Sección patrocinada por sección patrocinada

Entrevista

Carlos Rodríguez Braun: «La economía es la acción cotidiana de la gente: ¿por qué no vamos a reírnos?»

En «Greguerías liberales» el profesor aplica con arte el género ramoniano por excelencia a la economía, la política y la sociedad

Carlos Rodríguez Braun, economista.
Carlos Rodríguez Braun, economista.Jesús G. FeriaFotógrafos

Raro es quien no conozca al profesor Carlos Rodríguez Braun: como escribe Rafa Latorre en el prólogo al último libro del economista, «Greguerías liberales» (LID editorial): «basta con mentar al profesor para que todos se ubiquen inmediatamente». Sus latiguillos e interjecciones radiofónicas son ya un clásico de nuestras ondas. Ahora, ese cóctel imposible, de cien mililitros de economía con un chorrito de humor, que el profesor patentó y nos sirve a diario en la radio y en sus artículos en LA RAZÓN, nos lo suministra en forma de chupitos de ingenio, y a este invita la casa: «Los admiradores de Hayek se cuentan, en realidad, por cientos de millones. Muchos reniegan de Friedrich, pero aprecian a Salma.»

¿Qué tal se llevan la economía y el humor?

En principio, la economía y el humor son como el agua y el aceite: no se mezclan, ni se deberían mezclar; y en el fondo es un poco absurdo, porque la economía es la acción cotidiana de las personas, así que por qué no nos vamos a reír también de eso. Además, los economistas cometemos tantos errores y decimos tantas tonterías que un poquito de humor creo que viene bien.

Recupera el género ramoniano de las greguerías, aunque luego dice que las suyas no son verdaderas greguerías y que el liberalismo no cabe en unas frases.

Las greguerías son greguerías en el sentido en que las impulsaba o propiciaba Ramón: píldoras intelectuales, o como lo llamaba él con mucha gracia, «buscapiés del pensamiento». La objeción más fuerte para mí es que siempre hemos dicho los liberales que la sociedad, la economía y la política son mucho más complejas que lo que dicen los socialistas. Hemos acusado a los socialistas de reducir esa complejidad en consignas populistas; y entonces me podrían acusar a mí exactamente de lo mismo. Mi defensa sería que la greguería no es una teoría ni pretende serlo: aspira a iluminar algún lado poco conocido de la realidad, con las mínimas palabras posibles y con el máximo humor posible.

Citando a Hayek, habla de «los socialistas de todos los partidos». Si hay socialistas entonces en un partido liberal, también puede haber liberales en un partido socialista, ¿no?

Absolutamente, por supuesto que sí. Hay socialistas en todos los partidos y naturalmente que hay liberales en un partido socialista. Alguna persona habrá que defienda la libertad en el PSOE, aunque imagino que a esa persona la tienen detrás de un biombo ahora.

Carlos Rodríguez Braun, economista.
Carlos Rodríguez Braun, economista.Jesús G. FeriaFotógrafos

Dice que «el chivo expiatorio es el mejor amigo del hombre». ¿El peor enemigo del ciudadano es esa hidra formada por el Estado, los impuestos y el socialismo?

(Ríe). En realidad, hay que decir «valga la redundancia», porque el socialismo por toda definición desde luego cree en el Estado; los socialistas no creen en los hombres y mujeres libres; siempre creen en la colectividad política y en el Estado. Si no creyeran en eso, yo creo que serían liberales. Y no hay socialista que no idolatre los impuestos. Al final esas tres cosas son la santísima trinidad del socialismo.

«El pesimismo es el prólogo de la servidumbre», escribe.

El pesimismo desarma, te deja expuesto al engaño, te rebaja el coste de oportunidad: «si todos vamos a ser esclavos para qué voy a luchar yo por la libertad»; te prepara para que vengan los socialistas de todos los partidos a quitarte la libertad y el dinero.

¿Y qué quiere decir con eso de que «El Estado está»?

Es una vieja falacia que yo denuncio, y como la gente dice que como el Estado está y hace cosas, entonces esas cosas que el Estado hace porque está no se harían si no estuviera.A partir de ahí te dicen que sin Estado no habría sanidad, ni educación, ni pensiones... ¡No, hombre!, naturalmente que las habría, porque el Estado no tiene el dinero, todo el dinero se lo quita a la gente; si se lo dejara a la gente pues no nos lo íbamos a gastar todo en juergas.

«La izquierda sube los impuestos y crea derechos; la derecha también sube los impuestos, pero recorta derechos».

Aquí hago una broma con este cántico permanente de la izquierda, que dice que ellos crean derechos: esa es una gran falacia antiliberal, porque deposita en el Estado la capacidad de crear derechos. El liberalismo sostiene que los derechos son de la gente: primero son de las mujeres y de los hombres, y sólo después el poder puede meterse con ellos. Y al mismo tiempo la izquierda dice que los de derechas son los que recortan; no, recortan todos, en la medida en que suben los impuestos.

Como amante del humor gráfico, ¿cómo ha sido trabajar con un viñetista?

Tengo una vieja admiración por los dibujantes, que son muy buenos en mis dos patrias. Rafa Sañudo y yo somos amigos, y me dijo que teníamos que hacer algo juntos: esta era nuestra oportunidad. Fue una experiencia buenísima: estoy pensando que el próximo libro lo puede hacer Rafa sólo, únicamente con dibujos (ríe).