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Remodelación del Centro Pompidou
Reforma colosal para modernizar al ya moderno Pompidou
De la misma manera que lo estuvo su nacimiento hace ahora 50 años, el cierre del emblemático museo para su reestructuración sigue estando rodeado de polémica

Incluso a los más modernos les toca a veces modernizarse. Es el caso del (casi) cincuentón Pompidou que tendrá que pasar por la ITV durante los próximos cinco años. Ha envejecido bien por fuera como hito arquitectónico convertido en símbolo cultural de París y en uno de los museos de arte moderno más importantes del mundo, pero sus entrañas necesitan una profunda renovación que se adapte a los nuevos tiempos. El centro cultural ya ha empezado a cerrar gran parte de sus 12.000 metros cuadrados aunque todavía albergará pequeñas exposiciones temporales hasta septiembre, cuando ya se inicien unas colosales obras de eliminación de amianto y renovación que deberán dilatarse hasta 2030. La primera fase el cierre concierne los dos pisos de colecciones permanentes.
Entre los activos del museo, piezas de los más ilustres artistas del siglo XX, como Frida Kahlo, Salvador Dalí, Francis Bacon o George Braquese configurando la colección más grande del mundo de arte moderno, sólo comparable a la del MoMA de Nueva York. Las cerca de 2.000 obras de arte expuestas de forma permanente ya han empezado a ser transportadas a las reservas del museo o a otras instituciones de París, de Francia e incluso del extranjero. De hecho, durante estos cinco años de obras, el público podrá seguir admirando una parte de la colección del museo en el Grand Palais de París, otro centro cultural mayor en la capital francesa, donde se presentarán varias exposiciones de prestigio. Para algunas obras de grandes dimensiones, como las instalaciones del artista alemán Anselm Kiefer, la dirección del museo ha previsto directamente desmontar los cristales de la fachada. Además, se han firmado acuerdos para ceder temporalmente obras con museos de Estados Unidos, Australia, Japón y centros europeos, según ha explicado Xavier Rey, director del Pompidou.
El cierre, que ya comenzó parcialmente a fines del 2024, es necesario para llevar a cabo una renovación técnica que aborde diversos problemas estructurales del edificio, como la presencia de amianto y la mejora de la eficiencia energética. Las obras de renovación permitirán la eliminación del asbesto de las fachadas, la actualización del sistema antiincendios, así como la optimización de la eficiencia energética del edificio y del acceso para las personas discapacitadas.
El edificio tiene una huella de carbono considerable, lo que plantea un desafío importante en términos de sostenibilidad. Distribuido en diez niveles, el Pompidou requiere grandes cantidades de energía para calentar y enfriar sus espacios, lo que contribuye significativamente a su impacto ambiental. El proyecto incluye la reutilización de materiales reciclados del edificio original, lo que subraya el compromiso con la sostenibilidad y la preservación del patrimonio arquitectónico. A esto se suman las necesidades de reforzar las medidas de seguridad del edificio, una preocupación creciente en un contexto global marcado por numerosas amenazas y después de que París haya estado durante años en el punto de mira del terrorismo yihadista.
Pero las obras no sólo abarcarán la estructura del edificio, también su contenido. La transformación también tendrá una perspectiva cultural con el objetivo de conservar la esencia original del centro y adaptarlo a las nuevas demandas del siglo XXI. La renovación contempla una serie de cambios de gran escala, que incluirán la mejora de la plaza exterior, la reestructuración de las galerías, el cine, las áreas de espectáculos y los espacios comerciales. Esta ambiciosa reestructuración será liderada por el estudio de arquitectura Moreau Kusunoki, que ganó el concurso para el proyecto tras una selección reñida, junto con la diseñadora asociada Frida Escobedo Studio. Se estima que la renovación tendrá un costo de 260 millones de euros y será financiada con fondos públicos.
Golpe a la vida cultural
Desde su inauguración el 31 de enero de 1977, el centro Pompidou ha registrado cifras de asistencia notables con una media de cuatro millones de visitantes anuales. Pero, además, la estructura del museo, el tipo de muestras y la manera de ordenar su colección permanente marcaron el camino de muchísimos otros museos de arte contemporáneo del mundo. También conocido cariñosamente como Beaubourg por la avenida donde se encuentra, fue imaginado por el fallecido presidente francés Georges Pompidou (1911–1974), como un espacio de encuentro entre todas las disciplinas artísticas y para todo tipo de públicos. Pompidou quiso así revitalizar el barrio de Les Halles, una zona deprimida económica y socialmente. En él estaba el mercado de abastos, un enorme centro que vendía productos al por mayor y al por menor. Pompidou decidió derribar este mercado ya que desprendía malos olores y producía un tráfico caótico. El plan de revitalización de la zona incluía también al moderno edificio diseñado por los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers, quienes imaginaron una "fábrica cultural" cubierta de tubos de colores y una emblemática escalera mecánica translúcida que ofrece una vista panorámica de París.
El cierre del museo por cinco años ha estado, como lo estuvo hace casi 50 años su nacimiento, envuelto en polémica. La comunidad del arte y la cultura se ha manifestado en desacuerdo con la decisión del cierre total. En una carta abierta dirigida al gobierno, un grupo de figuras influyentes calificó el cierre como un “golpe a la vida cultural de nuestro país”. Estas voces críticas subrayan la importancia del Pompidou no solo como un museo, sino como un servicio público esencial para la cultura contemporánea. Los firmantes de aquella carta reconocieron la necesidad de abordar los problemas técnicos del edificio pero propusieron una solución diferente. Sugirieron que las obras de renovación se realizasen por etapas permitiendo que el centro siguiera funcionando parcialmente.
Los críticos del cierre completo insisten en que el centro es una de las pocas instituciones públicas que garantiza el acceso democrático y gratuito a la cultura. La exministra de Cultura de Macron, Roselyne Bachelot, fue quien zanjó en 2021 apostando por un cierre total. En declaraciones al diario Le Figaro explicó: “había dos opciones sobre la mesa: una era restaurar el Centro manteniéndolo abierto, la otra era un cierre total. Elegí la segunda, porque duraba menos y era algo menos cara”. Realizar las obras por etapas manteniendo el acceso al público habría prolongado el proyecto hasta siete años. En cualquier caso, este cierre por obras contrasta con la otra gran reforma cultural de París, la del Louvre, anunciada por Macron en enero que se prolongará hasta 2031 pero no dejará cerrado al museo.
Cuarenta años después de la última gran reforma, la que implicó precisamente la construcción de la pirámide de cristal, el Louvre ha duplicado con creces los 4 millones de visitantes anuales para los que se concibió entonces (8,7 millones en 2024), debido a la explosión del turismo de masas. Antes de la pandemia se llegaron a rozar los 10 millones al año, un 70 % de ellos extranjeros. A la escalada de visitantes, se añaden otros nuevos desafíos en materia de seguridad y por el cambio climático, así como necesidades de adaptación a la revolución digital.
El Louvre, la otra gran reforma cultural en París
La remodelación del Pompidou coincidirá con la del Louvre, ya anunciada por Macron a finales del mes de enero y que va a prolongarse hasta 2031. El proyecto servirá para replantear el concepto del museo después de que su directora alertara al Ministerio de Cultura del mal estado y de la obsolescencia de sus inmensas instalaciones, en una nota filtrada a la prensa cuyo contenido dio la vuelta al mundo. Una remodelación que implicará el traslado de La Gioconda a una nueva sala separada y una gran entrada por el este que permitirá descongestionar el acceso de la pirámide de cristal al museo más visitado del mundo. Cuarenta años después de la última gran reforma, la que implicó precisamente la construcción de la pirámide de cristal, el Louvre ha duplicado con creces los 4 millones de visitantes anuales para los que se concibió entonces.
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