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José Luis López-Linares: "El documental es una pelea que dura toda la vida"

El cineasta estrena estos días en cines "Rioja, la tierra de los mil vinos", documental sobre la célebre denominación de origen
José Luis López-Linares, a la derecha, durante el rodaje de "Rioja, la tierra de los mil vinos"
José Luis López-Linares, a la derecha, durante el rodaje de "Rioja, la tierra de los mil vinos"MORENA FILMS
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid / Valladolid Creada:

Última actualización:

Entre vides, verdes y vendimias, el cineasta José Luis López-Linares vuelve a levantar en "Rioja, la tierra de los mil vinos" uno de esos documentales fieles al canon que han marcado su carrera. El director, que debutó en 1990 con la epatante "Asaltar los cielos", regresa a su género predilecto para explicar, de la manera más bella y didáctica posible, el cómo y el porqué de una de nuestras denominaciones de origen más célebres. Lejos del anuncio turístico, pero sin acercarse de los mimbres más clásicos con bustos parlantes, el responsable de la exitosa "España, la primera globalización", presentó en la Seminci de Valladolid su último trabajo, donde atendió a LA RAZÓN.
"Rioja, la tierra de los mil vinos" ya en cines selectos
"Rioja, la tierra de los mil vinos" ya en cines selectosMORENA FILMS
PREGUNTA. ¿Cómo nace el documental, es un encargo o una cuestión más personal?
RESPUESTA. Yo ya había hecho un documental sobre el vino de Jeréz, "Jerez y el misterio del palo cortado", hace unos años. Y así fue como Rodrigo Espinel, que trabaja con Morena Films desde hace años, dio conmigo. Él había conseguido levantar el proyecto, la financiación en sí y hasta la distribución, antes de proponerme hacerlo. Y ahí fue cuando le dije que sí. Normalmente produzco mis propios proyectos, pero yo sabía que podía confiar en Morena Films. Hicimos ya, hace un tiempo, un documental sobre el hotel Formentor ("Formentor. El mar de las palabras"), en Mallorca, y esta es ya la segunda colaboración.
-¿Cómo le da forma a la estructura? Hay bustos parlantes, hay más experiencia y silencios, documental más puro...
-Aunque la idea de la película venga de un impulso ajeno, yo las hago de igual modo a mi manera. ¿Influencia? Bueno, claro, pero quien quiere hacer una película conmigo sabe lo que va a pasar. Yo hago los documentales sin guion, porque son procesos de aprendizaje. Yo no soy un experto en vinos. Ni en nada, si nos ponemos (ríe). Así que necesitaba pasar también por ese proceso para transmitir el conocimiento. Como no sé qué me van a contar los entrevistados, sería desleal intentar llevarles a un sitio prefijado. Es como ir al mercado, comprar lo que está mejor y de temporada, y luego cocinarlo en montaje.
-Y en ese mercado, ¿cómo se criba?
-Con ayuda. Siempre con ayuda. En esta película, como yo no conocía ninguna de las treinta bodegas en las que hemos rodado, contamos con la ayuda de Alberto Gil, periodista del diario "La Rioja". Él ha escrito varios libros, así que nos ayudó muchísimo.
-¿Se puede evitar caer en el anuncio turístico? Sin tener nada en contra de los anuncios turísticos...
-Se puede, se pude. Y creo que lo he conseguido. Como director de fotografía, he hecho publicidad durante mucho tiempo, así que sé cómo huir de ella. Intento buscar la verdad de las cosas, pero es muy huidiza. Además, tiene matices. La mentira, en cambio, siempre es directa y plana. Y, realmente, la belleza es la verdad comprendida por los sentidos. Lo único que hay que procurar es no liarse.
-¿Sigue habiendo hueco para el documental en las salas comerciales? Para el que no es evento o "true crime", por ejemplo.
-Es complicado. Demasiado. Y a veces se le quitan a uno las ganas. Pero es que llevo 25 años haciendo documentales. Quizá el que más éxito tuvo fue el primero (habla, López-Linares de "Asaltar los cielos", sobre el asesinato de Trotsky) y el penúltimo ("España, la primera globalización"). Este último, por ejemplo, fue la película española número 14 en recaudación. Eso da cuenta de la miseria del cine español, en cierto modo. El documental es una pelea que dura toda la vida. Y ahora se hacen muchos más. Se hacían reportajes, sí, pero no documentales. Empecé a hacerlos porque pensaba que podíamos, que al público le gustaría. Nos seguimos buscando.
-¿La proliferación documental tiene que ver con que ahora hacemos más audiovisual o con que ha cambiado nuestra relación con la verdad?
-Puede ser, porque ambas cosas han ido de la mano. ¿Pero cuántos son muchos? ¿Cuántos de estos valen para algo? Cuando acudes a una plataforma, si no hay crímenes les interesa poco. Tiene que ver con una cierta idea distinta de la realidad, cuando la gente busca plausibilidad más que realidad. En España se están haciendo 80 o 90 documentales al año, lo cual es una barbaridad y muchos ni se ven. Pero es positivo, porque eso ha eliminado el rechazo a la palabra como algo necesariamente aburrido... Una vez, Ken Barnes, el cineasta, me dijo: "Si quieres hacer documentales, olvídate de la alfombra roja".