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Nuevo poder

El regreso del pecho XXL

La ostentación vuelve a desafiar las leyes de la gravedad. Las tallas grandes reclaman su espacio como pieza clave en los engranajes del poder. La Generación Z abandera este movimiento de arrogancia

Lauren Sánchez. Gtres

Nos hablan de la arrogancia del poder y nos viene a la memoria la imagen de Trump festejando junto al Chelsea el título de campeón del Mundial de Clubes o un Elon Musk profanando con insolencia el icónico escritorio presidencial Resolute Desk. Por recato o por resistirnos a la evidencia, no pensamos en ese otro poder que emerge de los pechos femeninos. Más, cuanto más generosos.

Algo debió de intuir Mark Zuckerberg, fundador de Meta, cuando en la toma de posesión de Trump se asomó intrigadísimo al escote de Lauren Sánchez, ante la presencia de su entonces prometido, el multimillonario de Amazon Jeff Bezos. El corpiño de encaje blanco bajo un traje de Alexander McQueen se le reveló tan poderoso como la corona para un rey o el martillo para un juez.

Jeff Bezos y Lauren Sánchez en su bodaGtres

Antes, al menos en España, se decía que más tiran dos tetas que dos carretas. Suena feo, incluso en boca de un Premio Nobel como Camilo José Cela, que usó esta expresión. Puede entenderse que cosifica a la mujer y refuerza estereotipos de género, por eso la reservaremos para la pareja del verano, José Luis Ábalos y Koldo.

Un nuevo índice bursátil

Hablamos de un poderío mucho más sofisticado, ese que hace que el orden mundial pueda contenerse en dos copas (las del sujetador). Tiene una explicación similar al llamado índice del dobladillo, que vincula la bonanza económica a la longitud de las faldas. Más cortas, cuando el mercado es alcista; apuntando al tobillo, si hay desplome bursátil. Igual podríamos decir del índice del busto. En época de vacas flacas, sube el valor de los pechos grandes como señal de fertilidad y abundancia. En épocas boyantes, la balanza se inclina hacia la moderación pectoral.

Marilyn Monroe, con sus mamas generosas de posguerra, y Kate Moss, con su pecho minimalista de los estables noventa, encarnan las dos caras del índice del busto. En este momento de tensión geopolítica e incertidumbre como factor común, quizá Zuckerberg hizo uso del «balconette» de Sánchez para adivinar hacia dónde apunta la economía. A diferencia de otros multimillonarios, no fue invitado a la boda de Bezos en Venecia, pero seguro que continuó con sus pesquisas desde las revistas. Desde el Wonderbra de Eva Herzigova, en 1994, nunca los pechos habían alcanzado la fastuosidad que se vio en esta ceremonia nupcial.

Del glúteo al pecho

Incluso Kim Kardashian, que hace de su cuerpo su propio imperio empresarial, ha conseguido desviar la atención de sus legendarias nalgas hacia el torso. Ahora su marca de lencería Skims promociona sujetadores push-up con un pezón de látex respingón. Las tendencias en corsetería nos descubren que sube la demanda de copa C, que indica mayor volumen, y que, a pesar de que en las cirugías estéticas no hay un reclamo de talla exagerada, las mujeres buscan el poderoso efecto de firmeza que da el «balconette».

Kim y Khloé Kardashian en la boda de Lauren Sánchez y Jeff Bezos en Venecia. Gtres

Un estudio de Pornhub de 2017 indicó que los «millennials» no estaban ya tan interesados como las generaciones anteriores en el pecho femenino. Ocho años después, la Generación Z cambia el patrón y la exuberante actriz estadounidense Sydney Sweeney, de 27 años, se alza como la nueva Libertad de Delacroix. La intérprete, que acaba de lanzar su propia marca de lencería gracias al respaldo financiero de Bezos y Sánchez, exhibe sudaderas en las que se leen cosas como «Lo siento por tener grande tetas y opiniones correctas».

Sydney Sweeney protagonizará la nueva película de acción real de Split FictionDifoosion

Espacio político

Con esta celebridad como abanderada, la prensa estadounidense no deja de repetir el titular «Los pechos han vuelto». Después de un tiempo de moderación, las mujeres desean volver a dar el Do de pecho, aunque sus cinturas sean de avispa. Incluso en las pasarelas, tan reacias a cualquier curva que se aleje de las líneas estilizadas, están triunfando los llamados sujetadores de bala o cónicos.

Los pechos generosos están en todas partes y el aumento mamario sigue siendo la cirugía estética más popular en España y, en general, en Occidente. También en TikTok, las mujeres con talla grande reivindican su deseo de ser mejor consideradas y alejarse del estereotipo de chica de calendario que las denigra. Como manifiesto subversivo o pieza clave en los engranajes del poder, también han conquistado el espacio político.

El look de Georgina Rodríguez. @georginagio

Mientras unos aplauden, no faltan críticas de quienes ven una mala señal en el regreso de «las mujeres que despiertan lascivia». En Estados Unidos, el ala demócrata se enrabieta con las mujeres MAGA y su gusto por la ropa ajustada que acentúa sus espléndidas copas C y D, un imán, dicen, para una administración, la de Trump, obsesionada con la natalidad.

No habrá parte de la anatomía humana que genere más debate, más fascinación y más significados. La misma teta puede ser nodriza, erótica o dañada por el cáncer. En cualquier caso, poderosa. El arte ha captado todas sus dimensiones desde las Venus paleolíticas, como las de Willendorf y Lespugue. Sus senos y caderas prominentes eran la mejor alegoría de la fuerza femenina. Un pecho que en la «Virgen de la Leche», de Luis de Morales, muestra a María amamantando a Jesús, como símbolo espiritual y físico, se vuelve sutilmente sensual en las esculturas griegas y alborozadamente erótico en las obras de Renoir. Delacroix quiso que la Libertad guiase al pueblo con el pecho descubierto como símbolo de fuerza y valentía en la revolución. Para las mujeres del Movimiento Femen, el torso desnudo es su símbolo de protesta. Esa teta que tanto simboliza y que Instagram considera indecente se vuelve cancerosa para una de cada ocho mujeres. El 12,5% será diagnosticada de cáncer de mama en algún momento.

El escote de Angela Merkel

La siguiente guerra se librará en la IA. Senos reales contra los virtuales. Veremos cómo se maneja. Si sigue la tendencia, serán redondos, perfectos, con derecho a opinar y con ese sugerente efecto «balconette» al que ni siquiera se resistió Angela Merkel,, en 2008, en una noche de ópera en Oslo. Su pronunciadísimo escote, todo un símbolo del equilibrio entre el poder de la mujer y su feminidad, se convirtió en objetivo prioritario de los fotógrafos.

La excanciller se sorprendió, igual que la política francesa Rachida Dati, a menudo en el foco feminista. «Mi escote no es más provocador que el ego de algunos», defiende esta mujer con firmeza.