Manuel Hedilla, el falangista condenado a muerte por Franco
Quería mantener la autonomía de la Falange, por eso rechazó la vuelta a la monarquía y el régimen conservador, oligárquico y clerical de Franco
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Su idea de España era la de un Estado nacional-sindicalista, pero sin Franco. Por eso, aunque heredó la jefatura de Falange tras el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fue acusado de traidor y condenado a muerte en el año 1937. Al tiempo, sus seguidores, los «hedillistas», consideraron que Franco y los falangistas que aceptaron la unificación en el Movimiento Nacional fueron unos traidores. Lo recuerda bien Miguel Hedilla de Rojas, su hijo, en «Manuel Hedilla. El falangista que dijo no a Franco» (Almuzara, 2023). Nació en Ambrosero, Cantabria, el 18 de julio de 1902. Cuando murió su padre la familia se trasladó a Bilbao. Manuel tenía siete años. Estudió Mecánica en la Escuela Naval y trabajó en Vizcaya hasta que en 1924 se instaló en Madrid. Su sueño era tener un taller de automóviles. Lo consiguió hasta que llegó la crisis económica. Regresó a Cantabría y allí, en 1933, entró en contacto con el falangismo. Cuando estalló la revolución de octubre de 1934 organizó un grupo defensivo que se puso a las órdenes de la Guardia Civil.
Su carrera en Falange comenzó ahí. Fue nombrado Jefe Provincial de Santander y en 1935 se incorporó al Consejo Nacional. Asumió entonces la organización de las actividades clandestinas, cuenta Julio Gil Pecharromán. José Antonio Primo de Rivera fue detenido en su domicilio el 14 de marzo de 1936. En su visita a la cárcel, Hedilla recibió el encargo de organizar a los falangistas en Galicia. Así, cuando se produjo el golpe de Estado del 18 de julio, la Falange gallega sirvió de apoyo en esa región. En septiembre, ante la falta de dirección, se constituyó una Junta de Mando provisional de Falange, en la que Hedilla fue elegido presidente.
Para entonces Falange había crecido mucho. Es lo que tiene la guerra, que nutre a los más violentos. Tenía unos 80.000 milicianos, dos academias de formación de jefes de centuria y una poderosa máquina de propaganda. Hedilla deseaba mantener la autonomía del partido y aprovechar la guerra para hacer la revolución nacional-sindicalista. No quería una vuelta a la monarquía, ni a lo que consideraba un régimen conservador, oligárquico y clerical como el propugnado por Franco. Sin embargo, otros, encabezados por Agustín Aznar, preferían la fusión de Falange en un partido único y subordinarse al mando militar.
Los «franquistas» de Falange quisieron quitar del medio a Hedilla, cuyas resistencias eran tildadas de traición a la «Cruzada Nacional». Pusieron en marcha un golpe para establecer un triunvirato con Agustín Aznar, Sancho Dávila y José Moreno. El 17 de abril de 1937 se liaron a tiros en Salamanca. Murieron dos personas. Una por bando. Al día siguiente, el Consejo Nacional le nombró sucesor de José Antonio, fusilado en noviembre del 36.
Franco decretó la unificación de falangistas y tradicionalistas el 19 de abril, autonombrándose, además, Jefe Nacional. Los hedillistas esperaban que la orden respetara la autonomía de su partido, pero no. Hedilla llamó a la desobediencia a los jefes provinciales. Esa no era su idea de España. El 25 de abril, tras rechazar el secretariado político del partido único, Franco ordenó su detención. Fue acusado, cuenta Hedilla de Rojas, de un complot para asesinar a Franco e implantar un gobierno falangista. Hedilla, decía la pieza separada, tenía un acuerdo con Indalecio Prieto, el socialista, para una República conservadora.
[[H2:Otro «mártir»]]
Hedilla fue condenado a muerte. Sin embargo, Franco no quería otro «mártir» como José Antonio, cuya inclusión en la retórica de la unificación era muy complicada. Serrano Suñer, además, pidió a Franco la suspensión de la sentencia. Finalmente conmutó la pena de muerte por la de prisión. Otros hedillistas, como José Luis de Arrese, como ha indicado Stanley Payne, aceptaron cargos en la nueva situación.
Falange quedó entonces dividida. Hedilla estuvo en la cárcel hasta 1946, entre Las Palmas y Mallorca. Durante su confinamiento murió su mujer en una institución mental. Al salir, el Estado le dio un empleo de mecánico. Contrajo de nuevo matrimonio y fundó una segunda familia. No quiso un puesto en el Consejo Nacional del Movimiento en 1965. Participó en la oposición falangista a Franco, primero en el Frente Sindicalista Revolucionario, en 1965, la conocida como «izquierda falangista», y tres años después en el Frente Nacional de Alianza Libre, donde estuvo Blas Piñar.
Hedilla trató de mostrar entonces que el traicionado había sido el ideario joseantoniano sobre lo que debía ser España. Los hedillistas siempre tuvieron por traidores a los falangistas integrados en el Movimiento Nacional, como recuerda Hedilla de Rojas. Frustrado, escribió «Testimonio de Manuel Hedilla», que fue publicado en 1972, dos años después de su muerte.