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Ópera popular

Imaginación es lo que hace falta para atraer a los jóvenes a la música y el caso de Madrid es sólo un ejemplo de lo mucho que puede hacerse en otras ciudades españolas

"La bohème" representada en Garaje Lola Garaje Lola

Los más de cuatro millones de habitantes de Madrid capital y los más de seis de la Comunidad cuentan para el género lírico con el Teatro Real, de 1700 localidades, y la Zarzuela con unas 1200. La música clásica también está presente en el Auditorio Nacional con sus dos salas de 2300 y 700 de aforo, el Monumental con 1200 y diversas salas más pequeñas como la Escuela Reina Sofía o la Fundación Juan March. No es mucho para la población de Madrid. Múnich, con su millón y medio, cuenta con más espacios y de mayor capacidad. Y en Madrid hay afición a la música, a todas las músicas. Cómo se entienden si no los llenos del Bernabéu, cuando se podían organizar conciertos, con más de 60.000 entradas, para ver a Taylor Swift o Karol G en el Metropolitano con otro tanto, o los muchos del WiZink Center con más de 15.000 personas y todos ellos a precios astronómicos, superiores a los del Teatro Real.

Mucho se habló en tiempos de nuevas salas de conciertos en donde también se pudiese grabar y ensayar. El Palacio de la Música ha sido la última frustración. Hablaremos próximamente de su lamentable situación y problemática. Por eso merecen apoyo cualesquiera nuevas iniciativas que vengan a ampliar horizontes dirigidos a un público un tanto descuidado. El Real ha tomado la vía, como así se declara, de los espectáculos para «inteligentes» con unos de los precios más caros de Europa. Hay un público que tiene derecho a disfrutar de la ópera, a precios asequibles, desde aquello por lo que todos hemos empezado a amarla, por el gran repertorio. José Luis Moreno se dedicó a ello durante algunas temporadas en un par de teatros, hasta el accidente del teatro Calderón y sus posteriores problemas legales. Enrique Cornejo, sólido empresario teatral se movió también hace casi una década con «Ópera de Madrid» para intentar volver a llenar ese hueco popular pero la iniciativa fracasó.

Mucho más reciente es el caso de Emiliano Suarez. Desde varios contenedores culturales y ahora en el madrileño barrio de Tetuán ha producido, dirigido y creado más de veinte espectáculos líricos fusionando diferentes géneros musicales, en convivencia con el arte contemporáneo y artes escénicas experimentales. Con el proyecto Garaje Lola se dedica a montar ópera en espacios alternativos desde 2017 y ha programado más de veinte actuaciones en la temporada 24/25, con la firme voluntad de continuar abriendo espacios y rompiendo barreras para que nuevas audiencias se acerquen al género lírico desde un formato industrial que es su seña de identidad artística. «Traviata», «Lucia di Lammermoor», «Rigoletto», «Tosca» o «Boheme» son títulos que han llevado a escena en salas de toda España, como el Teatro Marquina, hasta recalar en una vieja nave en el barrio de Tetuán (Madrid), donde también ha presentado proyectos como «Avatar» o «Los Corujo» o el último –«Gitana»– con personajes de las cíngaras más emblemáticos de la historia de la ópera, la zarzuela y la canción popular en fusión con el flamenco. Lástima que el aforo sea tan reducido. Debería utilizarse más el Marquina u otro teatro similar. Imaginación es lo que hace falta para atraer a los jóvenes a la música y el caso de Madrid es sólo un ejemplo de lo mucho que puede hacerse en otras ciudades españolas. Están bien los oratorios barrocos de cuatro horas; nos harán disfrutar a los muy aficionados, pero difícilmente atraerán nuevos públicos. También hablaremos de ello más adelante.