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Lorca

Nazi, mutilado y arrepentido

Nazi, mutilado y arrepentido
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¿Qué relaciones pueden establecerse entre los folletines decimonónicos y las sagas policíacas posmodernas? La primera, el cambio del héroe atribulado al personaje problemático. La segunda, la disminución de la narración melodramática y la complejidad del universo ficticio del protagonista. Al contrario de los viejos folletines episódicos, unidireccionales y recurrentes en su trama y cuyos héroes carecen de entidad psicológica, las sagas actuales están concebidas como una ampliación del campo de batalla del detective y su entorno. Además de mezclar los géneros agregan nuevos conocimientos al mundo del detective, mientras que en las novelas por entregas prima la acumulación de incidentes repetitivos y la sorprendente aparición de nuevos personajes.

Intrigas de guerra

En esta proliferación de subgéneros policíacos, uno de los más singulares es el «thriller» histórico. Tuvo un brote genial con Agatha Christie, «La venganza de Nofret» (1944), ambientada en el Antiguo Egipto, pero la moda se estableció con Ellis Peters y su hermano Cadfael, ambientada en el Medioevo, y el resonante éxito de Umberto Eco con «El nombre de la rosa». Desde entonces, la novela histórica se ha expandido hasta la contemporaneidad, dando lugar a unos tipos muy singulares de intrigas ambientadas en las guerras mundiales, el gueto de Varsovia o la Guerra Civil española, extremando hasta el absurdo la licencia del detective privado en la Prehistoria, el Antiguo Egipto o el Medioevo, utilizando el estilo y las técnicas forenses modernas. Dentro del «giallo storico», los más singulares son el comisario Ricciardi y el comandante Martin Bora, dos detectives tan atormentados como depresivos, creados por Maurizio de Giovanni y Ben Pastor. La acción transcurre en el Nápoles fascista y en diferentes escenarios de la Segunda Guerra Mundial, con incursiones excepcionales en la búsqueda del cuerpo de Lorca en España. Mientras que De Giovanni integra los hechos históricos en la acción, Ben Pastor toma como pretexto la investigación para armar un relato histórico que, paradójicamente, no se sostendría por sí mismo, siendo la figura insólita del investigador, Martin Bora, un comandante nazi inspirado en el coronel Claus von Stauffenberg, planificador del atentado frustrado contra Hitler, el elemento más atractivo de sus macizos relatos. Epítome del investigador posmoderno: católico, problemático, mutilado y en evolución desde su posición de nazi convencido a otra más crítica. Lo mejor, su prosa, de una calidad desusada, y un grado de precisión en la adjetivación superior al resto de autores, incluido Philip Kerr, que también ambienta sus obras en la Segunda Guerra Mundial y alguna en Ucrania, como «Cielo de plomo», adecuada para entender su deriva histórica.