Buscar Iniciar sesión
Sección patrocinada por

José Ángel Mañas: “Creo en la literatura que recrea con intensidad la sensación de estar vivo”

El autor de “Historias del Kronen” hace balance existencial y literario tres décadas después de su éxito como debutante, que nunca logró superar
José Ángel Mañas: “Creo en la literatura que recrea con intensidad la sensación de estar vivo”
José Angel Mañas, autor de la novela "Historias del Kronen"Jesús G. Feria
Ulises Fuente

Creada:

Última actualización:

Pronto, muy pronto, le llegará el día de su reivindicación, pero la década de los 90 permanece como una isla en la permanente sed de nostalgia de la industria cultural. Aquellos años siguen sin ser plenamente comprendidos un cuarto de siglo después de su final y, en todo caso, reciben miradas displicentes como si de un niño frívolo y consentido se tratase, como se juzga a un chaval que piensa que ser rebelde es vestir una sudadera con capucha. Sin embargo, aquella década no fue solo la de los yuppies y el acomodo. Fue, como describe José Ángel Mañas, uno de los mejores cronistas en España de ese tiempo, el reverso oscuro de los 80, el último coletazo creativo y agónico del siglo XX. Violencia, histeria, drogas de diseño. Ruido, extrarradio y mala baba. Uno de sus mejores testimonios lo dejó plasmado Mañas en «Historias del Kronen», la novela que fue finalista (ganadora virtual) del Premio Nadal en 1994 y que le lanzó a la fama como terrible «enfant» debutante. De lo que vino después, con más derrapes que trofeos, da testimonio Mañas ahora en «Una historia del Kronen» (Aguilar), una «autobiografía generacional» que parte de su propia insensatez. Mañas recuerda cómo le insistió a su padre para que depositase en las oficinas de la editorial Destino el sobre con las cuartillas que contenía su manuscrito. «Abrió el sobre en el avión y lo leyó. Estuvo a punto de tirarlo a una papelera del aeropuerto del Prat», ríe Mañas. 
«Le agradezco a aquel chaval que era que hiciese lo que hizo, pero fue una patada hacia arriba muy violenta y traumática. No había hecho la mili, no estaba preparado y no conocía las reglas del juego. Cometí todo tipo de torpezas», rememora en conversación con este periódico. La novela obtuvo el reconocimiento de «descubrimiento» y se convirtió en un fenómeno. Se vendieron 40.000 ejemplares en un mes –muchos más con el tiempo– y después llegaría la película, la más vista de la historia del cine español hasta entonces, aunque a Mañas no le convenció el tratamiento de Montxo Armendáriz: «No supo captar a la juventud del momento».
Una imagen de la película de Montxo Armendáriz
Una imagen de la película de Montxo Armendáriz

El lirismo y «escribir bien»

Mañas era un ávido lector y apenas se creía su suerte. «Yo estaba muy contento porque Destino era la casa de la literatura realista, que creo que es lo mejor que se ha hecho en España. Nombres de posguerra como Carmen Laforet, Sánchez Ferlosio, Delibes... y para mí el Kronen prolonga esa línea, aunque de forma más salvaje y con mala baba», explica el autor, que recibió el apoyo de Umbral, Vázquez Montalbán y Rafael Conte, pero la mirada al bies de la mayoría de los cenáculos literarios y de la crítica. «Era un mundo muy cerradito, conservador y algo carca. La novela generó suspicacias, es comprensible», admite. Mañas considera que, sin embargo, el texto mantiene la vigencia. «Recrea lo que es tener 20 años, la energía desaforada de ser un cóctel molotov con patas, de estar en una encrucijada de ocho caminos y pensar que puedes ir por los ocho a la vez. Es un texto hormonado: está en celo y lleno de rabia a la vez. Diría que es la primera persona de alguien que no comprende nada. Un ejemplo de mala educación», enumera el escritor. Un texto que olía a espíritu adolescente, cuando serlo conllevaba estar enfadado. «Los 90 eran muy energéticos, había ganas de darle una patada a una puerta. Hoy es cierto que eso se ha perdido un poco, salvo en el trap, que han logrado cabrear a todo el mundo, que todo el mundo les odie. En la literatura creo que se sacraliza el lirismo y el ‘‘escribir bien’’. Para mí, la novela está conectada con la vida y a mí me gusta una obra que recrea con máxima intensidad la sensación de vivir. Aunque sé que están de moda las cosas más perfectitas, yo provengo de la estética del punk rock, el ruido no me molesta». Mañas tocaba el bajo («era un paquete», admite) en una banda de hardcore a comienzos de los 90 y soñó con ser músico antes que novelista. En su nuevo libro, el escritor evoca a Nirvana, Sonic Youth, Jane’s Addiction, Faith No More, Soundgarden, Prodigy, Massive Attack, Chemical Brothers, El Inquilino Comunista, Fugazi... y a Los Planetas, a cuyo disco, el ya canónico «Una semana en el motor de un autobús» dedica un interludio de sincera admiración. Solo unas pequeñas muestras de una escena vibrante en la que se sucedían las novedades y nunca fueran a agotarse. «Los 90 fueron la violencia de Tarantino, la histeria de Danny Boyle, la ternura de Hal Hartley. Los 90 fueron la voz misteriosa de Jota, la irrupción del tecno, las sesiones del Ya’sta y el Attica, las noches con agua y pastillas, los escándalos de Felipe González, las películas de Álex de la Iglesia. Benicàssim, el grunge y la sala Maravillas. Que hubo un momento de extraordinaria intensidad creativa, de profunda ebullición artística, para mí, resulta incuestionable. Que no se ha sabido etiquetar o vender, también», asegura el escritor.

Bach y la novela

Al trauma de un éxito de difícil digestión y las presiones del mercado (estaba representado por la todopoderosa Carmen Ballcells) le siguió una racha en la que Mañas era «poco funcional», como él describe, preguntado por «Mensaka». «(Ríe) Bueno, yo siempre traté de dar lo mejor de mí, pero no estaba en mi mejor momento neuronal... Salía mucho y no estaba muy fino. Ese no es mi libro favorito. Pero bueno, de los futbolistas se recuerdan sus mejores jugadas, no las pérdidas de balón. Si hubiese empezado a escribir con 40, habría gestionado mi carrera mejor». A Mañas le pasó como a los grupos «indies» cuando eran fichados por multinacionales: él salió de Destino dando un portazo y cometiendo un grave error estratégico, entre otros deslices. «Creo que mi figura en el mundo literario se entiende bien desde el contexto musical», concede el escritor, que atravesó una larga travesía por el desierto editorial, igual que tantas bandas que no supieron adaptarse al mercado fonográfico.
¿Qué escucha Mañas hoy? ¿Vuelve a los 90? «(Risas) Estoy con Bach. Me compré una de esas ediciones completas en 200 discos y es ameno. Es muy entretenido. Siempre he sido curioso con lo actual, pero reconozco que ya no tengo la energía de ir a buscar». En literatura destaca «Panza de burro» (Andrea Abreu) por «su capacidad para recrear un momento, pero no tiene el componente de rebeldía y mala baba. Creo que la literatura está en crisis desde el punto de vista de que no genera una reacción. Los libros deberían ser un un espejo de la realidad, provocar una reacción, pero hoy cada vez pasa menos eso. Está ‘‘Patria’’, y habrá otros, pero esa influencia ya solamente la tienen las series. De hecho, los libros casi se han convertido en una herramienta que encuentra su prestigio cuando los adaptan a una serie de plataformas. Los escritores son ahora argumentistas de lujo».
«Tú te irás y solo quedará el Kronen», le dijo una vez el escritor Germán Gullón. «Mi ópera prima vendió ella sola más que el resto de mis obras juntas –una treintena–. Y es la única que ha entrado, a su manera, en la historia de la literatura», reconoce Mañas. La novela tuvo una continuación, «La última juerga», y ahora este epílogo. «He pasado una mala racha personal y fantaseé con que este libro fuera el último. Pero al final he decidido que ya está y he recuperado el hábito. Es un fin de ciclo, eso seguro. Ya no volveré a hablar de esto. Estoy intrigado por lo que venga».

Archivado en: