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Sergi Sánchez: «La efervescencia del cine "low cost"es brutal»

El crítico de cine de LA RAZÓN publica «Hacia una imagen no-tiempo», un ensayo sobre la influencia de la tecnología digital en el séptimo arte

Sergi Sánchez: «La efervescencia del cine "low cost"es brutal»
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El crítico de cine de LA RAZÓN publica «Hacia una imagen no-tiempo», un ensayo sobre la influencia de la tecnología digital en el séptimo arte

El suicidio de Edmund en «Alemania, año cero» se convirtió en un eje vertebrador de la teoría de Deleuze sobre la imagen-tiempo. El escritor y crítico de cine de LA RAZÓN Sergi Sánchez toma como punto de partida otro suicidio, el de David en «A. I. Inteligencia Artificial», para continuar con la clasificación establecida por el filósofo francés y alcanzar un concepto diferente que desarrolla en su nuevo y excelente ensayo «Hacia una imagen no-tiempo. Deleuze y el cine contemporáneo».

–¿Qué es la imagen no tiempo?

–Es la imagen digital. Con las nuevas tecnologías, la naturaleza de la imagen ha cambiado. En mi trabajo, lo que he hecho es continuar la clasificación de Deleuze, que estableció la existencia de la «imagen movimiento» y de la «imagen tiempo», con una presencia clara en el video arte. El cine ha sufrido desde siempre rupturas, como ha sido la aparición del sonoro, el color, las cámaras ligeras... La irrupción de esta tecnología ha tenido un importante impacto, sobre todo, en los efectos y en la aparición de las cámaras digitales.

–¿Cómo ha influido la tecnología digital en el plano artístico?

–Es esencial para modificar la puesta en escena: en los últimos diez años ha cambiado mucho. Las posibilidades se amplían: las tomas pueden ser más largas, los actores pueden trabajar de forma más real, y, sobre todo, en la posproducción se puede hacer mucho más. Con el celuloide dependes más de la realidad, de lo que está rodado.

–¿Existen razones para tener nostalgia del celuloide? ¿Cómo ve el futuro del cine?

–Lo cierto es que el cine digital ha barrido el celuloide, y todavía existen muchos cineastas que defienden su textura; son nostálgicos de esta tecnología que han surgido como también lo hicieron en su día con la aparición del sonoro. Creo que el digital le da mucha más importancia a la imagen. Así que, en contra del discurso que habla de la muerte del cine, creo que, como disciplina artística joven que es, lo que hace es adaptarse y renovarse. Y está bien que así sea: tiene que evolucionar.

–¿Y en la industria? ¿Cuál es el efecto de la tecnología digital?

–La democratización de la imagen. Se están produciendo una cantidad ingente de películas hechas con dos duros que recorren festivales, se estrenan en plataformas de vídeo bajo demanda... Se trata de la traducción de un nuevo cine independiente; no depende tanto de las exigencias de la industria. También el abaratamiento de costes favorece la subsistencia del cine comercial. Lo que sí es más preocupante es la producción media, ya que da la sensación de que la digitalización polariza. Sin duda, se trata de un momento de transición en el que resulta difícil hacer vaticinios. Habrá que estar atentos a los cambios de hábito y a la recuperación de internet como vía de ingresos.

–La caída de la recaudación en España es muy acusada. ¿Es un caso excepcional?

–La polarización en este país es mucho más extrema. El cine «low cost» está teniendo una esfervescencia brutal. Se ha visto, por ejemplo, con el triunfo de Albert Serra y Lois Patiño en Locarno. Son síntomas positivos que, sin embargo, no está teniendo un reflejo en las cifras de espectadores.

–¿Cómo ha influido en el tratamiento del tiempo la eclosión de la ficción televisiva?

–Ha tenido un efecto, sobre todo, en el tratamiento del tiempo. El cine ha tendido hacia uno más dilatado, el no tiempo. La televisión ha hecho lo contrario: alargarlo para serializarlo y acercarse así a la literatura. Cogió las riendas del relato decimonónico cuando el cine lo aparcó para explicar cada historia hasta el más mínimo detalle.

Con nombre y apellidos

El neorrealismo italiano marcó un antes y un después en la relación entre la imagen y el tiempo. «El siguiente punto de inflexión se produce con Godard. También es muy importante el movimiento Dogma, en especial "Los idiotas", de Lars Von Trier, ya que consiguió democratizar algo que hasta ese momento estaba sacralizado. En el "mainstream"se podría citar a Michael Mann y David Fincher (en la imagen). Por otro lado Linklater, Kiorastami... Existen muchos que hacen muy buen uso de lo digital», dice Sánchez.