; y también en el Colón más “coqueto”, obsesionado con su “pelito tan... mono”, dice la comisaria, pues la calvicie era uno de sus quebraderos de cabeza, como recogen en las páginas ahora expuestas.

El rostro del almirante es otro de los aspectos en los que se para la muestra del Palacio de Liria. Una incógnita. “El hombre sin rostro”, apuntan sobre una figura de la que no existe una representación “que pensemos que es la real”.

En total 150 piezas exhibidas entre las que destacan los 24 “Autógrafos de Cristóbal Colón” que forman el mayor conjunto reunido por cualquier institución. Abierta hasta el 16 de febrero, se divide en cinco bloques en los que se presenta una gran variedad de piezas como retratos inéditos del almirante o una selección de 236 escudos de armas concedidos a ciudades, nobles indígenas y conquistadores españoles.

Pero no todo es Colón en estas salas, también la duquesa Rosario Falcó ocupa un espacio importante en esta historia como la responsable de redescubrir este importante legado de los Alba. Una mujer que se salió de la norma de su tiempo y que calificó de «vergüenza» lo poco que se hizo para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América. Su interés por el patrimonio documental que conservaba su familia es el responsable de que hoy se expongan en Madrid estas piezas que el Duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, considera “un deber” mostrarlas al público.