Música

«Bedroom pop», el universo cabe en su habitación

Una generación de jóvenes lanzan al mundo sus canciones de pop imperfecto sin salir del dormitorio: muchos han publicado un disco y algunos ya son un fenómeno

Rojuu en una foto en su estudio
Rojuu en una foto en su estudiola Razón

Se trata de hacer de la necesidad, virtud, o de seguir el desafío de Solo los Solo: “simplemente hazlo”. Movidos por la urgencia a expresarse, una generación de artistas lanza al mundo sus canciones desde su dormitorio (o mesa camilla) con apenas un ordenador portátil, un software de producción musical (lo que sea con Autotune) y un micrófono más o menos rudimentario. Las guitarras son contingentes para una larguísima lista de cultivadores millenials del llamado “bedroom pop” o pop de dormitorio, un género que promueve una sensibilidad muy saludable para la música: hacer canciones como se pueda, sacarlo todo sin depender de estudios, producciones e instrumentos caros, pero sacarlo. Así empezó Billie Eilish y en España podría citarse el excelente “Sensaciones” de Sen Senra, convertido ya en estrella emergente. Pero la lista en nuestro país es larga: Menta, Yana Zafiro, dani, Mori, Lea Leone, Rebe, De los Santos... algunos tienen un disco, otros un puñado de canciones. Muchos han dado el salto a una discográfica. Es el caso de Rojuu, por ejemplo, que con 18 años acaba de lanzar su primer álbum con Sonido Muchacho, “Kor Kor lake”, y que tiene un millón de oyentes mensuales en Spotify.

Un modo de vida

Para algunos, no es solo pop de dormitorio, es un modo de vida de dormitorio. Ese es el caso de Roc Jou Morales, que apenas vio alterada su vida por la pandemia. “A mí siempre me ha gustado estar en casa, así que no me raya. Además, me gusta pasar fiebre, así que, aunque he pillado el virus dos veces, no me distorsionó en absoluto. Fue ‘’díver’' incluso”, dice Rojuu, que empezó de “youtuber”, el gran campo profesional del dormitorio, y después subió sus canciones a la plataforma de vídeos. Los números hablaban por sí solos cuando le surgió la oportunidad de grabar en un sello profesional como Sonido Muchacho. “Sigo sin tener ni idea de hacer muchas cosas en la música a la hora de producir por ejemplo, pero no me gusta tener profes ni nada. Me interesa hacerlo por mi cuenta, porque hacer caso a un profesor es ir por donde quieren que vayas”, explica. Por esa razón, con apenas 18 años, ha dejado los estudios. “Si te quieres dedicar a una profesión artística, puedes prescindir de ellos. Soy consciente de que los estudios te dan recursos para enfrentarte a un papel o a cualquier creación, pero el precio a pagar por ello es perder el tiempo con 30.000 cosas que no te interesan ni te sirven para nada, por pura imposición del sistema educativo”, dice el artista en ciernes, que, eso sí, estudia por su cuenta. “Las religiones, por ejemplo, me interesan mucho. Y estoy leyendo sobre ellas. Pero bueno, que si quisiera ser médico por supuesto que seguiría estudiando”. Su primer largo busca condensar el sonido que ha concebido en su dormitorio durante los últimos años y que denomina “shadow pop”: “es la cara oscura del pop. Para mí lo más importante era plasmar lo que tenía en la cabeza, que tiene algo de indie y de techno”. Con factura casera. “Casi todo lo he hecho siempre desde casa. Al principio un amigo me mandaba ‘’beats’' desde Venezuela pero ahora he aprendido a hacerlos yo. Aunque gracias a poder sacar un disco he podido ayudarme por primera vez de productores”. Rojuu tiene nueve conciertos en marzo en otras tantas ciudades y ya ha sido confirmado para el San San Festival y el Tomavistas este año.

Nico contesta al móvil desde Italia, donde estudia musicología. Allí, en su mísera residencia de Erasmus, empezó a hacer música con el portátil, una grabadora de ambiente y con el micrófono de los auriculares. Ha publicado varios temas en redes como Sauzzze tras un proceso de reconciliación con el pop, el castellano y su propia voz. “Siempre he dado saltos en mis intereses. Me gusta la música clásica, las bandas sonoras, de todo menos el pop. Pero descubrí el estilo y me sentí identificado con el ‘’bedroom pop’', porque me interesaba esa persona encerrada en su habitación, medio triste y sin medios que empieza a hacer música. Y ese soy exactamente yo”, explica. Nico aprendió piano, vendía bases para hip hop por internet y estudia musicología, pero se emociona con un estilo de pop deslavazado o deliberadamente imperfecto. “Entiendo lo que dices. Pero me gusta la libertad creativa que te da hacer algo con lo que tienes y no preocuparte por el resultado, porque es más importante hacerlo. Soltarlo. Yo ahora mismo necesito soltar demasiadas cosas y las voy a hacer como pueda”, explica. “Puede que haya tenido algo que ver el confinamiento. A algunos les habrá dado por salir de fiesta todos los días y a otros nos ha dado por meternos en el ‘’bedroom’'. Pero creo que hay una manera d entender la música interesante con la que me identifico. A veces termino una canción demasiado limpia o afinada y vuelvo atrás. Vuelvo al error, porque en creo que esos errores y esa precariedad son parte de la reflexión y los sentimientos que mueven la creatividad”, explica Sauzzze, que lo tiene todo para dar el salto a lo profesional.

Nico publica sus canciones como Sauzzze
Nico publica sus canciones como Sauzzzela Raz

La deseable precariedad

Precariedad es el lema de Marina Gómez. Cuando perdió el trabajo, en el momento álgido de la pandemia en 2020, apenas había tocado alguna vez la guitarra en casa. Pero tenía el tiempo y tenía los medios: un ordenador con tarjeta de sonido y un micrófono. Encerrada, nació Marinita Precaria, el nombre artístico con el que ha publicado un disco, “No me miréis” (Elefant). “Yo nunca había hecho música, aunque di clases de guitarra dos años, pero jamás había escrito ni una letra. La inquietud estaba y el confinamiento la precipitó. Además, como hoy están las herramientas al alcance de la mano, no hace falta nada más que tiempo”, explica Marina, que acepta la etiqueta “bedroom pop” con la que habitualmente se la asocia, aunque su pop suene al pop español de los 90 como La Buena Vida y Family. “Puede ser reduccionista, pero la veo guay porque se refiere a música que es real y que es sincera. Si se refiere a la música que sale del momento en el que estás, con escasez de medios y cierta ingenuidad o espontaneidad, eso me gusta”, explica Marina, arquitecta de 28 años, que ya ha encontrado nuevo trabajo: “Eso me ha quitado tiempo, aunque no ha cambiado mi forma de trabajar. Lo que pasa es que ahora con Elefant tengo acceso a un estudio y a un técnico con experiencia que masterice todo bien”.

El confinamiento también jugó un papel en la trayectoria de Chavales, un dúo formado en Madrid por dos compañeros de piso, por el mallorquín Daniel Rodríguez y el extremeño Javier Paredes, que ya habían empezado a “hacer canciones sin pretensiones”. “Tenemos amigos en algunas bandas que van en serio, pero nosotros simplemente teníamos afinidad creativa y lo hicimos por diversión. Yo había estudiado interpretación y hace tiempo di un año de guitarra, pero nunca había escrito una canción. Pero teníamos el ordenador de Daniel, el micro y algunos instrumentos suyos y nos lanzamos. Pero no habríamos necesitado más cosas. Era suficiente”, explica Javier al teléfono. Chavales cuentan historias o cantan sobre escenas que cualquiera con un mínimo bagaje sentimental se puede imaginar perfectamente: “Sí, todo tiene ese tinte: la base de la música pop que escuchamos y que nos sirve de referente. Lo que uno siente y cómo lo siente. Sin cortapisas”, explica. Aunque en el caso de Chavales, el “bedroom pop” sí encaja como estilo musical, pero no como estilo de vida. “Nosotros necesitamos vida social y salir de casa, la verdad. Pero como etiqueta musical, si se refiere a la música que sale de una habitación y no hay más gente implicada en ella que sus propios creadores, sí que nos encaja. Abarcamos más sonidos, pero todo lo hacemos desde casa, así que, por qué no”. Desde su casa grabaron el disco “Tu foto en el techo” (2020) que editó Elefant y ya trabajan en una gira con banda para este año. “Yo empecé en esto sin tener ni idea y eso quiere decir que todo el mundo puede. Es solo tener tiempo e interés por contar algo. Todos los medios están al alcance sin salir de tu habitación”.

De Camela a El Junco: ampliando referentes
Los gustos y las sensibilidades son inesperados. Una de las canciones que más satisfacciones está dando a Chavales es la versión de «Hola, mi amor», de El Junco, que fue seleccionada para la banda sonora de «A través de mi ventana» de Netflix. «Nos encanta la canción. La original tiene una producción que es flipante, con unos sintetizadores espectaculares. Es un tema fascinante y como ese, hay muchos de la época», dice Javier, que cree que su generación «no tiene prejuicios». Rojuu se declara fan incondicional de Camela, porque sus temas le recuerdan a «bandas sonoras de manga. Me encantan, porque, en mi cabeza, suenan a ‘‘intros’’ y ‘‘outros’’ de anime».
Chavales son Daniel Rodríguez y Javier Paredes
Chavales son Daniel Rodríguez y Javier ParedesNo Neelam Khan Vela