
En el recuerdo
Antonio Bienvenida, medio siglo de su inesperado adiós
Una vaca de la ganadería de Amelia Pérez Tabernero le volteó de mala manera la tarde del 4 de octubre de 1975. Pocos días después, el diestro fallecía en la residencia sanitaria La Paz

Hace cincuenta años que murió Antonio Bienvenida. Una vaca de la ganadería de Amelia Pérez Tabernero le volteó de mala manera la tarde del 4 de octubre de 1975. Pocos días después, el diestro fallecía en la residencia sanitaria La Paz, como consecuencia de la gravísima lesión cervical que le ocasionó aquella voltereta.
Su hermano Ángel Luis, después de haber toreado en Vista Alegre con Curro Romero y Rafael de Paula, le cortó la coleta el 5 de octubre de 1974. Casi justo un año más tarde, el sábado 4 de octubre, y tras asistir con parte de la familia a la misa organizada por la hermandad de San Roque de la localidad madrileña de Colmenar de Oreja —a la que le unían estrechos vínculos desde que los hermanos Bienvenida, con su progenitor al frente, aceptaron torear unos festivales para sufragar la reconstrucción de la ermita del santo, arrasada en la Guerra Civil— acompañó a su sobrino Miguel, hijo de Ángel Luis, a la finca Puerta Verde, que tenía en El Campillo, en el término municipal de El Escorial, la ganadera Amelia Pérez Tabernero.
Había lidiado una vaquilla registrada como “Conocida” —negra, seria, de unos 300 kilos de peso, según contaba Marcelino Barbero, mayoral de la ganadería; hija de un toro al que, por bravo, se le perdonó la vida en Segovia en el año 1967, y que se llamaba “Navajito”. También esta vaquilla era familia del toro más bravo en la Feria de San Isidro de 1973, lidiado por José Fuentes— y que, tras haber sido toreada por el veterano diestro —y con la que Miguel y Álvaro, otro sobrino del maestro, apuraron los últimos muletazos— fue devuelta al campo. Cuando se dio puerta a la siguiente vaca, “Conocida” irrumpió inesperadamente en el ruedo, volteando a Antonio, que se encontraba de espaldas a ella. Cayó apoyando su peso sobre el cuello y se destrozó las vértebras.

Trasladado a la casa de la finca, se le abrigó con capotes de brega mientras se esperaba una ambulancia que lo llevase a un centro médico. Finalmente fue ingresado en el hospital madrileño de La Paz, donde le diagnosticaron lesiones irreversibles en la quinta y sexta vértebras. El parte médico emitido rezaba lo siguiente:
“Antonio Mejías Jiménez ingresó el 4 de octubre a las 19:30 horas en el servicio de Traumatología del profesor Palacios, con fractura-luxación cervical de las vértebras quinta y sexta, no existiendo entonces otros datos importantes. Se reduce la fractura-luxación inmovilizando la columna cervical.
El enfermo sigue en situación estacionaria hasta las 7:30 horas de la mañana de hoy, en que aparece un cuadro grave de lesión neurológica con alteración de constantes vitales: hipertermia, depresión respiratoria.
Se le traslada al servicio de Cuidados Intensivos del profesor Aguado Matorras, donde se establece medicación sintomática. Se consulta al Servicio Nacional de Neurocirugía, que dirige el profesor Obrador, encontrándose signos evidentes de lesión medular cervical con cuadriparesia y otras alteraciones neurológicas correspondientes al lugar de la lesión.
Diagnóstico: lesión contusiva de la médula cervical. Pronóstico: muy grave".
Las primeras esperanzas de recuperación se desvanecieron por completo al día siguiente. El torero había quedado sumido en un coma profundo que solo se resolvería con su fallecimiento al atardecer del día 7 de octubre. Contaba 53 años de edad.

En el semanario El Ruedo, en su número 1.632 del 7 de octubre de 1975, Ángel Luis Bienvenida contaba lo sucedido:
“Antonio se encontraba con Miguel tentando unas becerras. Se abrió la puerta para permitir la salida al campo de una de las reses y, mientras, encontrándose a unos cuatro metros de la entrada, una vaca que estaba en el exterior acometió, desde lejos y con mucha rapidez, a Antonio. El animal, con la testuz, le impulsó con violencia hacia lo alto y, en la caída, Antonio tuvo la fatalidad de hacerlo en mala postura, de cabeza, quedando sin conocimiento en el suelo”.
Antonio Mejías Jiménez nació en Caracas, donde de manera circunstancial residía su familia debido a compromisos profesionales de su padre, el 25 de junio de 1922. Fue el séptimo de los diestros que llevaron el apodo Bienvenida. Poco después su familia se trasladó a Sevilla, de donde era su madre y donde fue bautizado. Más tarde, se establecieron en Madrid.
Lidió su primer becerro a los cinco años y empezó a actuar como becerrista en 1936, presentándose en la plaza de Madrid al término de la Guerra Civil, el 3 de agosto de 1939, para estoquear novillos de Terrones junto a Joselito de la Cal y Rafael Ortega “Gallito”.
En 1941 tuvo una destacada sucesión de actuaciones en la plaza de Sevilla, saliendo triunfador en cuatro de las cinco tardes que actuó. Ese mismo año, el 18 de septiembre, en Las Ventas, su faena con el novillo “Naranjito”, de Antonio Pérez, quedaría para siempre recordada como “la de los tres pases cambiados”.
Tomó la alternativa en Madrid el 9 de abril de 1942, de manos de su hermano Pepe, con toros de Miura. Sufrió el 26 de julio de ese mismo año, en la plaza de Barcelona, una gravísima cornada al instrumentar su célebre pase cambiado, teniendo que estar alejado de su actividad durante dos meses.
El 18 de julio de 1944 dio la alternativa en Las Ventas a Carlos Arruza, en la corrida que puso fin al llamado “boicot del miedo” a los toreros mexicanos en España.
A partir de 1952 denunció el fraude del afeitado de los toros, hecho que le granjeó tantos amigos como enemigos. Entre 1953 y 1957 tuvo cinco temporadas triunfales, con grandes actuaciones como la que firmó en la Monumental madrileña el 3 de julio de 1955, toreando gratis a beneficio de sus compañeros toreros necesitados y estoqueando, como único espada, seis toros de Francisco Galache. Aunque para muchos, su mejor tarde fue la del 18 de mayo de 1959, también en Las Ventas, junto a Pepe Luis Vázquez y Julio Aparicio, con quienes compartió salida a hombros.Antonio brindó su toro a Conchita Cintrón, la primera mujer torera, que definió a Bienvenida como “esencia de señorío en gestos de torero”.
Tras una larga y brillante carrera, el 16 de octubre de 1966 se despidió en Las Ventas, en un festejo en el que, con reses de distintas ganaderías, actuó como único espada y en el que todo, absolutamente todo, le salió bien.

En 1971 decidió volver a los ruedos, reapareciendo en Madrid el 18 de mayo para confirmar la alternativa del mexicano Curro Rivera, dando un curso de buen torear. Se mantuvo en activo hasta 1974, habiendo intervenido en 775 corridas y 54 novilladas; 113 novillos y 1.628 toros estoqueados. Salió 11 veces a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, recibió la Oreja de Oro de la Asociación de la Prensa, fue miembro de la Orden Civil de Beneficencia y le fue impuesta la Cruz de Beneficencia por la labor altruista que desarrolló mientras presidió el Montepío de Toreros.
Fernando Claramunt, en su "Historia del arte del toreo", decía de Antonio Bienvenida:
“Es un lidiador seguro que conoce bien los terrenos, las querencias, las suertes, su preparación y su remate. No debería tener percances... Se decía de él que era de los pocos que, en tardes de infortunio, ‘sabía estar mal’, es decir, mantener señorío y prestigio frente a circunstancias adversas... No hay ‘sentimiento trágico de la vida’, no hay patetismo ni aspavientos histéricos de bravuconería para llamar la atención y conseguir aplausos fáciles de los tendidos de sol. Todo mesura, clasicismo, sapiencia taurómaca, recursos”.
Otro ilustre divulgador de la cultura taurina, Néstor Luján, escribió:
“Antonio Bienvenida es, en la tauromaquia moderna, una de las personalidades más relevantes. Y lo es por su persistencia en torear... y lo es también por la singularidad de su arte y por su especial idiosincrasia. De todos los hermanos Bienvenida, es Antonio el más depurado artísticamente y el de mayor inteligencia. Bienvenida intenta durante más de un cuarto de siglo adaptar el toreo antiguo a la óptica esteticista de su época.
Excelente toreo de capa, buen banderillero y excepcional muletero. Su arte, que, como el de Pepe Luis y luego el de Ordóñez, intentará armonizar la plástica y el sentido del arte antiguo con el toreo moderno, es mucho más perfecto y puro que el de cualquier otro torero.
Lo que sucede es que, también con una mentalidad de torero antiguo, Antonio Bienvenida solo muy de tarde en tarde traza estas faenas inolvidables”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar