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The Pretenders - «Alone»: cuánto cuesta hacer un buen disco

The Pretenders - «Alone»: cuánto cuesta hacer un buen disco
The Pretenders - «Alone»: cuánto cuesta hacer un buen discolarazon

A sus 65 años, Chrissie Hynde mantiene intacta su pasión por el rock, y aquí plantea una alianza con Dan Auerbach (The Black Keys) para entregar un trabajo irregular, pero con momentos destacables.

A sus 65 años, Chrissie Hynde mantiene intacta su pasión por el rock, y aquí plantea una alianza con Dan Auerbach (The Black Keys) para entregar un trabajo irregular, pero con momentos destacables. Por ejemplo, «Holy Commotion», «Never Be Together» o «I Hate Myself». Sin embargo, se vuelve a echar en falta un disco suyo en el que no sobren tres o cuatro canciones. A sus 65 años, Chrissie Hynde mantiene el pulso «rocker», no cabe ninguna duda. Basta con asistir a sus shows para ver que sigue dándolo todo en escena, pletórica de voz y actitud. Pero, como sucede en tantos de su generación, su repertorio delata qué viene sucediendo en su carrera desde hace tiempo: el grueso del show lo forma las canciones entre 1980 y 1986, cuando facturó una impresionante cadena de álbumes en los que no sobraba nada. El último de The Pretenders –de Chrissie Hynde– es una muestra más de lo que cuesta despachar trabajos que no recuperen la vieja fórmula de «tres singles y canciones de relleno». Eso le viene sucediendo desde hace años, con discos como «Last of the Independents», «Viva el Amor», «Loose Screw» o «Break up the Concrete». Por cierto, que con éste último trabajo se utilizó una fórmula comercial tan ridícula como significativa: venderlo junto a un disco de grandes éxitos. Y eso que era un trabajo con canciones estimables y con un sonido renovado gracias al pedal-steel del gran Eric Heywood. Es una realidad que a Hynde le cuesta sostener una línea regular de composiciones, como a muchos de sus contemporáneos. Esto nos enseña cuánto cuesta hacer un buen disco de verdad. Podemos revisar maravillas como «Pretenders» (1980), «Pretenders II» (1981) o especialmente el memorable «Learning to Crawl» (1984). Eran otros tiempos.