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Teatro

'Filosofía mundana': el pensador es el conserje

Javier Gomá y Luis Luque se asocian para subir al escenario las palabras del "sabio" y "hacer visible el acto de pensar", apunta el director de Nave 10

Javier Gomá y Luis Luque en el Matadero @ Gonzalo Pérez Gonzalo Pérez PHOTOGRAPHERS

La premisa es sencilla: cualquiera puede ser filósofo. Lo dejó bien claro Javier Gomá en «Filosofía mundana» (2017) y ahora lo ratifica Luis Luque con un montaje teatral que lleva la palabra del «sabio» al escenario de Nave 10. Una frutera, un conductor de camión, una enfermera, una masajista... Todos ellos tienen el mismo problema que el catedrático de la Universidad de Stanford: la vida. «Y es probable que tengan una intuición directa de ese problema incluso mejor que quien la está deformando por exceso de lecturas y de una erudición que le aleja del problema», apunta el pensador sobre «la meditación de la vivencia».

En la pieza, uno de los 21 cuadros (que se representan en la hora y media) lo protagoniza un portero de finca. «Los únicos que dan la razón del piso», apunta Gomá. A su lado, Luque califica el hecho de «bonito e interesante»: «Esos personajes anónimos e ignorados encierran un pensamiento. La filosofía arranca en la observación de la vida y a partir de ahí aparece el cuestionamiento; por lo que creo que un pastor puede ser un gran filósofo. Esas profesiones en las que la quietud está intrínseca en su “acting” tienen mucho que decir –explica el director–. A lo mejor no están muy cultivados ni poseen una gran verborrea, son gente de palabras justas, pero tienen mucho que decir porque tal vez lleven 80 años observando el cambio de estación».

¿Dónde está el hombre sabio?

Y luego están los «sabios», como denomina el director a Gomá mientras le señala. «Yo no sé dónde está ese hombre sabio», responde el filósofo: «Yo tengo la convicción, y no es una elaboración intelectual, de que a todos los hombres y mujeres nos pasa algo enorme y necesitamos que alguien nos dé explicaciones de cómo es posible que teniendo dignidad de ángel nuestro destino sea el mismo que el de la polilla, lo que hace que nuestra vida sea problemática. Eso no es algo que se le ocurra solo al investigador erudito, sino que nos atraviesa a todos. Por eso vivimos ansiosos por encontrar algo que nos ayude a entender. Curiosamente –continúa con cierta dosis de autocrítica–, la filosofía hace muchas veces demagogia y se entrega al estudio de falsos problemas que se crean en el departamento o en la propia institución universitaria».

Elenco de 'Filosofía mundana': Jorge Calvo, Marta Larralde, Pepe Ocio y Laura Pamplona, en MataderoGeraldine Leloutre

Donde el filósofo sí ve transgresión es en la propuesta de Luis Luque. «En teatro», afirma, «hemos visto directores rompedores, atrevidos, otros que hacen estallar una bomba en el escenario e incluso meterse un brazo por el ano, pero pocas veces, o ninguna, hemos visto que un libro filosófico se convierta en un hecho escénico (...) Mundana es aquella filosofía que, aunque contenida en un libro hecho para ser leído, mejora cuando se dice oralmente».

Javier Gomá regresa así al teatro, aunque con esa particularidad de que no se trata de una obra al uso –como sí había hecho en otras ocasiones: «Inconsolable», «En el lugar del otro»...–, sino del volcado al lenguaje teatral de un texto reflexivo; y lo celebra entre bromas: «Los escritores tenemos mucha envidia del teatro porque cuando yo, desviviéndome para que sea bueno, termino un párrafo lo que me ocurre es que tengo que bajar la basura. En el teatro te aplauden. Se produce gloria, hermandad, simpatía, euforia, felicidad compartida... La filosofía tiene un problema, como el Rey Midas, es capaz de convertirlo todo en concepto, pero en la realidad hay cosas que se resisten a ello, como la orfandad [de ahí surgió “Inconsolable”]. Yo puedo escribir libros sobre ello, pero no le hacen justicia a la experiencia. Y si quiero meditar sobre la vivencia tengo que ir más allá, por eso necesitaba el teatro. Si quería rebañar el plato de sopa no me valía con el tenedor».

El director (del montaje y de la misma Nave 10) asegura que llegó a la filosofía a través de «la necesidad de buscar respuestas, de conocerte y de preguntarte las cuestiones más esenciales. Sucede cuando tienes la muerte cerca o cuando sufres un “shock” como el de la pandemia. De pronto, te ves en una librería rebuscando en libros de filosofía cuando antes solo consumías píldoras e ibas directamente a la sección de teatro».

El "buen" teatro es el que te interroga

¿Pero acaso el teatro siempre tiene que ser filosófico? «El bueno, en el que yo creo, sí», responde Luque: «Siempre te va a interrogar y va a buscar en el conflicto para el entendimiento o la redención».

Marta Larralde durante un pase gráfico de la obraGeraldine Leloutre

Y con ese poso, y sin saberlo, Javier Gomá se presentó en el despacho de Luque para ofrecerle la tercera parte de «Un hombre de 50 años». Sin embargo, el director ya tenía en la cabeza lo que quería: «Al leer “Filosofía mundana” vi un material dramático muy rico en el que los microensayos de Javier dan espacio a la esperanza; y el teatro es un lugar donde habita esa esperanza». El autor aceptó y Luque convirtió los artículos en monólogos y diálogos.

«Los escritores tenemos envidia del teatro porque aquí te aplauden y se produce euforia»

Javier Gomá

«Considero que necesitamos la esperanza y a través con la filosofía tenemos una herramienta para vivir mejor. Igual que una de las funciones básicas del arte, a mi juicio, es que sirva para aliviar el peso de vivir –añade Gomá–. Por eso nunca quebranto la consigna de no escribir nada que enfríe el fuego que caldea el corazón de la gente. Puedes hacer literatura que lleve a la gente a deprimirse aún más o puedes contribuir a que las palabras aligeren e incluso frivolicen el peso que todos tenemos».

De esta forma, Luque dispone a cuatro (Jorge Calvo, Marta Larralde, Pepe Ocio y Laura Pamplona) sobre el escenario para ir componiendo, según se suceden las escenas, un elemento vegetal en escena que se transforma a lo largo de la obra y que supone la colaboración de la artista floral Covadonga Villamil. «El viaje es una búsqueda del sentido de estar vivos –termina el director–. Los intérpretes no encarnan personajes, sino figuras humanas: cuatro presencias que piensan con el cuerpo y respiran las palabras de Gomá hasta hacerlas emoción».