Los novilleros del momento y las cosas del querer (ser)
El Niño de las Monjas abrió la puerta grande y una oreja cada uno se llevaron Alarcón y Perera
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Aguantó el agua que se anunciaba y pudo darse la única novillada picada programada en una feria de fallas que se presenta complicada por el temporal que amenaza, muy seriamente, con deslucir esta feria que ha costado dos años recuperar.
Los novilleros pusieron todo de su parte y contribuyeron en buena medida a salvar la función. Son las cosas del querer ser.
Arrancó El Niño de las Monjas la ovación inicial de la tarde al recibir a porta gayola al novillo que abría plaza, derrochando luego ganas e interés pese a que su oponente, remolón y renuente, no se lo puso fácil, luciendo en un trasteo largo e intermitente al torear sobre la mano diestra. Mató con contundencia y rapidez y se llevó la primera oreja de la función.
Se vio apurado al torear de capa al cuarto, que también apretó al peonaje. El novillero valenciano no se arredró y tiró de coraje para someterle y corregir su desordenado embestir para amarrar una puerta grande del todo merecida.
Se derrumbó en el peto el segundo, siendo sustituido por un sobrero con hechuras de toro y más serio que un carabinero, demostrando con él Álvaro Alarcón disposición, firmeza y buenas maneras, no dejándose intimidar por las rebrincadas embestidas del novillo ni por el fuerte viento que le descubría a cada momento, dejando una faena sólida y valiente que le valió una oreja al matar arriba y en su sitio.
Volvió a demostrar su clase y maneras con el quinto, especialmente en la primera parte de su trasteo ante un novillo descompuesto y que fue a menos, evidenciando el toledano que tampoco le falta valor. Alargó mucho su labor y el aviso que escuchó antes de matar le costó salir a hombros.
Dio que hacer el tercero, metiéndose por dentro y buscando, defectos que Manuel Perera combatió a base de decisión y entereza, aunque basó su quehacer en la cantidad, abusando de vaciar las embestidas hacia afuera y sin acabar de imponerse al insulso acometer de El Pilar.
Se llevó una fuerte voltereta al recibir de capa al sexto, y aunque se rehizo, anduvo bullidor y animoso pero siempre sin sitio ni recursos, a merced del novillo y en un continuo ay. Pero esto es lo que tiene el querer ser.
Valencia, 16 de octubre. Tercera de feria. Algo más de un cuarto de entrada. Novillos de El Pilar, el segundo corrido como sobrero, bien presentados pero deslucidos. El mejor el cuarto.
El Niño de las Monjas (de crema y oro), entera, aviso, oreja; entera, oreja.
Álvaro Alarcón (de blanco y plata), entera, oreja; aviso, media, vuelta.
Manuel Perera (de celeste y oro), pinchazo y estocada, aviso, ovación; entera, oreja.
De las cuadrillas destacó Raúl Blázquez.