Historia
El "esbirro", el líder ruso que desertó de la Unión Soviética por considerar el comunismo como "una estafa"
Jefe de las Juventudes Comunistas, Sergéi Kurdakov se sintió engañado con un sistema político que había seguido desde pequeño. Consiguió huir de la URSS a Occidente con éxito
Bien es sabido que a lo largo de la historia, Rusia es un país que no ha perdonado la traición, la oposición al Kremlin (ahora, régimen de Vladimir Putin) o las ideas contrarias a las imposiciones rusas. Oligarcas, exfuncionarios del Gobierno y opositores han sufrido estas terribles consecuencias, con "accidentes" que provocaban su muerte y la propaganda rusa la calificaba como "casualidad" o "muerte natural". Y es que casi nadie ha podido sobrevivir a un ataque contra Rusia, y menos si se trata de un ruso. En esa ecuación, sin embargo, no se incluye Sergéi Kurdakov, el "esbirro", y un ex jefe de las juventudes comunistas que pudo desertar y llevar una vida plena lejos de los soviéticos y la URSS.
Kurdakov era todo lo que se le puede pedir a una joven promesa del comunismo. Desde pequeño apuntaba maneras y destacó en su promoción hasta alistarse en la Academia Naval. Obedeciendo todas las órdenes de los altos mandos, poco a poco fue escalando como un destacado miembro de las Juventudes Comunistas hasta convertirse en un importante líder con contactos con el gobierno ruso. Todo gracias, en parte, a que comandó un equipo de operaciones especiales con matones, ladrones y sicarios para luchar contra el enemigo público número uno que el gobierno soviético consideraba: los creyentes.
Perseguir al cristianismo y dar palizas a creyentes, una obligación en la Unión Soviética
El cristianismo fue la religión más perseguida en la Unión Soviética, y todo aquel que fuera creyente de cualquiera de sus ramas, sea católica, ortodoxa o cualquier otra, era perseguido, apaleado, encarcelado y en casos más extremos (aunque no era raro verlo), asesinado de tal manera que sus muertes parecieran "accidentes".
Y es que la religión estaba estrictamente prohibida. La Unión Soviética era un Estado ateísta, casi la mitad de la población profesaban el ateísmo y para la mayoría de los soviéticos era irrelevante. No obstante, había unos pocos que sí profesaban alguna religión, especialmente la cristiana (también había musulmanes y algún que otro judío).
Ante esta "resistencia" al régimen comunista, los soviéticos lo tenían claro: había que luchar contra ellos: no como si fuera una guerra, pues a la cúpula soviética no le interesaba que se supiera su rechazo a los cristianos y creyentes, por lo que encargaban que se realizaran persecuciones con el más estricto secretismo hacia aquellas "reuniones clandestinas" de quienes que oraban y rezaban en secreto.
Ya no en iglesias o capillas, prácticamente inexistentes en una sociedad comunista como era la URSS (existían, pero eran escasas), sino en casas, garajes o incluso al aire libre pero escondidos en bosques y entre los árboles, lejos de la civilización, con biblias que conseguían de contrabando de países extranjeros ya que en la Unión Soviética estaba prohibida. Era una ley no escrita, y Kurdakov, como cualquier otro a las órdenes del comunismo, debía perseguir a los creyentes.
Sergéi Kurdakov, de joven promesa del comunismo a huir de un sistema que "le había engañado"
Kurdakov, huérfano a una edad muy temprana y criado en un orfanato, le enseñaron desde muy pequeño que, como hijo del comunismo (una de las premisas de este sistema político es que los niños pertenecen al Estado y los padres solo son intermediaros para criarlos y vigilar que cumplen las órdenes del sistema) debía aprender todas las leyes comunistas, así como deberse al Estado como un "buen comunista".
De esta forma, empezó a idolatrar a Lenin, fundador del Estado soviético, al que consideró como un Dios todopoderoso. Se interesaba en todo lo que Stalin decía, en los intereses que promulgaban los jefes soviéticos y en todo lo que se enseñaba en los colegios, que principalmente giraba en torno al comunismo. Asimismo, desde la URSS catalogaban que todo lo que fuera Occidente y externo a la doctrina comunista era lo incorrecto, y entre ello, la religión.
En su juventud, y junto a un grupo de soviéticos, persiguió las creencias religiosas hasta tal punto que maltrataba hasta la inconsciencia si era necesario a cualquier creyente que él y sus compañeros encontraban. Alguno, incluso, rozaba la muerte (si no moría tras las terribles palizas).
Pero todo cambió cuando conoció a una creyente, Natasha, que a pesar de las palizas, ella buscaba otros lugares clandestinos para rezar. Según cuenta en su biografía ("El esbirro", por su traducción al español), a partir de ahí empezó a sentirse "engañado" con el comunismo, hasta tal punto que veía un sinsentido apalear a personas por sus creencias.
Asimismo, se planteó si en verdad, este sistema era "una estafa" y estaba equivocado con respecto a Occidente. Sintió, metafóricamente, lo que el protagonista del mito de la caverna de Platón, pues vio más allá de esa realidad que le habían vendido. Así que, una vez concluyó que el comunismo era una equivocación, planeó su huida.
"El esbirro", la autobiografía de Sergéi Kurdakov sobre su vida en la Unión Soviética: posible motivo de su asesinato por la KGB
Kurdakov, mientras fungía como oficial de marina en un barco soviético en el Pacífico, se lanzó al agua cuando nadie le vio a la altura de las costas cercanas a Canadá, y nadando, llegó hasta la orilla canadiense. Escapó, sin precedentes, del comunismo de la URSS para entrar a la sociedad occidental que tan mal le habían vendido.
Tenía veinte años en aquel entonces cuando comenzaba una nueva vida: se convirtió al cristianismo, una religión que tanto había perseguido en su etapa comunista, e incluso quería ser predicador. Pero espías rusos le descubrieron y le amenazaron con que, si contaba algo acerca de la URSS, sería asesinado. Kurdakov hizo caso omiso, y hasta escribió su autobiografía.
Fue encontrado muerto en 1972, a la edad de veintidós años. Se había mudado previamente a Estados Unidos. En extrañas circunstancias, según fuentes oficiales, aunque se cree que la KGB estaba detrás de su muerte. Su autobiografía fue publicada póstumamente, y aunque él no llegó a verla con vida, el mundo conoció su historia.
No obstante, hay quien considera que Sergéi Kurdakov fue un mito, así como su autobiografía estaba llena de contradicciones. Se dice, incluso, que la verdadera estafa fue su libro, que habría sido escrito para conseguir asilo político en Canadá. Leyenda o realidad, lo cierto es que no deja de ser una historia interesante y llena de coraje y valentía.