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Goles, ladrillo y muerte: el triángulo del “thriller”

Iñaki Cano traza en su debut literario una novela negra articulada por la corrupción en torno un club de fútbol

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Si en esta información incluimos los nombres, nos veremos obligados a tomar represalias contra cada lector, así que vamos a contar esta trama de corrupción, poder y fútbol con los nombres ficticios (insistimos: cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia) que el periodista Iñaki Cano (Madrid, 1983) prefiere utilizar para desvelar una gigantesca conspiración que involucra al presidente del club de fútbol más poderoso del mundo, Valentino Ruigémez, la reina de los programas matinales, Anabel González, y un periodista de sucesos que primero llega a la escena del crimen porque es más “listo” que los demás. Todo se precipita cuando el presidente del club de fútbol decide promover la construcción de unas torres de oficinas en el Parque del Retiro. Esta es la premisa de “Si te digo mi nombre tendré que matarte” (Ediciones B), el debut literario del periodista deportivo, una historia negra como el alma de millonario.

Todos los personajes de esta historia son mezquinos. No se salva ni uno. “De pequeño te dicen que hay que ser bueno y es verdad, hay que serlo, pero cuando creces te das cuenta de que estamos rodeados de gente mala y nuestra generación está muy puteada por un sistema que han creado los que deberían darnos ejemplo”, dice Cano sobre una especie de rencor “millenial” que parece padecer el protagonista, de quien ni siquiera conoceremos un apelativo y a quien mueve una actividad homicida con un punto justiciero. Otro de los personajes, en la misma franja de edad, trata de no ahogarse en una encarnizada lucha de poderes en la sombra aunque en apariencia emanen de personas e instituciones respetables. “No llegas a ser multimillonario siendo una buena persona y sin cometer ningún delito o sin saltarte un puñado de leyes –dice Cano-. ¿Son malos? Parece que sí”. Son, además, instituciones que se concitan en palcos de fútbol, como si de las cacerías de Franco se tratasen. “Puedes ver al poder reunido y a cara descubierta en el palco de un estadio de fútbol. Y no hablo solo de uno concreto. Viendo al Barça o al Athletic tienes la misma imagen. Y si hablamos de un equipo de provincias, allí están los concejales. Al mismo tiempo, la política se ha ‘’futbolizado’’. Hay programas que informan de ella minuto a minuto, como un programa que siguiera la jornada de Liga. Yo el fútbol cada vez lo sigo menos pero cualquiera sabe que lo abarca todo: lo inmobiliario, lo turístico, el entretenimiento... Y sabemos que la política y el fútbol se relacionan, aunque no sabemos cuánto. Por el bien de la ficción, yo quiero imaginar que mucho”, ríe Cano.

El escritor sabe que el dinero lo corrompe todo. “Hasta la persona más íntegra tiene un precio –sostiene-. Todo el mundo. Y los futbolistas, los que más, claro. Sufres un escarnio seis meses y sigues. O vistes una marca que explota a los niños en las fábricas o disputas un mundial en un país que oprime a las mujeres y miras para otro lado...”. Esta visión no ha acabado del todo con la ilusión por el deporte de quien se encarga de narrarlo. “Quiero creer en ello todavía, por no matar a ese niño interior, pero hay asuntos que te hacen dudar: la sanción a Sinner, las presiones mediáticas por los arbitrajes... Pero los deportistas siguen haciendo algunas cosas increíbles que te animan a seguir creyendo”.

En esta historia, sin destripar nada, hay una moraleja: siempre hay alguien más listo que tú. “Siempre. Tú puedes tenerte en muy alta estima. Yo me considero muy listo, muy vivo, aunque no inteligente. Pues me han engañado bastantes veces. Y tengo conocidos que les considero aún más listos, que tienen calle y son rápidos y a estos también les han engañado. Siempre hay alguien más listo que tú y más malo que tú. Hay un personaje que se cree muy listo, es el retrato de alguien que en la sociedad consigue medrar, por las razones que sean, pero no es inteligente. Es un retrato de lo que pasa en España, que hay muchos casis –casi guapo, casi listo, casi bueno- que son los realmente peligrosos. Hay varios casis en puestos importantes de este país. Gente que no es inteligente y que toma decisiones terribles. Pasa en la política y pasa en el deporte. Yo he disfrutado mucho escribiendo sobre ellos porque conozco a mucha gente que entran en ese perfil de la persona “casi” de ese personaje”. Pero los aludidos no se reconocerán. “Por supuesto que no. Porque un casi listo no se considera tonto, sino más listo todavía. Probablemente lean el libro (si lo leen, que estas personas no son muy de leer) y no sabrán que se trata de ellos”. Ni nadie, porque si decimos los nombres, tendríamos que matarles.

Una noche en el Palomo

La noche de Madrid tiene un papel fundamental y Cano hace una decantación del bagaje de años por sus calles en un local ficticio, el Palomo, donde se cuece lo más granado de la ciudad a golpe de cubata y cocaína. “He vivido mucho la noche de Madrid desde los 17 años y he tenido la suerte de ir a muchas ciudades del mundo y no hay nada que se le compare. La luz del día es increíble, pero la noche es increíble. Puedes encontrar la fiesta más glamurosa y enfrente un antro apestoso con gente igual de increíble", dice Cano.