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Objetos universales
Una Victoria con alas azules
La Niké de Samotracia, una estatua votiva por las victorias rodias, es la escultura más famosa del periodo helenístico. Descubierta por el cónsul francés Champoiseau en 1863, fue trasladada al Louvre

En 1863 Charles Champoiseau (1830-1909) jefe en funciones del consulado francés en el Imperio Otomano, aficionado a las antigüedades escuchó la fantástica historia de los campesinos que afirmaban que la isla de Samotracia estaba llena de tesoros. En una época donde la arqueología era una herramienta de prestigio solicitó un permiso simple a lo Otomanos y partió hacia Samotracia, hacia el santuario de los Grandes Dioses. Allí el 13 de abril de 1863, Champoiseau descubrió parte del busto y el cuerpo de una gran estatua femenina en mármol blanco, que rápidamente fue interpretada como una Niké, una victoria alada, acompañada de numerosos bloques de mármol gris cuya función no estaba muy clara decidiendo abandonar los bloques.
El hallazgo se identificó como parte de un monumento funerario y envió la estatua a París donde llegó el 11 de mayo de 1864. Una primera restauración fue realizada por Adrien Prèvost de Longpérier, conservador de Antigüedades del Louvre de 1864-1866, quien restaura el cuerpo de dos metros sin cabeza exhibiendo la estatua hasta 1880 entre las obras romanas de la sala de las Cariátides, pasando por diversas salas del museo hasta su ubicación actual.
¿Se imaginan entrar el Louvre y ver a la Victoria de Samotracia tocando una trompeta? Así habría aparecido la estatua si los siguientes conservaores y restauradores hubiesen seguido los bocetos propuestos por Otto Benndorf, arqueólogo y especialista en escultura clásica, quien estudió el cuerpo de la Victoria y los ciento diez fragmentos conservados en el Louvre.
Inspirado por el anverso de un tetradracma de Demetrio Poliorcetes que muestra a una Niké sobre la proa de una nave soplando una trompeta como anuncio de victoria, Benndorf elaboró un bocete siguiendo ese modelo, considerando que la cronología de la estatua era similar a la del tetradracma, moneda acuñada entre el 301 y el 292 antes de Cristo para conmemorar la victoria de Salamina del 306, en la que las fuerzas de Demetrio derrotaron a la flota de Ptolomeo Sóter. Una interpretación del conjunto similar, pero sin trompeta, es producto de las excavaciones de Alexander Conze en el santuario de Samotracia en 1870 tras el hallazgo de los bloques de mármol gris que Champoiseau dejó in situ. Una vez que éstos fueron medidos y dibujados se observó que correspondían a la proa de un barco sobre el cual estaría la estatua.
Ante la noticia, Champoiseau, emprendió una segunda misión a Samotracia del con el único propósito de enviar los bloques de mármol y las losas del plinto de la Victoria al Louvre dejando la base sin tallar en la isla. Una vez los bloques llegaron al Louvre, el conservador del Departamento de Antigüedades inició una reconstrucción inspirada en las investigaciones del equipo austriaco, fijó el ala izquierda con una armadura metálica y reconstruyó en yeso el ala derecha, no recreó ni brazos, ni cabeza ni pies y situó la imagen en la reconstruida proa de bloques de mármol gris de las canteras de Lartos.
Se situó el conjunto en la escalera Daru, una de las seis grandes escaleras construidas en el Segundo Imperio por Hector Lefuel entre 1850-1860, cuando Napoleón III decide ampliar el Louvre, y de donde sólo se ha movido en dos ocasiones: en 1939 desplazada al castillo de Valençay para evitar robos y destrucción duranta la Segunda Guerra Mundial, y entre el 2013 y el 2014, año de su segunda restauración.
Fuerza y elegancia
Hoy sabemos que es un monumento votivo por las victorias de los rodios, con distinta cronología en función de los investigadores. Para Nathan Badoux, la estatua sería una ofrenda de los rodios por la victoria en la batalla de Quíos, 201 a.C., una victoria de la liga de los rodios y el rey de Pérgamo contra Filipo V, rey de Macedonia. Hermann Thiersch, databa el monumento en el 190 a.C., ofrenda por la victoria aliada de los rodios y Pérgamo sobre Antíoco III, tras las batallas navales de Side y Mioneso en la costa jónica.
Este tipo de monumentos votivos no es único en el Egeo, desde el siglo III a.C. se conocen varias ofrendas navales como la del ágora de Cirene, o el conjunto de la acrópolis de Lindos en el santuario de Atenas en Rodas. Su belleza radica en la fuerza y elegancia de una mujer que camina frente a un viento imaginario que da dinamismo a una figura que sin brazos ni cabeza nos trasmite determinación. Igual que en su santuario, hoy recibe a los visitantes del museo en lo alto de la escalera Daru, y aunque no lo podamos percibir con los ojos, tras los últimos estudios, se descubrió que tenía las alas azules.
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