Teatro

París

Así suena una buena zarzuela

«La tempranica», de G. Giménez. Intérpretes: María José Montiel, Carlos Bergasa, Ricardo Bernal, Virginia Wagner, Juanma Cifuentes. Director: R. Frühbeck de Burgos. Coro del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Teatro de la Zarzuela. Madrid. 21-IX-2013

Frühbeck de Burgos y Teresa Berganza, fundidos en un abrazo al terminar el concierto
Frühbeck de Burgos y Teresa Berganza, fundidos en un abrazo al terminar el conciertolarazon

Gerónimo Giménez, nacido en Sevilla en 1852 y alumno de Ambroise Thomas en París, tocaba el violín y el chelo, firmó obras como «El barbero de Sevilla», «Trafalgar», «La boda de Luis Alonso» o «El baile de Luis Alonso» y, dentro de ellas, con páginas tan populares como los intermedios orquestales de ambas últimas o «La tarántula». Fue director del Teatro Apolo, del de la Zarzuela y de la Sociedad de Conciertos. Sin embargo fue y sigue siendo hoy un «pobre músico». Murió en la miseria, olvidado por todos, y su obra sigue sin ser estudiada a fondo. Amadeo Vives, que colaboró con él en «El húsar de la guardia», «La gatita blanca», le describió como «el músico del garbo» y bien podemos decir que su contribución al sinfonismo musical español del XIX y XX fue fundamental. Turina o Falla le deben mucho, quizá incluso «La tempranita» influyese en «La visa breve», obras con una gitanilla como protagonista, una con final trágico y la otra amarga resolución.

Entre las grandes divas

«La Tempranica» se estrenó en el propio Teatro de la Zarzuela en 1900, después de sucesivos retrasos, siendo muy bien acogida su música por el público y no tanto el libreto de Julián Romea por la crítica. Contiene momentos bien conocidos como la citada «Tarántula», que han cantado no sólo todas nuestras grandes divas sino hasta la misma Netrebko, el «Sierras de Granada» o el dúo de la Tempranica y Don Luis –en muchas memorias el «Te quiero porque me sale de los rincones del alma»–, pero también otras páginas tan peculiares como ese coro inicial «La casa ya se esconde» con reminiscencias del coro de cazadores del «Freichütz», de Weber, ese concertante que nada tiene que envidiar a los de Donizetti y siempre una sobresaliente orquestación.

El teatro de la calle Jovellanos programó en escena la pareja de Luis Alonso en 2006 y ahora le llega el turno, en versión de concierto, a «La Tempranica». Paolo Pinamonti fichó, apenas fue nombrado, a Rafael Früh-beck de Burgos, quien dirigió una grabación de referencia allá por 1961 con Berganza –presente en este concierto– y Ausensi. Vuelve el maestro, celebrando su 80 cumpleaños, tras veinte años de ausencia. Esperemos que no tarde otro tanto en bajar a su foso. Un lujo contar con quien realiza una lectura viva, con gracia, mostrando su gran conocimiento de un género que ha cultivado, si no en los fosos, sí discográficamente y sacando lo mejor de la orquesta del teatro. Ésta se luce, además especialmente, en la «Suite española» de Albéniz en la propia orquestación que realizara Frühbeck en los sesenta, aunque sólo abordó cinco de las siete piezas que compuso. Preciosa «Granada», con una perfecta arquitectura dinámica desde los pianos iniciales a la explosión final y muy bien las maderas. Por fin parece que María José Montiel va a ocupar en Madrid el lugar que público y crítica llevamos demandando. En plenitud de facultades, da gusto escuchar su voz a la que acompañan buen decir, musicalidad y una entrega contagiosa. Volverá en la próxima temporada a esta sede para «Carmen» y un recital de lied. Bien todo el resto del reparto, con especial mención a la calidad en su breve toque del cantaor Juanma Cifuen-tes. Decía Berganza a la salida: «Qué pena que en mi época se tocase tan mal la zarzuela en los teatros. Si se hubiese tocado como hoy, yo la habría cantado mucho más». Lo mismo pensó el público, que aplaudió y vitoreó más de diez minutos en una velada emocionante.