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Danza
Antonio Najarro saca a bailar a Lorca
El bailarín y coreógrafo estrena en el Teatro Español, junto a Alberto Conejero, 'Romance sonámbulo'

En este momento, la vida de Antonio Najarro (Madrid, 1975) gira alrededor de Lorca. El bailarín y coreógrafo acaba de llegar de Hollywood, de coreografiar la «Ainadamar» de Osvaldo Golijov, que repone del 21 al 26 de abril en la Ópera de Los Ángeles, pero antes de regresar para el reestreno tiene otra cita con el de Fuente Vaqueros, esta vez, en el Teatro Español de Madrid (del 11 al 20), con «Romance sonámbulo», «un poema en cinco cuadros sobre poemas de Federico García Lorca», como reza el subtítulo de un montaje que bebe de este capítulo de la obra «Romancero gitano».
«Siempre hay ganas de montar un Lorca», asegura el que fuera director del Ballet Nacional de España de 2011 a 2019. «A pesar de estar tan revisitado en la danza española, yo quería hacerlo de una manera original y fiel a los dos, tanto a él como a mí».
La función muestra «el lado más onírico y de fantasía del autor de Fuente Vaqueros», asegura
Con esta declaración de intenciones, Najarro promete «no mostrar la misma cara de siempre». Huye así del costumbrismo y apuesta, de la mano de otro magnífico conocedor del poeta como es Alberto Conejero (Vilches, Jaén, 1978, y responsable de la dramaturgia del espectáculo), por «su simbología».
El autor de «La piedra oscura» presentó al coreógrafo una serie de poemas y este no pudo decirle que no: «Antonio, con tu estética, versatilidad, riesgo... creo que deberíamos enseñar el lado más onírico de Lorca. Todo lo noctámbulo. Su relación con la Luna y con los jardines nocturnos de Granada», recuerda Najarro de su encuentro con el dramaturgo.
Y de este modo forjaron un «Romance sonámbulo» (ya saben, ese de «Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas...») que coge su título de «uno de los poemas más fascinantes de Lorca», señala. El embrujo del poeta resurge una vez más y lo hace mostrando su lado «más misterioso», apunta el equipo.

Para el propio Lorca, en este romance «hay una gran sensación de anécdota, un agudo ambiente dramático, y nadie sabe lo que pasa, ni aun yo, porque el misterio poético es también misterio para el poeta que lo comunica, pero que muchas veces lo ignora», afirmó, en su día, el granadino.
Najarro no le teme a lo desconocido y, en efecto, «aunque nadie sabe lo que pasa», en su «Romance sonámbulo» sí intuye la historia de amor de un joven contrabandista que malherido busca refugio en casa de su amada, una muchacha gitana, a la que encuentran muerta en un aljibe antes de que él también fallezca.
Solo es uno de esos cinco pases en los que Najarro y Conejero desmenuzan los versos lorquianos a través de los que el espectador verá crecer al mismísimo poeta: «Desde que es un niño hasta su paso por la adolescencia y el descubrimiento de la atracción por su mismo sexo. Aparece en calzoncillos siendo pequeño y luego se van representando todas las etapas de su vida».
El objetivo del bailarín es «buscar la esencia de cada poema», el alma. Dar con «su mensaje principal y plasmarlo de una forma para que se entienda muy fácil. Mi obsesión es que no haga falta reconocer el poema. Si el público no lo conoce, debe entenderlo, y si lo conoce, apreciará los detalles».
Espadas, corazones y lunas
Los símbolos del granadino estarán por todas partes. Hasta en el forro de las faldas de las bailarinas. Incluso se ha hecho un «estudio exhaustivo» de todos los dibujos del autor de «Poeta en Nueva York»: espadas, corazones, lunas llorando...
Pero más allá del universo del hombre que hace pivotar este ballet, Antonio Najarro debía dejar su sello sobre las tablas del Español, y por ello, más allá de la identidad de los pasos que se mostrarán sobre el escenario Principal, las castañuelas resultan indispensables una vez más. En esta ocasión lo hace con unas «más grandes y redondas» que han sido hechas para este espectáculo y que reproducen un sonido «idéntico al de los cascos de los caballos al chocar contra el suelo». «En esos momentos, sobre el escenario no veremos bailarines, sino jinetes y caballos», presume un hombre que prepara una intervención «muy especial» para el Día de la Danza (29 de abril), dice sin querer desvelar más detalles.
La música, compuesta por José Luis Montón, será flamenca y contemporánea, boleros y castañuelas, fandangos y zambras (dos palos muy vinculados a Granada). «Cada estilo de la danza debía tener su ocasión», explica Conejero, quien advierte que su objetivo era formar «un puente entre poemas y danza que desaparece cuando todo está ensamblado», y donde está presente el «creador [García Lorca] ante sus criaturas», cierra.
- Dónde: Teatro Español (Sala Principal), Madrid. Cuándo: hasta el 20 de abril. Cuánto: de 7 a 26 euros.
EL POETA SIEMPRE LLAMA DOS VECES
Lorca siempre llama dos veces. El espectáculo de Najarro no estará solo en el Español. A la vez que «Romance sonámbulo» se programa en el escenario Principal, el Salón de los Balcones Andrea D’Odorico, con vistas a la plaza Santa Ana, albergará «Diván del Tamarit» (también hasta el 20 de abril), otra pieza del granadino dirigida en esta ocasión por Abel Ferris, quien la define como «singular». Se trata de uno de los poemarios «más especiales» de Federico García Lorca en el que aparece la intención de recuperar la Granada mística de otro tiempo y relacionarla con el romanticismo del siglo XIX.
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