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Música

Sabina se baja en Madrid: ojalá que volvamos a vernos

El de Úbeda inicia su larga despedida de Madrid con un concierto emocionante y en el alambre

Otra noche más caminando por la cuerda floja, cual funambulistas, hacia la gloria. Así fue la primera de las ocho en las que Joaquín Sabina se despedirá de Madrid, su plaza querida, su plaza maldita. Con la voz más ajada que nunca pero con la misión cumplida de los acróbatas, el de Úbeda estaba al punto de un saltito mortal para poner a 12.000 personas en el Movistar Arena a dar cabriolas de felicidad. Honor para el maestro quien, a pecho descubierto y en el invierno de su carrera, salió pertrechado con una navaja suiza de versos para torear media docena de miuras. "Buenas noches, gracias por venir. Por fin en Madrid. Ya sabéis que esta es mi última gira, pero por suerte me quedan algunos conciertos más aquí. La ciudad, no donde nací, pero sí donde elegí vivir y a la que le debo absolutamente todo lo que soy, incluidas mis canciones", dijo tras comenzar cantando "Yo me bajo en Atocha", rareza en esta gira.

Concierto de Joaqu’n Sabina en Madrid.Jesœs G. FeriaFotógrafos

Sentado en un taburete, poco necesitaba Sabina para que "Calle Melancolía" se convirtiese en un coro masivo que ahorre un buen número de sílabas gracias a un estribillo que adorna tantos frontispicios. Y es que, anoche, muchos miles estaban empadronados en esa avenida, con la despedida en los tímpanos. Sabina lleva 32 conciertos diciendo adiós por medio planeta y aseguró, zalamero, que en ningún sitio habían cantado tan emocionantemente como en Madrid. Llegó, a continuación, la algarabía de "19 días y 500 noches", en la que volvió a recordar, como dice la canción, que estábamos en la tesitura del "hola y adiós", del portazo como el signo de puntuación más triste. Sin descabalgar del taburete, Sabina entregó a las masas "El hombre del traje gris". Habíamos perdido el mes de abril, pero no nos cortamos las venas porque quedaban más de cien mentiras que valen la pena.

Concierto de Joaqu’n Sabina en Madrid.Jesœs G. FeriaFotógrafos

El jienense se apoyó en Mara Barros para "Camas vacías" y en Jaime Asúa para "Pacto de caballeros", dos canciones que suenan a pretérito imperfecto, a una época lejana. Pero las líneas "ya no cierto los bares, no hago tantos excesos, cada vez son mas tristes las canciones de amor" seguirán retratando generaciones. Las dos horas de Sabina fueron un paseo, con un pie muy cerca del siguiente, en fina línea recta, entre el pasado y el presente. Con una leve sensación de trampantojo (Sabina leyó hasta las presentaciones en verso a sus músicos y tocó apenas como muleta la guitarra) pero camino de la inmortalidad. Nadie ha escrito como él, con tanta ambición y llaneza, con tanta hondura de rimas traicioneras como pedradas en el cráneo. Sabina deja un sello único, una cordillera de canciones imposible de mirar desde arriba. Decía García Márquez que para que la literatura sea creíble, para que no se parezca a un decorado, a los personajes le tienen que doler las muelas de vez en cuando. Anoche, escuchándole hablar de amor en "Y sin embargo" y "Contigo" pedimos cita en el cardiólogo.

Concierto de Joaqu’n Sabina en Madrid.Jesœs G. FeriaFotógrafos

Siguió, como ha sido la norma en la gira, con las colosales "Peces de ciudad" y "Una canción para la Magdalena". También recordó que "Por el bulevar de los sueños rotos" partió de unas palabras que le regaló sobre su propia vida Chavela Vargas. "Tuve la suerte de seguir escribiéndola y contársela mirándole a los ojos", confesó Sabina. "Hasta aquí ha llegado el hola. Ahora empieza el adiós. Ha sido un enorme placer volver a Madrid y cantar con ustedes", anunció antes de "Tan joven y tan viejo", y se quitó el sombrero en el truco final sobre el alambre, con los ojos brillantes antes de "Princesa". Ojalá que volvamos a vernos.

Concierto de Joaqu’n Sabina en Madrid.Jesœs G. FeriaFotógrafos