cultura
Libros de la semana: Virginia Feito se venga de la novela victoriana en su regreso
Un ensayo sobre la amistad y uno de los mejores ensayos de crítica de arte son otras novedades que nos trae la semana
Una institutriz vengativa y sedienta de sangre
Virginia Feito ahonda en las señas de su primera obra: el aparato psicológico de los personajes, pero esta vez en una parodia de la novela victoriana
Por Ángeles LÓPEZ
«Victorian Psycho», de Virgnia Feito ★★★★
Después de «La señora March», Virginia Feito reafirma su posición como una de las autoras más audaces al entregarnos una obra que desafía las convenciones del género gótico y del thriller psicológico. Esta historia, que sale el día 9, cargada de humor negro y violencia visceral, combina la ambientación de la Inglaterra victoriana con una narradora inquietante y fascinante. La trama gira en torno a Winifred Notty, una institutriz que llega a Ensor House para educar a los hijos de la familia Pounds, Drusilla y Andrew. Lo que parece ser una premisa clásica de novela victoriana pronto se convierte en una espiral de horror psicológico, humor macabro y violencia creciente. Desde el principio, la autora marca el tono con una frase impactante: «En tres meses todos en esta casa estarán muertos». La narración nos sumerge en la mente trastornada de Winifred, cuya aparente compostura esconde un torrente de compulsiones oscuras y deseos violentos. La culminación de su locura se manifiesta en una masacre navideña que redefine el concepto de desenlace gótico. Feito demuestra una maestría impresionante en la creación de una atmósfera opresiva. Ensor House no es solo un escenario, sino un personaje.
El retrato de la protagonista es una de las mayores virtudes de la novela. Winifred es compleja, con destellos de humanidad que hacen que su oscuridad sea aún más perturbadora. La autora utiliza la narración en primera persona para explorar la psique de su protagonista, logrando un equilibrio entre empatía y repulsión similar al de Patrick Bateman en «American Psycho». El humor negro también desempeña un papel crucial. Las observaciones sardónicas de Winifred sobre las convenciones sociales victorianas aportan un contrapunto cómico. A pesar de sus aciertos, la novela presenta dificultades de ritmo. La primera mitad puede resultar lenta. Además, ciertos personajes secundarios, como la familia Pounds, carecen de profundidad y parecen más símbolos que individuos completos. Esto, aunque coherente con la narración desde el punto de vista sesgado de Winifred, resta algo de riqueza al conjunto.
Lo mejor: La complejidad psicológica de Winifred y la atmósfera gótica opresiva
Lo peor: Problemas de ritmo inicial y personajes secundarios poco desarrollados
La amistad, un vínculo a veces muy poco valorado
«Un elogio de la amistad» de Geoffroy de Lagasnerie ★★★★
Geoffroy de Lagasnerie vuelve sobre un tema que tocó Montaigne, pero desde la óptica de este siglo que está lleno de tantos afectos falsos impuestos
Por Diego GÁNDARA
¿En qué momento uno se da cuenta de que lo importante no es tener amigos sino ser amigo de alguien y cultivar ese tipo de amor llamado amistad? Cuando comprende, quizás, que la amistad es un sentimiento genuino y que implica el encuentro con el otro y celebrar ese encuentro. Y no sólo eso: sino también como una resistencia a la normativa social de que sólo puede vivirse en familia, dentro de unos límites sanguíneos. Eso es lo que plantea el sociólogo Geoffroy de Lagasnerie en «Un elogio de la amistad», un libro personal de corte ensayístico, en el cual mezcla su vida privada, amistosa, junto a dos amigos con los que convive, con una mirada tan lúcida como lúdica sobre eso que llamamos amistad, con referencias a Michel Foucault o Roland Barthes.
Pensar, intervenir
«Vivo una relación con Édouard Louis y Didier Eribon que ya dura más de diez años –señala de Lagasnerie–. Algo cambió en nuestras vidas, se produjo una quiebra profunda en nuestras existencias: empezamos a viajar juntos, a cenar los tres casi sistemáticamente, a crear, a pensar y a intervenir juntos en el espacio público, a celebrar juntos nuestros cumpleaños y los momentos tradicionalmente asociados a la familia, como la Navidad, a compartir la integridad de nuestra vivencia.» El libro, a partir de esa experiencia, es una reflexión no sólo sobre la vida amistosa, algo cenobítica, de los tres amigos, sino una defensa de un modo de vida diferente, más abierta, pero exenta de la idea de propiedad y de posesión e íntimamente relacionada con el afecto. «La amistad está abierta al mundo exterior y anhela nuevas conexiones –afirma el autor–; rara vez implica celos, posesividad o sospecha.» El libro nos invita a reflexionar sobre los diversos modos de vida como lo opuesto a los vínculos familiares y a todo vínculo en los que haya imposición. Y nos muestra que ciertas aspiraciones que parecen utópicas pueden realizarse, siempre y cuando sea, de algún modo, una «declaración de independencia frente a las instituciones sociales y su modelo convencional de felicidad».
Lo mejor: El estilo, que combina una erudita claridad con reflexiones profundas
Lo peor: No hay nada cuestionable en este libro, aunque por momentos parece frío
La crítica, concebida como una de las bellas artes
«El espacio salvado» de Alberto Ruiz de Samaniego ★★★★★
Este volumen reúne textos alrededor de figuras tan complejas como Velázquez, Goya, Juan Muñoz o Kurós de Creso. Un gran libro de arte
Por Pedro ALBERTO CRUZ
El Alberto Ruiz de Samaniego es uno de los referentes indiscutibles de la crítica y la teoría del arte, así como uno de los autores más prolíficos e intelectualmente más inquietos de nuestro panorama académico. Su último texto –«El espacio salvado. Álbum de imágenes»– constituye una de esas rara avis que solo el conocimiento enciclopédico e íntimo de una materia se pueden conceder. A partir de la técnica clásica de la écfrasis –la representación verbal de una figura visual–, Ruiz de Samaniego plantea una «errancia hedonista» por la historia del arte mediante una serie de imágenes de paisajes, estancias, objetos, cuerpos y rostros que son descritos en un breve texto.
Una cuestión de piel
La nómina de artistas es tan amplia e imprevisible como sorprendente: desde un Kurós de Creso hasta una instalación de Juan Muñoz, pasando por Velázquez, Goya, maestros holandeses e italianos y un largo etcétera. El concepto de «descripción» que cultiva el autor ha de ser entendido más en un sentido oblicuo que lato. La suya no es una labor hermenéutica, sino de piel: se trata de conseguir las palabras que ericen la textura de las obras y permitan al espectador entregarse al placer del puro ver. El objeto de cada texto es lo «evidente oculto» de cada imagen; una suerte de juego de la seducción que –como advirtió Baudrillard– se dirime en la superficie de las cosas.
Algunos de los textos que componen este libro suponen auténticas cumbres de la literatura artística contemporánea. Es muy difícil escribir sobre arte mejor de lo que lo hace Ruiz de Samaniego. Sus palabras adquieren ora la densidad de la carne, ora la transparencia del aire. Además, cada uno de los textos que acompañan a este álbum de imágenes deriva en una escritura híbrida que injerta, en único patrón, lo mejor de la crítica de arte, de la poesía, del microrrelato y del aforismo. «El espacio del arte…» compone así una cartografía de la escritura gozosa sobre arte que, en breve, ascenderá al nivel de clásico.
Lo mejor: Uno de los libros sobre arte mejor escritos de los últimos años
Lo peor: No existe nada en absoluto . Es perfecto en su ejecución
Schiavone, un detective con dos millones de lectores
«No más apuestas» de Antonio Manzini ★★★
Antonio Manzini vuelve con una historia protagonizada por este personaje que no despierta simpatía pero que tiene hasta una serie de televisión
Por Lluís FERNÁNDEZ
En la biografía de Antonio Manzini, el novelista tiene a gala resaltar que fue alumno de Andrea Camilleri en la Accademia Nazionale d´Arte Dramatica. Las trece novelas de las que costa la serie del subjefe Rocco Schiavone así lo atestiguan: un sagaz y testarudo detective romano que ha perdido a su mujer y ha sido castigado al frío polar de los Alpes de Aosta, circundado por una serie de personajes incultos que pueblan la comisaría, similares a los Catarella, «Mimì» Augello y el agente Galluzzo que desesperan al comisario Montalbano en la serie de Andrea Camilleri.
Si Montalbano es respetuoso con la ley pero se la salta cuando conviene, Schiavone es un tocapelotas irascible y poco amante de la ortodoxia policial. Viste loden y zapatos ingleses Clark inapropiados para la lluvia y la nieve alpina. Ambos tienen que lidiar con unos subalternos salidos de un sainete costumbrista. Lo que recuerda su origen mediterráneo: Pepe Carvalho y su ayudantes, el zoquete Biscuter, Charo y Bromuro de Manuel Vázquez Montalbán.
Novela «dura»
Todos ellos tienen una acendrada pasión por la comedia de costumbres, ajena a la novela «dura» clásica de Chandler y Hammett. Además, Montalbán introdujo en la novela policiaca mediterránea el gusto por la cocina tradicional española. Aspecto que seguirán numerosos autores italianos y españoles ensalzando las cocinas regionales.
Asentado este tipo de relato novelesco en la tradición del «giallo», a nadie ha de extrañar la alternancia entre la trama policiaca, diseminada por el relato casi como un juego de intriga, y el sainete que permea la historia hasta dominarla, ya sea como el Vigata de Montalbano, la Aosta de Rocco Schiavone o el Nápoles del comisario Ricciardi. Antonio Manzini ha publicado trece novelas de Rocco Schiavone, lleva vendidas dos millones y su serie televisiva es un éxito en Italia. ¡Quién puede pedir más!
Lo mejor: El autoritario subjefe Rocco Schiavone, un tocapelotas de aúpa
Lo peor: Las divagaciones sobre los amores de los personajes secundarios