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Rosa Montero, de Gandhi a Tina Turner

La periodista publica "El arte de la entrevista"(Debate), obra en la que no solo presenta preguntas y respuestas, sino que refleja un retrato del interior de numerosas personalidades.

Rosa Montero ha publicado una recopilación de sus entrevistas más impactantes
Rosa Montero ha publicado una recopilación de sus entrevistas más impactanteslarazon

La periodista publica "El arte de la entrevista"(Debate), obra en la que no solo presenta preguntas y respuestas, sino que refleja un retrato del interior de numerosas personalidades.

El paso del tiempo para Rosa Montero ha sido asombroso. Con la claridad y experiencia en palabras que siempre transmite, así lo expresa: “Vivimos del pasado a partir de lo que somos hoy y de lo que necesitamos recordar”. Por tanto, no hay que olvidar el pasado si necesitamos un presente y este paso de los años los ha llevado ahora al papel. En 2020 cumplirá 50 años de periodismo, casi medio siglo de entrevistas que han dejado huella tanto a los lectores como a la profesión y lo refleja en “El arte de la entrevista” (Debate), en el que recopila algunas de las más impactantes. Explica la periodista que es un libro diferente en el que no solo ha dejado plasmadas las entrevistas de su vida, sino que “es una obra de mi vida y de la de todos”. Pero, sobre todo, se trata de un canto a esa fugacidad de los años a través de un género periodístico que, explica, “es un espejo del tiempo que nos lleva a otras realidades”. Después de tanto recorrido, Montero echa la vista atrás y ve todo lo que ha escuchado, dialogado y vivido. Incluso ha visto cómo la casa de Almodóvar ha cambiado o la manera en que España ha evolucionado tanto en su realidad como en la manera de entendernos.

La obra recoge entrevistas con personalidades históricas: desde Tina Turner hasta Margaret Thatcher, pasando por Martin Amis, Ana María Matute o Indira Gandhi, a la vez que refleja el terror de Yasir Arafat y la vuelta a la realidad de Paul McCartney. Una serie de páginas que más que preguntas y respuestas contienen diálogos que encierran discusión o empatía, en las que la objetividad manda así como también la obligación de ser fiel a la realidad de los sentimientos del entrevistado, incluso del mismo entrevistador. Pues “es como un acto dramático, un encuentro con una evolución entre dos personas que transitan un trayecto emocional y de intensidad”.

A Montero esta práctica le ha enseñado numerosas cosas. Una de ellas, a escribir ficción: “Aprendes a dialogar, a cómo suena la gente y ello permite que hagamos buenas conversaciones en las novelas”. Por otra parte, a ser humilde en cuanto al espacio. El tener que cortar páginas y páginas de sus entrevistas por no caber en el espacio donde se publica le ha dado a la periodista algunos dolores de cabeza. Sin embargo, tiene la parte positiva y es que, afirma, “te enseña a cortarte a tí mismo, que es uno de los grandes aprendizajes que las personas deben hacer”. Con toda esta suma, ahora se da cuenta del “trabajazo que supone entrevistar a alguien”, continúa, “pues requiere mucha energía y preparación, de estudiar al entrevistado, de transcribirla y pelearte con la escritura para transmitir lo que ha sucedido en el diálogo”.

El lazo entre la mente y las palabras

La fugacidad del tiempo brilla en todas las cuestiones de la vida. En el caso del género al que Montero rinde homenaje, ella se lamenta en parte. En su época, los años 70 y 80, era una parte del periodismo “que realmente gustaba y se leía bastante”, explica, pero “ahora hemos perdido la calma mental que las entrevistas de personalidad requieren”. Sea culpa de los smartphones o de la prisa con la que vivimos alrededor de lo digital, indica que todo está en nuestra mente. Aunque el mundo de internet de cabida a más espacio para escribir todo lo que se antoje, coincide con que “hemos perdido la paciencia necesaria para escribir piezas más largas”, explica.

La escritora ha sabido estrechar un lazo entre lo que ocurre durante una entrevista y lo que sucede en el interior no ya del periodista y el entrevistado, sino también de los lectores. De hecho, puede que se trate también de una lucha para expresar lo que pasa por la mente del lector. “Cuando se han puesto bordes conmigo yo por dentro estaba dando palmas”, explica Montero, “porque está dejando entrever su interior, que es a lo que vamos. Me siento beneficiada cuando el personaje se rompe”. Y son esas pocas ocasiones en las que una persona, durante segundos, es capaz de crear un momento de máxima exposición, como un hilo fino que hay que procurar que no se rompa, y que ofrece la oportunidad de meterse en su cabeza, de ver el mundo desde su posición y de aprovechar la posibilidad de transmitirlo en un sencillo papel lleno de palabras.