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Ottessa Moshfegh, la escritora a la que no le interesa leer a los clásicos

La autora, después de su éxito con «Mi año de descanso y relajación», presenta la que fue su primera novela
La escritora Ottessa Moshfegh, ayer, en Barcelona
La escritora Ottessa Moshfegh, ayer, en BarcelonaShooting
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Es una de las voces más aplaudidas por público y crítica de la narrativa actual estadounidense. Ottesa Moshfegh cosechó un importante éxito con «Mi año de descanso y relajación» y «Mi nombre era Eileen», llevada a la gran pantalla con Anne Hathaway. Todo este reconocimiento ha hecho que Alfaguara recupere su primera obra, «McGlue», que permanecía inédita en nuestro país. La novela nos lleva hasta Massachusetts, a mediados del siglo XIX, en una historia marinera y judicial que tiene como protagonista a un miserable llamado McGlue, hipotético autor del asesinato de un tal Johnson. Todo ello en un relato que huele a alcohol, sudor, muerte y pólvora.
Moshfegh, que estuvo ayer en Barcelona para participar en un acto en el CCCB, habló con este diario de la que fue su primera incursión en un terreno como el de la novela histórica. Cuando se le pregunta por qué escogió esta línea, explica que «no busqué la novela histórica. Lo que ocurrió es que fue el libro el que me encontró a mí con este personaje. Nunca me había plateando escribir algo así, pero como el personaje era tan peculiar, la historia se fue desplegando y necesité más y más páginas para poder explicarla».
El punto de partida es una historia real que, como recuerda Ottessa Moshfegh, «era un artículo muy breve en un periódico de Massachusetts de mediados del XIX. En él se anunciaba el veredicto de juicio del señor Johnson. Eran dos centímetros de ancho todo lo que ocupaba la información, pero tenía los rasgos esenciales que necesitaba. Hablaba de que se había hecho una herida en la cabeza, del estado de inconsciencia del sospechoso del crimen. Todos esos detalles fueron suficientes para inspirarme».
Tanto McGlue como Eileen, por citar dos de los protagonistas de la narrativa de Ottessa Moshfegh, tienen como rasgos comunes el hecho de ser inadaptados. ¿Por qué le fascinan a la escritora este tipo de personajes para sus libros? En este sentido contesta que «me resulta obvio que los inadaptados son los interesantes, los que no se parecen a la mayoría, los que no tienen una perspectiva como la de los demás. Pueden aferrarse a sus ideas y pensamientos originales». Hay en esto también la lógica deducción de que aquellos personajes que se nos presentan como héroes no la atraen porque «nunca me identifico con los protagonistas heroicos de una novela. Esta idea, sobre todo en la infancia, de que todas las historias están allí para enseñarnos, no me gusta. Es una tontería. No me atrae esa propuesta que es como lavar el cerebro unos a otros. Los inadaptados son infalibles, humanos e imperfectos».
Podría parecer que «McGlue» guarda un poso que podría definirse como kafkiano, pero a Moshfegh no le convence esa referencia porque «nunca he leído a Kafka. Evito los clásicos. Prefiero no leerlos. Creo que es un error dar crédito a un puñado de autores como creadores del universo que tenemos. La mayoría de libros a los que se les considera clásicos no me parecen interesantes. Seguro que si los leyera les daría valor, así que permanezco inocente».

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