
Sevilla
Daniel Luque, en estado de gracia en la resurrección de Morante
El de Gerena cortó una importante oreja con petición y cuajó dos elevadas faenas a toros que no fueron grandes cómplices en el primer festejo de Sevilla

Morantevolvía a Sevilla. A la suya. Alejado este tiempo en las tierras portuguesas de su apoderado regresaba al calor de su gente, a la plaza donde hizo historia para cortar las dos orejas y el rabo, al lugar donde se le exige porque Morante es Morante y esta es su casa y en casa se mira siempre con pulcritud incluso el arte. Esto ocurre. También que esta vuelta de José Antonio lo es de muchas cosas. El sufrimiento de un hombre que lucha en el infierno, un infierno que vive dentro de sí mismo. ¿Hay peor infierno que el que te destruye por dentro? A Morante se le nota en la cara su vida transitada, su vida prestada, pero en su toreo mueren y resucitan las glorias pasadas para deleite de nuestros ojos y eso a veces es difícil de explicar. Son emociones que se agarran al estómago. Morante duele de la misma manera que él se duele a sí mismo. La corrida de Núñez del Cuvillo con Talavante y Daniel Luque hacían el resto para el «no hay billetes» que colgaba la Maestranza de Sevilla en su primer festejo del año. Comienza la Fiesta y la ilusión de hacerlo el Domingo de Resurrección tiene una magia que es difícil de explicar.
Su lote
Morante tuvo que esperar al bis, es decir que fue sobrero, porque a veces las cosas no salen a la primera. Con este dibujó lances con mucha belleza, pero la profundidad llegó en los naturales ante la noble arrancada. Muy con el pecho y cogiendo el toro adelante clamaba Sevilla, con esa ronquera que tenía la misma profundidad que su toreo. Sonó la música cuando tomó la espada. Y la mandó callar. Luego le pegó un par de tandas más con mucha verdad y anduvo con la espada con menos claridad de miras. El cuarto se quedó corto y apretó. Ecuación para que le pegara en el caballo más de la cuenta y no se complicara la vida en la muleta.
Apenas nada pudo hacer Talavante con el segundo, tan noble como rajado. Le aguantó una tanda y tuvo que abreviar. Antes había dejado un buen quite y otro como preámbulo Daniel Luque, que puso las cosas en su sitio en el tercero. Solo le hizo falta un lance. Era el remate del quite que acabó siendo un doble lance. Una maravilla la lentitud y cadencia de lo imprevisible. Arruga y Contreras se desmonteraron. Noble, pero de media arrancada y sin empujar el toro. Robusto Luque, poderoso, solvente, muy capaz poniendo ese punto y mitad que le faltaba al toro con suavidad extrema y facilidad. En la media distancia y luego en la muy corta. Un espadazo y un trofeo de mucho peso.
Todavía quedaba
Bonito fue el saludo capotero de Talavante al quinto, que tenía ese punto protestón pero mucha ambición en la muleta. La de Talavante fue rápida y volandera y entonces los defectos del toro se afilaban más. En las antípodas a esto estuvo la faena de Luque al sexto, que fue un auténtico disfrute porque no había toro. El cuvillo iba al paso y con poco ímpetu. Y ahí con los vuelos, muy cerca, con media arrancada, Luque obró el milagro de la fe. Tiró, consintió, se lo hizo todo tan bien que sacó el fondo que el animal tenía. Con un sitio brutal, aplomo y serenidad en terrenos que no es para tenerla, y complicidad con el toro. Bella labor en la que menos es más. Podemos confirmarlo: Luque está en estado de gracia en este Domingo de Resurrección. Y queda toda la feria por delante.
Ficha del festejo
Sevilla. Domingo de Resurrección. Se lidiaron toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo. El 1º, sobrero, de noble pitón izquierdo; 2º, tan bueno como rajado; 3º, noble y sin empuje; 4º, a menos y sin clase; 5º, repetidor y bronco
6º, noble, pero sin ímpetu, Lleno de “No hay billetes”.
Morante de la Puebla, de berenjena y oro, pinchazo, estocada corta (saludos); dos pinchazos, media (silencio).
Alejandro Talavante, de verde y oro, estocada (silencio); pinchazo, estocada (silencio).
Daniel Luque, de verde y oro, estocada (oreja); media, aviso (ovación).
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