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Arte, Cultura y Espectáculos

Luis Gordillo : Las "extraterrestras"existen

Luis Gordillo expone sus nuevas obras en la galería Marlborough de Madrid en una muestra titulada «Escenografía corporal» compuesta por una veintena de trabajos

Luis Gordillo presenta su exposición "Escenografía corporal", en la galería Marlborough
Luis Gordillo presenta su exposición "Escenografía corporal", en la galería Marlboroughlarazon

Luis Gordillo expone sus nuevas obras en la galería Marlborough de Madrid en una muestra titulada «Escenografía corporal» compuesta por una veintena de trabajos

Como si fuera la obra de un adolescente. Será por la fuerza. Será por el color que le delata. La paleta Gordillo. Expone el artista, 85 años a la espalda y está tieso como un junco, sus obras de 2018 y 2019, mezcla de sueños oníricos, de visiones refractarias, de su mundo, vaya. Sube las escaleras con una ligereza que da envidia. Recibe a un minúsculo grupo de periodistas en una estancia pequeña de la galería en la que hay una silla. Para él. «Me hace viejo sentarme», responde resuelto. Y se queda de pie explicando el cómo y el por qué de estas obras, agrupadas bajo el título de «Escenografía corporal». Esta nueva exposición le hace sentirse especialmente satisfecho. ¿Motivo? «Tengo la sensación de haber acabado en la universidad, de haber llegado a estudiar el último curso y aprobado. Esa sensación de que ya me puedo ir con tranquilidad», suelta para abrir el fuego Luis Gordillo (Sevilla, 1934). Genio y figura. Irónico como ninguno. Dice también que tiene otra sensación, la de que sus obras están «henchidas de experiencia». Alguien ha escrito que son como un calambrazo. Lo son.

Tiene el color, la perspectiva y la profundidad, santo y seña de su trabajo, y que tantos quebraderos le dan al artista en su estudio, esa nave inmensa que alfombra de papeles porque le parece la mar de creativo. «Organizar la profundidad de una obra es lo más complicado. Yo veo, a veces, mis cuadros como una escultura pictórica», comenta.

Tiene sesenta años de trabajo a la espalda y una memoria que le recuerda los tiempos de Juana Mordó, de Fernando Vijande, de Buades, de Edurne, pura Historia de nuestro arte, tantas galerías y tantos estrenos y tantas inauguraciones en las que miraba las caras de los presentes y no era capaz de reconocer a nadie. De eso ha llovido ya bastante.

Un buen título

Gordillo ha sido pop, informalista y artista geométrico que ha pintado como ha querido. Para muestra, un botón del tamaño de estas obras, imponentes acrílicos, dibujos y collages, alrededor de una veintena, que ahora cuelga en Marlborough, un santuario que deja el inmaculado blanco de sus paredes a un artista como la copa de un pino. «Me lleva tiempo buscar un buen título. Uno malo no es, desde luego, bueno para un cuadro. Se lo puede cargar», comenta. Ahí están (trae a la memoria ese tan redondo que es «Blancanieves y el Pollock feroz») «Vientre paterno», «Marilyn asciende y «Extraterrestras», por ejemplo. ¿Un guiño al lenguaje inclusivo? Y responde como una flecha: «Es un guiño al feminismo que se come el mundo, a las mujeres. Si le hubiera llamado “Extraterrestres” nadie habría reparado», asegura. Con los títulos, los malos, los desafortunados, dice, sucede lo mismo que con la mala colocación de una tela. Tela tiene. Pero es él, que ha estado ayudado por la directora de la galería, quien ha dicho la última palabra sobre el lugar donde debería estar. Para eso es el artista, el padre que las parió. La luz es fundamental y en esta sala, clave.

Ahora anda a vueltas con su biblioteca arreglándola. A sus ochenta y tantos sigue siendo motivo de inspiración para jóvenes generaciones. Lo deja caer con orgullo «y eso que no tenemos nada que ver artísticamente. Me ha pasado a lo largo de toda mi vida. Te da la impresión de que estás vivo».

«El pensamiento cuando es redondo no tiene forma», escupe una de las paredes. Es una frase suya, con copyright. Un aforismo poético que tiempo atrás le publicó el galerista Rafael Ortiz, sevillano también como él, en el libro «Little memories», dentro de una colección que ponía a escribir a pintores y escultores. «Detrás del milagro hay una patata cruda», es otra. «¿Es usted Frank Kafka? No, I am Walt Disney», una tercera. Ésta le gusta a Luis Gordillo especialmente.