Backstreet Boys, billete de ida a la edad de la inocencia en el WiZink Center
El quinteto enamora por simpatía y carisma al público madrileño, que viaja a los 90 con su colección de éxitos y baladas que definieron una época
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Emergieron de una espectacular puesta en escena con cero músicos en el escenario (¡ups!) y envueltos en un griterío que haría las delicias de cualquier otorrino. Los Backstreet Boys regresaban a Madrid y con ellos volvieron las risas flojas, la piel de gallina y los temblores de rodillas como si no hiciera 30 años del comienzo de la carrera del quinteto sino apenas un par de números de “Súper Pop”. Porque, sobre todo, volvió de golpe, salida de nuestro recuerdo, la inocencia perdida, los pósters en el cuarto y las fotos en la carpeta de clase. 15.700 seguidoras vibraron con el quinteto de esa forma que sólo la música puede. Y la (no tan) “boy band” siguió enamorando a golpe de carisma y simpatía para celebrar lo que fueron y lo que fuimos.
Las canciones de la adolescencia se quedan para siempre. Ahí siguen para recordarnos cómo era enamorarse platónicamente, un superpoder que perdemos y que tristemente no echamos en falta. Hoy la gente joven se enamora de alguien inalcanzable que publica 27 vídeos diarios, pero, en los 90, los amores platónicos se consagraban en fotografías y algún vídeo musical ocasional en televisión. Aquello era amor a una estampita y devoción por el mismo CD sonando incesantemente.
Y ese amor platónico, según pudo comprobarse anoche, no se apaga nunca. Bastaba un dedo de Kevin apuntando a un sector de la grada para escuchar los gritos de desesperación. Nick podría haber rellenado un crucigrama y provocar el delirio. Tal era el efecto, digno del perro de Pavlov, de cualquier gesto de los cinco ídolos en cualquier dirección, aunque, a diferencia de hace unos años, la respuesta no era la de arrojar prendas íntimas, sino banderas reivindicativas y alguna enternecedora cartulina confeccionada a mano. Y así es como arrancaron la máquina del tiempo hacia unos años en los que futuro se daba por sentado y se odiaba, en general, menos al prójimo. Seguramente fuera la etapa más inocente de la historia que vamos a vivir la mayoría de nosotros. Y para celebrar esa inocencia perdida, esos recuerdos de telecomedia inofensiva que fue adolescencia de muchos (ahora lo sabemos, entonces nos parecía semejante a protagonizar “Malas calles”) habían venido en 2022 los Backstreet Boys.
“Espero que volváis a sentiros como si tuviérais 13 años”, dijo Howie Dorough. “¡Hola, Madrid! Sin todos vosotros acompañándonos durante este tiempo Backstreet Boys no serían lo que son”, agradeció Brian Littrell. El grupo agradeció a su público español (anoche al madrileño, el jueves al de Barcelona) que haya llenado sus espectáculos de esta semana, donde vuelve a presentar su último disco en el mercado hasta la fecha: “DNA” (2019), con el que ya visitó nuestro país anteriormente.
La primera parte del concierto estuvo representada por temas de su último trabajo, salpicados de algunos de sus temas emblemáticos como “Show Me The Meaning of Being Lonely”, “Shape of My Heart” y “Backstreet’s Back”. Baladones románticos cantados con voces sin arrugas y varios cambios de vestuario como son menester. Cada Backstreet con su estilo, pero vestidos de una forma calculadamente desfasada (camisas atadas a la cintura, americanas brillantes y chalecos vaqueros con tachuelas) para generar la ilusión de seguir en esos los 90. Todo para que el sortilegio sea completo.
Pero la mejor virtud que tienen Nick Carter, Brian Littrell, Howie Dorough, Kevin Richardson y AJ McLean es lo poco que se toman en serio el efecto que provocan. Incluso de ríen de ellos mismos, bromean con la clase de novatos imberbes que fueron, con edad que tienen ahora y sus problemas capilares. Y, por supuesto, no tardaron en lanzar “Get Down (You’re The One For Me)”, y, poco después “Show Me The Meaning Of Being Lonely” e “Incomplete”. Incluso se atrevieron con un guiño al público madrileño con “I’ll Never Break Your Heart”, antes de la locura con “Backstreet’s Back” y de preparar el terreno para “The One” o “I Want It That Way”, antes de la traca final de “Larger Than Life”.
Cierto es que ya son poco Backstreet y menos aún Boys, pero se podría decir lo mismo de todos y cada uno de los que anoche estábamos en el WiZink Center. La vida nos ha tratado peor que a ellos, sin ninguna duda. Y después de un rato soñando en la habitación de nuestra adolescencia, salimos a este mundo que es tan 2022 y que a ciegas cambiaríamos por volver a ese momento lejano en que todo era más cándido y puro.