Puerta Grande a la actitud de Diego García en Las Ventas
Presentación soñada del madrileño en Las Ventas con un sobrero de Casa Toreros
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Los anticipos de San Isidro, como bien se podría entender esta «miniferia» de dos tardes del Día de la Comunidad de Madrid, son una buena oportunidad para que reclamen su sitio aquellos que no han podido entrar en el codiciado serial madrileño. Sin la asistencia de todos los abonados ni el empuje mediático y social que impulsa a San Isidro, ayer se respiraba la esencia de un domingo en Madrid sin la pompa de las grandes citas. El aliento del 7, la exigencia con las condiciones de los novillos y hasta el dichoso viento recuerdan que estás en la Monumental, aunque la asistencia no alcanzara el tercio de la capacidad.
Después de dos años sin Madrid, ni muchos de los certámenes de novilladas más importantes, los aspirantes a matadores llegan como una absoluta incógnita para la mayoría de los aficionados. Suenan pocos nombres a pesar del esfuerzo de la Comunidad de Madrid y la FTL.
Algo desgarbado y con prisa caminaba el madrileño Diego García, el único capaz de generar emoción incluso con un tercer oponente que no dio facilidades, buscando en todo momento salirse de la muleta, al igual que tampoco demostró bravura e los dos tercios anteriores. Pero el madrileño le persiguió por toda la plaza arrancándole pase a pase. Entre la prudencia y la falta de ambición se fue pronto a por la espada, aunque ésta no fue tan rotunda como para garantizar el premio. Aun así, mató a la primera con rápido efecto, como si tuviera prisa por acabar viendo las nubes que amenazaban la tarde. Acabó siendo reconocido con una razonable vuelta al ruedo. Para esto están. Al sobrero de Casa Toreros le vio más posibilidades, tenía recorrido y repetía, era toro de triunfo aunque le faltaba un punto de transmisión. Por el izquierdo dio las mejores tandas, llegando al desmayo. En la espada estaba el trofeo, quizá excesivo parecía seguir el mismo camino que Víctor Hernández hace semanas. Pero la estocada de efecto fulminante despertó una fuerte petición de la segunda oreja, que acabó siendo concedida. Un premio que no debe olvidar que hablamos de un torero al que le falta estética y que destaca más por su actitud que por su forma de tirar de un oponente que tenía aún más recorrido.
El ecuatoriano David Garzón, uno de los veteranos del escalafón (debutó con picadores hace siete años) no logró impulsar su carrera en esta cita. Con el sobrero de Parralejo que abrió y derribó al caballo estuvo torero sin descargar la suerte en ningún momento, pero el toro no colaboró y luego se liaría con el descabello. Miguelito se presentaba en Las Ventas como una de las promesas del toreo valenciano, pero el segundo de cascón no le permitió lucimiento alguno y el quinto se rajó pronto.