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Hollywood, en defensa de la prensa libre

Una escena del filme de Spielberg, con Hanks y Streep como protagonistas. Junto a estas líneas, los verdaderos Ben Bradlee y Kay Graham, a los que los actores dan vida
Una escena del filme de Spielberg, con Hanks y Streep como protagonistas. Junto a estas líneas, los verdaderos Ben Bradlee y Kay Graham, a los que los actores dan vidalarazon

«Los archivos del Pentágono», que se estrena en enero en España, y que narra el enfrentamiento de dos periódicos con el gabinete Nixon para proteger la libertad de prensa, es un ajuste de cuentas contra Trump de Steven Spielberg, el director fetiche de la industria.

Pocos pueblos como el norteamericano han pensado, sancionado, sopesado, enarbolado, saboteado y hasta sobeteado la palabra libertad. Los peregrinos del Myflower trajeron de Inglaterra las ansias de ejercer su propio culto y, a caballo de las ideas ilumnistas, tiempo después se forjó en Virginia y luego en todo el territorio norteamericano, la conciencia de que en aquel lugar, en aquel momento, un grupo de personas acordaban por siempre que todos venimos al mundo libres e iguales. Había nacido la Democracia en América, el más perfectamente imperfecto contrato social visto hasta entonces, regado en sangre muy menudo, traicionado y rehabilitado otras tantas, hasta crear una noción de destino manifiesto que hace que en todo estadounidense habite el mito, el espejismo quizás, de la libertad.

En esa sugerente fantasmagoría la prensa ha jugado un papel esencial. Para muchos el cuarto poder es la pata sin la cual no se sostiene el armazón de la democracia. Ya en 1791, apenas 15 años después de la Declaración de Independencia, la Primera Enmienda recogía la necesidad de amparar el intercambio de ideas: «El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma; ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa». Nunca más mordazas, nunca más grilletes. En su canónica radiografía política «De la Democracia en América» (1835), Alexis de Tocqueville, ya hacía notar que en la joven nación allende los mares «el poder de la prensa ocupa el segundo lugar, después de la gente». Los periódicos, los panfletos, divulgaban lo que se cocía en Washington, en el Capitolio (aquel gallinero que Henry Adams retrató magistralmente en el clásico «Democracia»), y rebatían o apoyaban dichas ideas según los intereses de los empresarios de la prensa o los grupos de presión a los que respondían. A pesar de que la íntima relación prensa-poder está descrita desde el inicio de las democracias, y aún antes, ya Thomas Jefferson a principios del XIX decía que «ante la alternativa de un gobierno sin prensa libre o prensa libre sin gobierno, me inclino decididamente por esto último».

El mito de la prensa libre, por tanto, es de los más arraigados dentro del mito norteamericano de la libertad. Y no extraña en absoluto que Hollywood, que ama la candidez del héroe común norteamericano, haya hecho del periodista de raza y de las historias de libertad frente a las cortapisas del poder, uno de sus géneros predilectos, desde «Juan Nadie» (1941), «Todos los hombres del presidente» (1976), «Buenas noches y buena suerte» (2005) hasta «Spotlight» (2015). El Oscar a mejor película de ésta última, en la que un grupo de reporteros tumba a las fuerzas vivas de Boston frente a una serie de casos de abusos, demuestra hasta qué punto la industria norteamericana suspira por las historias de hombres honestos, moralmente intachables, frente a las radiografías más ambiguas u oscuras de cintas como «Ciudadano Kane» (1941) o «Primera Plana» (1974). Por eso es de esperar que «Los archivos del Pentágono», estrenada el 22 de diciembre en Estados Unidos y que llega a España el 19 de enero, sea una de las cintas más aclamadas de 2018. Por eso, por dirigirla Steven Spielberg (cronista de la América del individuo frente al poder omnímodo), por llegar en medio de la espiral de las «Fake news» popularizadas por el presidente más crítico con la prensa de los últimos tiempos, Donald Trump, y por centrarse en unos hechos sucedidos durante la polémica presidencia del demonizado Richard Nixon y la guerra de Vietnam.

Vietnam en el punto de mira

La de «Los archivos del Pentágono» –con sus lejanos ecos a las controversias más recientes de WikiLeaks y las filtraciones de Snowden– es la historia de un dilema, aquel que Henry Adams (a él volvemos) resolvía en 1907 de esta manera: «Quienes quitan libertad en aras de seguridad, no se merecen tener ni lo uno ni lo otro». El conflicto arranca en 1971, tercero de la presidencia de Nixon, con el país empantanado en Vietnam. En ese contexto, «The New York Times» y «The Washington Post» (el mismo diario que poco después sacaría a la luz el escándalo del Watergate) decidieron en medio de enormes presiones publicar una serie de documentos del Pentágono que demostraban el encubrimiento gubernamental a numerosos secretos durante cuatro décadas, ligados especialmente a la intervención militar en Vietnam. Los archivos habían sido retirados de manera clandestina por un funcionario y la decisión de los editores de darlos a la luz se saldó con una denuncia ante el Tribunal Supremo con la que Nixon pretendía parar la sangría de informaciones que desacreditaban la campaña norteamericana en el Lejano Oriente y que, para muchos, fue el mayor reto para la supervivencia de la Primera Enmienda durante el siglo XX.

Hollywood ya ha saludado con salvas de artillería este filme de su director fetiche (cronista justiciero de la América del individuo en «Salvar al soldado Ryan», «Amistad», «Lincoln» o «El puente de los espía») que, además, puede leerse como una revancha de la industria frente a los embates de Trump contra la prensa (más aún frente a estos dos rotativos «represaliados» por el presidente) y el gremio de los actores, enfrentados a Trump desde su llegada al poder. Todo ello, con Tom Hanks, un Gary Cooper para el siglo XXI, en el papel de director irreductible del «Post». Su reacción ante una sagaz pregunta de «The Hollywood Reporter» sobre si exhibiría el filme en la Casa Blanca, demuestra hasta qué punto «Los archivos del Pentágono» habla tanto de 1971 como de hoy, de Nixon como de Trump: «Ha llegado el momento en el que, de alguna manera, nuestras elecciones personales van a tener que reflejar nuestras opiniones. Tenemos que comenzar a votar, en realidad, antes de las elecciones. Así pues, yo votaría por no ir a la Casa Blanca». «Este era el año para hacer esta película», aseguró hace un mes en la mencionada publicación especializada Steven Spielberg, de quien es notoria (como sucede con Meryl Streep, coprotagonista de la cinta) su postura anti-Trump.

La primera enmienda

Con los ecos del Oscar a «Spotlight» sonando aún en Hollywood, una cinta con la que guarda mucha relación, «Los archivos del Pentágono» huele a Oscar desde lejos. No ya porque Spielberg es garantía de solvencia técnica y narrativa (tiene cuatro estatuillas en su haber y un crédito inagotable en taquilla) y, encima, se rodea de dos monstruos como Hanks y Streep, sino porque esta cinta que salvaguarda la Pimera Enmienda frente a todos y contra todos es la oportunidad perfecta para devolverle a Trump aquella sonora bofetada de la última gala en la que lamentó la politización de la misma e ironizó sobre el error que otorgó a «La La Land» la estatuilla a mejor película que le correspondía a «Moonlight». Para Meryl Streep, que no anda escasa de Oscar (ganó 3 y ha estado nominada a otras 17), supondría un foro perfecto para lanzar otro de sus «speechs» contra Trump, como el de la gala de los Globos de Oro al que el presidente reaccionó tildándola en Twitter de «actriz sobrevalorada». Por lo pronto, para la gala del próximo 7 de enero de estos premios, «Los archivos del Pentágono» cuenta con 6 nominaciones, entre ellas para Spielberg, Hanks y Streep.

Un trío mágico e inédito

El trío mágico Spielberg-Hanks-Streep no se ha dado nunca en la larguísima carrera de los tres. De hecho, Meryl Streep nunca ha trabajado con Steven Spielberg «físicamente», pues sí prestó su voz para un personaje de «Inteligencia Artificial». La actriz nacida en Nueva Jersey hace 68 años tampoco ha trabajado nunca junto a Tom Hanks, a pesar de que ambos, por separado, sean considerados dos de los mejores actores de su generación. Lo que sí es más que habitual es encontrar a Hanks, nacido en California hace 61 años, en la filmografía de Spielberg. Está será la quinta película en la que coincidan. Su relación comenzó con la recordada «Salvar al soldado Ryan», en 1998. Luego vendrían «Atrápame si puedes» (2002), «La terminal» (2004) y «El puente de los espías» (2015). Hanks y Spielberg forman una pareja bien avenida, que funciona perfectamente en taquilla.

Clooney revivirá el caso Watergate en Netflix

Si hay un caso paradigmático del poder de la prensa como corrector de los abusos de la política ese es el Watergate. Este célebre caso fue recreado en «Todos los hombres del presidente» (1976), con Robert Redford y Dustin Hoffman como Woodward y Berstein, los dos periodistas que destaparon el escándalo. Oliver Stone, que recientemente ha tratado en «Snowden» el caso de las filtraciones, también se fijó en este suceso en su «biopic» «Nixon» (1995). Pero el Watergate ha dado y da para mucho más: documentales, ensayos, películas... y series. George Clooney, que en «Buenos días y buena suerte» (2005) retrató la actitud de parte de la prensa norteamericana frente al senador McCarthy, volverá a hundir las manos en los mecanismo de poder con una serie sobre el caso Watergate para la plataforma Netflix. Se desconoce si la implicación del actor y director pasará por la producción, la escritura o la dirección de la serie, pero sí ha trascendido que cada uno de los capítulos narrará los hechos desde la perspectiva de uno de los implicados.