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Pensar los clásicos

La implacable lógica de Parménides

El filósofo, exponente contrario del pitagorismo, encontró en el verso, las metáforas y diferentes recursos literarios, su vehículo estrella de comunicación

Busto del filósofo presocrático Parménides, rival de los pitagóricos
Busto del filósofo presocrático Parménides, rival de los pitagóricosArchivo

Cruzando el mar, lejos de los milesios y de su espléndida ciudad portuaria de Mileto, cuna de Tales, Anaximandro y Anaxímenes, y también lejos de toda el Asia menor Jonia, en una colonia griega antigua sobre la costa del Mar Tirreno, de nombre Elea, se desarrolló un nuevo principio para la filosofía antigua. Encabezado por Parménides, este nuevo camino de indagación filosófica y científica propugna la primera gran abstracción del pensamiento, la implacable lógica de la razón frente a los sentidos.

¿Por qué nace aquí y ahora el ser puro de Parménides?¿Qué conexiones tiene con la otra gran abstracción del origen del pensamiento humano, la que se da en la India acerca del atman y el brahman y de la no dualidad en esta misma época? Esa era axial no mostraba vínculos aparentes entre Grecia e India, por lo que el gran Richard Seaford promovió la idea de que era la abstracción de la moneda (nacida en ambas latitudes casi a la par) la que produjo el surgimiento del pensamiento abstracto en filosofía y ciencia, que iba en pos de las archai o los principios básicos del cosmos y de la materia. Seguimos en esa misma vía aun hoy, gracias a Grecia e India, a la filosofía, ese invento griego, y a la matemática, esos números indios, con el cero, el vacío y el infinito, que no nos dejan de inspirar. Filosofía y matemáticas son, sin duda, el lenguaje de los dioses.

Legado poético

Pero ¿quién era Parménides de Elea? Nacido en torno al 530 y muerto en torno al 460 antes de nuestra era, es un pensador esencial que vive en un contexto histórico-cultural fabuloso, el de las colonias griegas del lejano oeste, la opulenta Magna Grecia. También Pitágoras, aunque nacido en la Samos jonia, en Asia Menor, pasará a desarrollar su filosofía en Crotona, llegando allá justo hacia el año en que nace Parménides. Pero Elea también había sido fundada por griegos del oriente, de la costa de Asia Menor, en concreto de Focea, un par de años antes de que naciera Parménides: milesios, pitagóricos y eléatas, por tanto, tienen una profunda relación de viajes de ideas, literatura y mercancías de ida y vuelta entre Asia Menor y el actual sur de Italia y Sicilia. Y de cierto que ese paralelo, extendido hacia oriente, toca los mundos de Buda y Confucio, aunque no tenían ninguna relación: es, con todo, sugerente pensarlo.

Elea, como Crotona, tenía un importante trasfondo religioso sobre la base del culto a Apolo y de su hijo Asclepio, dios de la medicina. En el culto apolíneo se empareja Elea también con el pitagorismo y no cabe descartar una relación originaria, aunque parece que Parménides provenía de una familia de médicos que curaban por medio de la adivinación, con el procedimiento de la llamada incubación, por lo que podría haber sido de un familia de iatromanteis proveniente de Focea, como ha propuesto polémicamente Peter Kingsley. También es una zona marcada por los misterios de Deméter y especialmente de Perséfone, con su trasfondo sapiencial, que estudia Zuntz. No hay que descartar tampoco influencias de ese culto a la diosa del paso al más allá, la catábasis del conocimiento. Pero realmente lo que nos es más conocido de él, independientemente de sus orígenes en el mundo apolíneo o mistérico, o de su posible relación por oposición con el pitagorismo, es la magnífica obra que nos ha legado en forma poética.

Su poema «Acerca de la naturaleza» es en el fondo una obra típicamente presocrática, un «Peri physeos», como el de otros pensadores anteriores. Pero contrasta grandemente con ellos, primero, por su forma, como una obra escrita en versos hexamétricos a la manera de Homero y Hesíodo, que aún hoy nos sigue sorprendiendo muchísimo. Curiosamente el gran padre de la lógica occidental inicia su camino de pensamiento impecable e implacable en verso, cargado de metáforas y de todo tipo de recursos literarios y expresivos. Comparado, especialmente, con la prosa rítmica y enigmática de Heráclito, anterior y contra el que parece reaccionar claramente Parménides, es muy diferente. Pero también con la enseñanza oral de Pitágoras. Con estas ideas anteriores establece un diálogo curioso, también con la obra de los milesios, que habían escrito sobre este tema.

Pero, segundo y más importante, contrasta con todo lo anterior por su uso de la razón. Lo primero que hace Parménides es llevarlos a desconfiar de los sentidos –porque a veces nos engañan por diversas razones, incluso por la alucinación o la distorsión de la embriaguez o de los ensueños– y luego nos hace confiar ciegamente en los postulados de la razón pura, es decir, los de la lógica y la matemática en ese sentido luego enuncia su famoso axioma «el ser es y el no-ser no es» (o la nada no existe), negando el cambio y el movimiento que vemos por los sentidos. Lo que parece un golpe fulminante al sentido común, sin embargo, asienta la vía de la razón pura. No será posible ninguna construcción filosófica posterior, por acción o reacción, por parte de los pensadores que van a venir después, sin que sea tenida en cuenta la radicalidad de la propuesta de Parménides. Volveremos a su inolvidable poema, pero vaya por delante que pensar hoy sería imposible sin el aldabonazo a la conciencia que nos propinó a todos el gran Parménides.