Entrevista

Ludovic Tézier: «Es un Rigoletto menos tradicional, pero creo que fascinante»

El prestigioso barítono francés interpreta uno de los papeles más difíciles del repertorio operístico internacional

Ludovic Tézier (Rigoletto) en escena
Ludovic Tézier (Rigoletto) en escenaJavier del Real

A pesar de su envergadura y su voz solemne, Ludovic Teziér (Marsella, 1968) transmite afabilidad y cercanía, su inseparable visera de cuadros le da un aire bonachón y familiar de campesino francés que transmite confianza. Tézier se apasiona al hablar de la gastronomía de España o de su Historia, un “bon vivant” encantado de estar en Madrid y de poder hacer alguna escapada con su mujer y su hijo a Toledo o Sevilla. El cantante, que encabeza el trío de barítonos que interpretan “Rigoletto” en el Teatro Real, es conocido por su afinidad con el repertorio verdiano, su voz viril y rica de colores, en un momento de madurez ideal, y su enorme presencia teatral, lo convierten en un intérprete idóneo para afrontar este rol, uno de los más emblemáticos y exigentes del repertorio operístico mundial.

¿Es Rigoletto un papel cumbre para un barítono?

Para mí, el máximo de la expresión verdiana del romanticismo absoluto, cuando lo escuchas tienes la sensación de que no se puede hacer mejor, es un equilibrio perfecto entre la música, el texto y lo dramático. Para el barítono es un Everest, los mayores dicen que es el rol más difícil y largo que han cantado, un viaje muy difícil que pasa del belcanto al barítono dramático, con agudos increíbles que necesitan colores muy peligrosos para una voz, para luego volver al barítono bajo. Siempre que canto Rigoletto necesito concentrarme al cien por cien para sobrevivir (risas), porque es un maratón muy difícil.

¿Se considera un barítono verdiano?

Puede ser, yo empecé con una vocalidad muy lírica, con Mozart y después belcanto y cuando has cultivado Mozart durante 15 años no sabes todo, pero sabes mucho y cuando canto hoy a Verdi lo canto como a Mozart, pero con más volumen y la expresión máxima de un barítono tipo verdiano, que se supone que es poder hacer muchos colores y dejar la palabra clara con los acentos justos, porque Verdi es muy teatral y tiene una fuerza dramática más.

¿Qué retos exige al cantante?

Una técnica máxima, no solo para sobrevivir, sino para dejar el máximo de dramatismo y de colores. Rigoletto tiene un lado negro y otro luminoso, pero en medio hay casi infinitos colores, es un papel super exigente para la voz y si no tienes la técnica vocal perfecta no puedes, porque cada expresión es una canción, un punto para irisar colores, cuanto más, mejor, porque es un personaje que jamás está completo, es infinito. Y necesita libertad para los fraseos y para dejar una palabra clara, pero esa libertad llega con una técnica perfecta, no para demostrar tu calidad de modo narcisista, sino para exprimir al máximo del dramatismo y cuando un artista toca este nivel es fantástico, es un viaje psicológico y de emociones increíble.

¿Hace falta una mentalidad fuerte?

Necesita cierta resistencia, no solo física, puesto que es un rol largo, casi toda la ópera en escena, sino moral y mental porque el personaje atraviesa por muchas emociones, mucha pasión, necesita gran capacidad dramática para interpretar la tragedia humana. La tensión mental es continua, tienes que canalizar toda tu fuerza para trasmitir ese drama al público y eso es difícil, pero cuando se consigue es una maravilla, algo inolvidable, el éxtasis.

¿Hay algún Rigoletto que sea una referencia para usted?

Sí, claro, Piero Cappuccilli fue para mí un grandísimo Rigoletto, Matteo Manuguerra también, aunque esté un poco olvidado o Leo Nucci, un Rigoletto de clase mundial, pero para mí, sin desmerecer a ninguno, Cappuccilli tiene una voz más baritonal y una calidad de timbre fenomenal. Pero antes que ellos está Apollo Granforte, que fue un Rigoletto extraordinario, un barítono grandísimo.

¿Cómo valora esta producción de Miguel del Arco?

Al ser nueva no puedo hablar demasiado, pero puedo decir que caminamos juntos, entre su idea, muy fuerte, y nuestra concepción, quizá más clásica. A mí me gusta mucho que alguien me descubra algo nuevo, un lado especial, porque si no, estamos repitiendo veinte años el mismo espectáculo y eso no me gusta. Miguel es muy inteligente, tiene muchas ideas interesantes, que necesita que los cantantes tradicionales miremos con apertura. Afortunadamente, con él se puede hablar, que no siempre es así, a veces es una guerra, se puede aportar, acepta las observaciones sin problema. Vamos a hacer una cosa menos tradicional, pero creo que va a ser fascinante, con un ritmo y unas imágenes muy particulares y todo con la música de Verdi y viendo a Rigoletto, no otra cosa.