San Martín

Las huellas de Pieter Bruegel

El Prado restaura «El triunfo de la muerte» y le devuelve el esplendor a la obra del maestro flamenco, de quien han reaparecido sus marcas dactilares en la pintura.

Nadie sabe cómo ni por qué llegó el cuadro a España, en torno a 1560, donde pasó a parte de las Colecciones Reales
Nadie sabe cómo ni por qué llegó el cuadro a España, en torno a 1560, donde pasó a parte de las Colecciones Realeslarazon

El Prado restaura «El triunfo de la muerte» y le devuelve el esplendor a la obra del maestro flamenco, de quien han reaparecido sus marcas dactilares en la pintura.

El Museo del Prado volvió a exponer ayer al público, tras un año de restauración, «El triunfo de la muerte», obra maestra de Pieter Bruegel El Viejo, una tabla al óleo que está próxima a cumplir 500 años de vida. Tras delicadísimos trabajos de restauración llevados a cabo por María Antonia López y José de la Fuente, la pieza ha recobrado su nitidez, color y brillo originales. Sin embargo, lo que más fascinó a López, que se dedicó con esmero a cada pulgada de la obra, fue encontrarse todavía allí las huellas dactilares del maestro atrapadas en la fina capa de la pintura original. «Ha sido encontrarme esa humanidad lo que más me ha emocionado», comentó ayer ante la Prensa. La obra, de tono moralizante, muestra la inexorable victoria de la muerte sobre todas las cosas y personas de cualquier condición. Por el aspecto que lucía ayer, el cuadro podrán verlo varias generaciones más.

La obra era la única que tenía El Prado del pintor hasta la adquisición en 2011 de «El vino de la fiesta de San Martín», pieza a la que acompañaba ayer con su brillo restablecido. No se sabe cómo llegó a España, se supone que en torno a 1560 o 62, pero sí que fue sometida a varias restauraciones que dañaron partes de la pintura por la colocación de un soporte que impedía el movimiento natural de la madera. Las cuatro planchas que conforman la pieza habían sido mal niveladas y para subsanar este problema se le aplicaron repintes de forma un tanto basta. Sin embargo, según señaló ayer la restauradora, ninguno de los daños era irreversible.

Truculencia e ironía

«Es un cuadro de una calidad excepcional de un pintor necesario en la historia del arte europeo y que está al mismo nivel que El Bosco», dijo el jefe de Conservación de Pintura Flamenca del museo, Alejandro Vergara. A su juicio, la pieza reúne una mezcla única de las tradiciones medievales con una «imaginación asombrosa». Pieter Bruegel no fue pintor hasta los últimos años de su vida, cuando realizó cerca de 40 cuadros con una maestría excepcional. La relación con El Bosco es muy evidente por la fantasía o truculencia que se alternan en las distintas escenas de la pintura y también por el humor negro y la ironía. Aun siendo un pintor de élite y ortodoxo, Bruegel era independiente y contaba historias cotidianas, dando lugar a obras que en su momento eran difíciles de entender. En «El triunfo de la muerte» aparecen escenas como un esqueleto sentado meditando sobre la muerte de un pájaro que yace delante o unos peces grandes comiéndose a otros más pequeños. Hay una aldea arrasada, un juicio final cerniéndose sobre todos por igual y un batallón de esqueletos marchando hacia lo inevitable. La pintura ha recuperado el tono original, de amariloos y ocres, los azules y rojos y los matices que estaban igualados por un pesado barniz. La operación fue muy compleja porque la capa original de pintura era tan fina que había riesgo de perderse al quitar el añadido. Bruegel vuelve a brillar.