Manuel Vilas: "La idea de placer es fundamental para el capitalismo y la sociedad"
El escritor reflexiona sobre el luto, el amor y la memoria en «Nosotros», una especie de «Road Movie» por la costa mediterránea con la que ganó el Premio Nadal
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Manuel Vilas se ha sacado de la imaginación a Irene, una mujer que viste unas costuras morales inusuales. La ha desuncido del pesado miriñaque de las costumbres y los usos que acompañan a nuestra sociedad, y la ha dibujado con unos vuelos de libertad más amplios que empoderan su figura y también dan mucha autonomía a su voluntad. Ella es la protagonista de «Nosotros» (Destino), un alma insumisa, que no acata los dictámenes de la naturaleza y se subleva contra la muerte de su marido. No decide pasar el luto, sino combatirlo para mantener viva la memoria de una historia de amor perfecta. Emprende un viaje a Málaga, una especie de «road movie» por la costa mediterránea que salpica de sensaciones y encuentros con amantes. «Su manera de buscar la libertad es no reconocer ninguna moralidad. Es una mujer que no está bajo los condicionantes morales que todos tenemos en la cabeza. Es distinta. Gobierna su vida y la de los hombres que se acercan. Es voluble y voluptuosa. Ella justifica las pasiones. Es fiel a la idea de Jaime Gil de Biedma: un solo amor sostenido en el tiempo, pero promiscuo de cuerpos. Y esto es viable», explica Manuel Vilas, que ha ganado con esta novela el Premio Nadal 2023.
Su opción es controvertida.
Es una especie de psicología de entender la vida. Ella quiere seguir disfrutando pese a la pérdida de su marido, por eso decide vivir libremente los instintos. El placer es importante. En la novela existe un discurso filosófico sobre la idea del placer, un concepto que es fundamental para el capitalismo y nuestra sociedad, a pesar de que el placer está mal visto en general. Pero todo lo que hacemos en nuestra vida gira entorno al placer. Elegimos un trabajo en función de si nos gusta y nos da placer; un piso por el mismo motivo. El placer dirige la vida de la gente. En este sentido, ella no es hipócrita. En la novela no puede haber hipocresías; las novelas no son asociales, pero la hipocresía social que sostiene la sociedad en las novelas no existe, por eso en los libros las convenciones sociales no tienen vigencia. Este es el motivo esencial de que exista un discurso de libertad en todas las fantasías del ser humano, y eso se extiende a la intimidad y el erotismo.
El placer está mal visto, dice.
Sí, porque se ve como una frivolidad, un egoísmo. Hay mucha hipocresía alrededor del placer. Pero a Irene le da igual, porque sabe que el placer es una cosa que quiere todo el mundo. El presidente del Gobierno, el Rey, Putin, todos quieren placer. Hay palabras eufemísticas del placer, como «solidaridad», como «responsabilidad»... uno quiere el poder no solo por el poder, sino porque el poder le produce satisfacción, o sea, placer. Esto es lo que desmonta Irene. No se puede decir en sociedad que aspiramos al placer, pero en la novela sí, porque la novela es el lugar de la incomodidad, donde se encuentra lo que no se puede decir.
[[DEST:L|||"Con el poliamor se están derribando esclavitudes y supersticiones, y eso está muy bien"|||Manuel Vilas]]
Casi habla del poliamor.
Es una obra sociológica en ese sentido. El poliamor existe, pero dentro de cincuenta años habremos evolucionado más en el terreno amoroso y es probable que lo que vivimos hoy sea inocente y se vea ridículo, y que lo que venga en 2053 sea extraordinario. Detrás de la búsqueda de este placer, Irene lo que hace es quitar supersticiones. Puede que la fidelidad sea una superstición. Como novelista no lo sé, pero me hago la pregunta. Yo solo hago fotos de la sociedad en la que vivimos. Instantáneas que expresen nuestras perplejidades. Con el poliamor, estamos viendo novedades. Se derriban esclavitudes y supersticiones. Eso está bien. La pregunta es ¿hasta dónde fidelidad es una verdad fundamental?
Critica a los famosos, la tele...
Irene solo quiere vivir y todo lo que ve en la televisión, todas estas injerencias de personajes mediocres, del famoseo, de la política, cree que pueden envilecer su pasión, robar la atención de lo que es importante. Esto pasa en la actualidad. Un ciudadano puede perder la atención de lo que es relevante si se fija solo en la actualidad del debate público, que muchas veces es intrascendente y no importa.
Lo importante es vivir.
Esta es la ética más profunda que reside en la novela. Ella le dice al lector que su vida es única, que es lo más relevante. No es la historia, no es el dinero, es tu vida y el deseo de vivir lo crucial. Esto es lo que se debe proteger. Un mensaje que solo se puede defender en la literatura, que es donde se pueden defender todas las utopías y gritos de querer ser libre y sacudirse las esclavitudes.
Es una apuesta individual.
Irene es una rebelde con causa. Ella tiene una filosofía rebelde que en su caso se manifiesta casi con maldad. Una filosofía rebelde. Pero esta rebeldía tiene como objetivo la celebración de la vida y no quiere que nadie se interponga en esa pasión. Sí, es una rebelde porque no quiere distraerse con nada de lo que venga de la sociedad actual. Su concentración es su placer y su vida. Esto puede interpretarse como un punto de vista egoísta, pero ella no quiere cambiar nada, ni cambiar el mundo, solo quiere vivir intensamente. Esta es la rebelión.