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Música

Raúl Rodríguez: "«Hay una conexión entre el blues, el flamenco y el reguetón»

Presenta el tercer capítulo de su investigación sobre las músicas de un territorio «real, no imaginario»: el Caribe Afro-Andaluz, donde blues, son y flamenco se tocan

Raúl Rodríguez: "«Hay una conexión entre el blues, el flamenco y el reguetón» Luis Castilla

Son ya tres décadas de investigación musical y parece que Raúl Rodríguez da por redondeado el trabajo. Es el tiempo que el músico y antropólogo lleva tejiendo el mapa cultural que conecta el flamenco con las músicas de África y Latinoamérica, un esfuerzo que ha culminado con tres trabajos que componen casi un doctorado: «El primero plantea una tesis, que es la idea de que el flamenco tiene una conexión con América y con África. Luego la antítesis, que es ir a los países y batirme el cobre con los músicos y comprobar si esas ideas son ciertas, es decir, si se puede tocar el flamenco con libertad del caribe afroandaluz. Y, por último, una síntesis: poner todo eso en la forma de una nueva tradición», explica Rodríguez que, gráficamente, dice ubicarse «en el medio del océano, a igual distancia de todas las costas». Hoy presenta en Madrid, en la sala Galileo Galilei, el sonido de sus investigaciones.

Después de años viajando por latitudes distantes como Mali, Senegal, Guinea Ecuatorial, Madagascar, México, Cuba, Haití y Estados Unidos, Rodríguez está en disposición de imaginar un «folclore global» en el que todas esas músicas se sientan representadas. «La cultura se compone de ideas que van buscando fertilidad como si fueran organismos y los humanos somos unos agentes de la idea, pequeños managers de las ideas. Ese Caribe Afro-andaluz es muy real en mi experiencia. Piensa que hay por lo menos 400 o 500 años de lenguaje común y de ritmos comunes y de gastronomía común. Es imposible pensar que no haya una música también. El flamenco, el son cubano, el son jarocho de México y el blues de la Luisiana, así como las músicas de la costa occidental africana están teñidas del contacto con el otro. Se han gestionado en los puertos, los lugares de encuentro, y forman un legado colectivo», dice. Esta lengua franca existe «a nivel rítmico y melódico. Hay una lengua común, desde luego. Y hasta de campo semántico y poético», explica Rodríguez, que parte de una inteligencia artificial para desarrollar ese lenguaje. Pero no una red neuronal de esas que están de moda ahora, sino de una más tangible. Hace años que desarrolló un instrumento único en el mundo, una mezcla entre la guitarra flamenca y el tres cubano, que ha denominado tres flamenco, y que solo toca él. «Yo creo que, a veces, el instrumento soy yo y es él quien me toca. Me pongo en sus manos. El tres flamenco es un artificio inteligente que no puede ser captado por la inteligencia artificial, porque no se puede replicar lo que aún no ha sucedido. El instrumento es nuevo y no está obligado a una escolástica previa. Puede construir una gramática, una cartografía nueva. Me sitúa en una posición de creación obligada. Tengo que inventarme lo que tengo que hacer», explica.

Blues y zarabanda

En el disco que acaba de publicar, esta «máquina traductora de ritmos permite comunicarse desde su propio lenguaje y poder entender, interactuando, el lenguaje de los otros». Es un trabajo que explora, investiga y hasta cuenta historias. En este caldero se han cocinado muchos géneros desde antiguo. Por ejemplo, la zarabanda y el «blues». «Ambos tienen la misma conexión, que es la diáspora africana provocada por la esclavitud. Puertos que han tenido presencia muy determinante de los esclavos. Hay una conexión subterránea que uno puede establecer entre los países que tuvieron papel en la trama de la esclavitud. La costa occidental de África era un polo cultural. Se les concedía una importancia tremenda a los músicos, poetas y narradores. Por eso hay elementos en común. Con respecto a la zarabanda, es una de las primeras danzas que se hacen populares simultáneamente en la costa andaluza y en la americana. Está en el origen de muchos géneros a ambos lados del mar. Es un compás de 12 que se puede trazar una línea de evolución que nos lleva a la bulería. Y, respecto al ‘‘blues’’, hay una incidencia clara. La Luisiana fue territorio hispano y en él hay sustrato del fandango barroco», explica Rodríguez con su conocimiento enciclopédico. Aún hay más: «En mis viajes recientes a Mali he descubierto cosas a nivel armónico y melódico que parten del ‘‘ngoni’’, que es un instrumento que es el antecedente del banjo. Su afinación ya determina la “blue note”, que es la nota característica del blues, y es interesante que esas conexiones aparezcan en distintos puntos del mapa». También, claro, el omnipresente reguetón: «Claro que tiene que ver. Está en el patrón del son, pero coloca las cajas donde el son tiene los bombos. Pero es el mismo patrón del tango de principios del XIX y que irradió desde La Habana hasta llegar al tango argentino, al swing, al tango flamenco... ese ritmo está entre nosotros hace cientos de años. Ahora se hace de otra manera, pero ya desde antiguo iba asociado a bailes libidinosos y de seducción. Así que no está tan lejos y no es extraño que a la gente le guste ahora...».

La historia de la Farafina

En sus viajes por África, Raúl Rodríguez tuvo conocimiento de una historia que, como su viaje, es «solo de ida». Se trata de la historia de la Farafina, de una expedición que en 1312 dirigió el rey de Mali, que quería saber qué había al otro lado del mar. Nunca regresaron aquellos barcos, y él ordenó construir el doble de flota. Según parece, los portugueses, cuando llegaron a Pernambuco, se sorprendieron de que hubiera personas de raza negra antes de que ellos hubiesen llevado esclavos. «Así es mi tres flamenco. Una Farafina, un billete de ida pero no de vuelta. Una flota

para adentrarme siempre más allá», explica Rodríguez de una expedición musical que nunca logra su objetivo.

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