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“Manual corsario”, la antología con los textos más reveladores de Pasolini

Alessandro Ryker traza un recorrido por la amplísima obra del intelectual italiano explicada con breves ensayos biográficos
Farabola/Leemage©Farabola/Leemage

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Alessandro Ryker explica en el prólogo de “Manual corsario” por qué el descubrimiento de la figura de Pier Paolo Pasolini fue uno de “los regalos más bellos que me ha hecho la vida”. Tenía 18 años el prologuista cuando cayó en sus manos el poemario “Poesia in forma di rosa” (1964): “Ya no pude despegar los ojos de aquel libro (en el autobús, al bajar, caminando…) hasta la última página. Cada poema, ya fuera larguísimo o brevísimo, me traspasaba con un amor sin piedad; y luego el poema en forma de rosa, escrito y dibujado a la vez, dibujado con palabras, con pétalos dedicados; y los poemas en forma de cruces, con una columna de versos breves, seguidos de unos cuantos versos muy largos y, de nuevo, una columna final de versos breves; cruces como amenazas, como profecías”.
Ryker es el autor de la antología más grande publicada en español hasta la fecha sobre el escritor y cineasta italiano. Leyendo cada una de las páginas del libro editado por Altamarea emerge con fuerza la figura de un escritor voraz que cultivó géneros como la poesía, la novela, la canción, el teatro, el artículo periodístico y mucho más. Todo ello describe una figura poliédrica que va más allá de la posición de intelectual incómodo y escritor político que muchos lectores tienen de Pasolini.
La antología traza un recorrido que comienza con los primeros textos de los años cuarenta hasta su muerte, intercalando las producciones más significativas del intelectual italiano con breves ensayos biográficos y con intervenciones de estudiosos y conocedores de la obra y de la figura de Pasolini de la talla de Bernardo Bertolucci y Remo Bodei.
Piezas de todas sus épocas y de todos los géneros literarios han sido cuidadosamente seleccionadas de entre la ingente producción de Pasolini (“formada por diez abultados tomos de papel biblia”), engrosada durante los años ochenta y noventa por títulos póstumos que consiguieron arrancar en Ryker “el mismo efecto de sorpresa, de felicidad y dolor cada vez renovado, tan constante y persistente que, en un momento dado, empecé a preguntarme: ¿Por qué? ¿Cómo es posible que este hombre me conmueva «siempre» tanto? ¿Qué tiene Pasolini que, sea cual sea la forma literaria que escoja, revuelve mi consciencia y mi visión del mundo?”
El prologuista reconoce que tardó años en encontrar una respuesta para explicar su pasión por Pasolini. La revelación le llegó con la lectura de “Petróleo”, obra inacabada de más de seiscientas páginas en la que Pasolini trabajaba cuando fue asesinado en 1975. En ella Ryker halló “una forma de libertad total, absolutamente novedosa” y se dio cuenta que la tendencia a “salirse del género concreto” era una constante en la obra del italiano, de tal forma que el Pasolini «en forma de poeta» nunca era solo poeta, ni el «novelista» era solo novelista, ni el «cineasta» era solo cineasta.
En definitiva, la voluntad de privilegiar “siempre su necesidad de expresar la realidad” más allá del corsé de “las formas ortodoxas” que “demuestra muy a menudo con composiciones formalmente perfectas, como ejercicios de estilo, cuyas leyes observa y respeta cuando estas son suficientes para sus fines”. Sin embargo, “cuando son insuficientes, Pasolini siempre escoge la sinceridad con obstinada urgencia, incluso a costa de tener que inventar cada vez una nueva forma de expresión: la poesía política, la sociológica, el realismo dialectal, formas nueva de teatro, o la novela de apuntes”.
Ryker escribe en el prólogo que Pasolini, con su inquebrantable disposición a romper la forma, encarna “el paradigma de la honestidad intelectual”. Con respecto al fondo de la obra pasoliniana, destaca su “siempre apasionada defensa de los desheredados (...) su radical crítica de la burguesía y del conformismo como cánceres en la evolución de la humanidad; su valiente obstinación por desenmascarar la hipocresía, tanto en la esfera personal como en la social y política; su nostalgia y amor sin fin por lo ancestral; su religiosidad, tan profunda como laica; su asombrosa capacidad de detectar los cambios sociales (y antropológicos) en el momento en que aparecen, y de prever sus consecuencias, a menudo a partir de detalles aparentemente irrelevantes; su coraje, constante y admirable, a la hora de exponer todo lo que percibe de manera contundente, sin miedo a ser desmentido; su lucidez al argumentar; y finalmente, su infinita humanidad, su inagotable amor por la vida, su capacidad de sufrimiento, su ya proverbial desesperada vitalidad. Esa sensación, de estar leyendo a alguien que en ningún momento quiere engañarme”.