Cultura

Crítica de libros

La impostora señorita de compañía

La impostora señorita de compañía
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Wilkie Collins (Londres 1824-1889), uno de los padres de la novela policíaca y de misterio gracias a sus novelas «La piedra lunar» y «La dama de blanco», fue un gran amigo de Dickens, autor en el que piensa a menudo el lector cuando se encuentra inmerso en una sociedad victoriana despiadada con los pobres y los pecadores, especialmente si son mujeres y han llevado una vida «deshonrosa». Es el caso de Mercy Merrick, que intenta dejar atrás su pasado como prostituta y se alista como enfermera voluntaria en la guerra franco-prusiana. Durante una batalla decide suplantar la identidad de una mujer fallecida y con sus documentos presentarse como señorita de compañía de una dama de la alta sociedad londinense.

Cuando parece haber encontrado refugio y respetabilidad con esta señora, la impostora descubre con horror que quizá se precipitó al considerar que aquélla había muerto. El suspense, las sorpresas y la tensión, elementos habituales del autor, aparecen en esta ocasión al servicio de una de las mayores críticas sociales del conjunto de su producción, que se centra en esta ocasión en el papel de la mujer en la sociedad y en sus dificultades para llevar una vida digna e independiente.

La narración evoluciona utilizando elementos melodramáticos y manteniendo en alto el interés del lector, algo que Collins domina de forma magistral, acostumbrado a escribir por entregas en los diarios. Cada capítulo es una sorpresa que apremia a la lectura del siguiente. Borges dijo de Collins que era un «maestro de la vicisitud de la trama, de la patética zozobra y de los desenlaces imprevisibles». Así es en este caso, «La nueva Magdalena», un melodrama con altura literaria en el que las jóvenes descarriadas, las damas bondadosas, los hombres abyectos y la hipocresía social construyen una certera visión de la época.