Miguel Ángel Perera: «Soy menos guerrero de lo que parece, pero tengo orgullo»
El diestro extremeño es el torero en activo con más Puertas Grandes en Madrid, seis como matador y una como novillero, y esta temporada celebra 20 años de alternativa
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Hay cosas del toreo moderno que no se entienden muy bien, al menos en cuanto a aquello que se conoce como el «sistema», tan viciado y manipulado que parece alejarse cada vez más de aquello que quiere ese público que sostiene el espectáculo. Ejemplos hay muchos y Miguel Ángel Perera es uno de ellos. Un torero como la copa de un pino, un hombre que se ha labrado a pulso su condición de figura rindiendo a los aficionados de todas las plazas y con logros tan irrefutables como ser el torero en activo con más Puertas Grandes en Madrid, seis como matador y una como novillero, pero al que su independencia le ha lastrado hasta el punto de que, ahora que celebra el vigésimo aniversario de su alternativa, parece que las empresas le ponen a prueba nuevamente. De eso y otras cosas hablamos con el extremeño para LA RAZÓN.
Si pensaba, Miguel Ángel, celebrar el aniversario con una fecha especial, creo que con la Puerta del Príncipe más sólida de la pasada feria de Sevilla ya estaría, ¿no?
[Sonríe] ¡No está mal! Es verdad que cumplir 20 años como matador de toros hace que pienses que debería ser un año especial, pero también te digo que no me gustaría que la temporada solo se recordara por los números, en este caso en por la cifra del calendario. Quisiera que fuera por los hechos y, afortunadamente, Sevilla aparece ahora como uno de esos sueños cumplidos. He tenido muchas tardes bonitas en esta plaza y rocé varias veces un triunfo importante, pero por unas cosas u otras nunca llegó. Tampoco me obsesioné, pero sí que lo deseaba. Pero mira, yo creo mucho en «el de arriba» y él ha querido que este año se dieran las cosas y salió una tarde redonda, la disfruté muchísimo y ha sido una buena manera de empezar a conmemorar estos 20 años, porque la temporada sigue.
Durante su carrera ha tenido etapas de mayor y menor consideración por parte de las empresas, pero nunca se le ha reconocido como un torero que se haya «acomodado» y que siempre ha preferido seguir su camino aunque le pueda pasar algún tipo de factura.
Tú lo has dicho, son diferentes etapas, porque tu carrera te va abriendo un camino y te va llevando, pero por supuesto que también es una forma de entender la profesión. 20 años dan para mucho y la experiencia que acumulas te va marcando y enseñando cosas. Por ejemplo, mi etapa con Fernando Cepeda, que ha sido el apoderado con quién más he compartido en este tiempo, me marcó mucho y aprendí una barbaridad con él, pero siempre he tomado las decisiones por convicción propia, no por ser abanderado ni por demostrar nada a nadie. No sé si a eso se refieren con lo de la independencia, porque otras veces he elegido personas que tenían o participaban, o no, en empresas, pero lo hice porque pensé que me podían aportar personalmente y como profesional, más por un tema de «feeling» que por una cuestión de conveniencia. Es verdad que, probablemente, alguna vez me costó más de lo deseado entrar en alguna feria o tener el tratamiento que pensé que merecía, pero al final las cosas terminan cayendo por su propio peso.
Para eso hay que tener mucha confianza y también saber apostar. Por ejemplo, aunque como todos los toreros tendrá sus ganaderías favoritas, tampoco le ha hecho ascos a otros hierros a la hora de hacer valer su condición de figura cuando le pusieron a prueba.
Realmente, creo que soy menos guerrero de lo que parece. Es decir, no recuerdo que en algún momento me haya movido un espíritu especialmente reivindicativo. Tengo, por supuesto, un orgullo y una ambición que me motivan a ser mejor y a conseguir cosas diferentes. Por eso he estado siempre abierto a matar corridas que a lo mejor se salen de lo que habitualmente matamos, pero lo he hecho convencido de que me podían ofrecer posibilidades reales de triunfo. Así fue cuando me apunté a la de Adolfo Martín en 2014 y le corté las orejas a un toro, o cuando también he lidiado lo de La Quinta, Ana Romero, o ganaderías de Lisardo, Núñez… Lo que nunca voy a hacer es matar una ganadería sin el convencimiento de que yo pueda triunfar con ella, por muy peculiar que sea o muy atractivo que pueda parecer.
Ya puede estar contento Rafael Molina, propietario de El Parralejo.
Es cierto que no es un hierro habitual, pero viene de una línea muy buena de Jandilla y Fuente Ymbro y ha venido demostrando con hechos en novilladas y corridas de toros el gran trabajo que están haciendo. Haber triunfado con ellos en Sevilla hizo que todo fuera más especial si cabe, porque nosotros también tenemos que darle oportunidad a este tipo de ganaderías. Ojalá los toros que vienen a Madrid tengan ese fondo que mostró la corrida de Sevilla, sería buenísimo para todos.
A Madrid quería llegar. Hábleme de Las Ventas.
[Suspira] Es la plaza, ya no de mi carrera, de mi vida. Es la que más me he marcado, lo ha sido todo para mí. Sin más. Es así. Es aquí donde he tenido quizás mis tardes más importantes con o sin Puerta Grande. Creo que me entiendo bien con su público porque cuando te exigen es porque saben que puedes dar esa dimensión que piden y me motiva sentir el respeto de Madrid. He sentido que es así y me gusta afrontar las tardes con la entrega y la verdad que te piden, va con mi forma de entender esto.
Más allá de las Puertas Grandes, ¿hay alguna tarde que recuerde especialmente?
Sin duda. Es cierto que las tardes de triunfo se te hacen inolvidables por lo difícil que es y por la satisfacción que sientes, pero tengo una tarde muy presente, en 2019, un mano a mano con Paco Ureña y la del 3 de octubre de 2008, aquella sí de Puerta Grande (y enfermería), porque fueron el reflejo de lo que creo que ha sido en mi carrera. Tardes de mucha entrega, de mucha sinceridad, de sufrimiento, de paciencia, de carácter, de tesón, de constancia, de dureza, pero también de recompensa, de remontar hasta alcanzar la gloria. Son tardes que resumen perfectamente estos 20 años y cada año ha sido un poco así: volver a empezar, a veces con más dificultad y otras con menos dudas, piedras del camino, llegan las grandes ferias y sacas tus armas, tienes tu moneda y la puedes cambiar. Al final, superas la prueba y defiendes tu sitio, pero al año siguiente tienes que comenzar de cero una vez más.
¿Qué le queda por conseguir?
Los triunfos son bonitos, pero efímeros. Al final, toreas porque te gusta lo que sientes delante del toro y siempre hay algo que se puede hacer mejor, eso es lo que persigo.
Miguel Ángel Perera Díaz nació el 27 de noviembre de 1983 en Puebla de Prior, Badajoz. Debutó con picadores en San Sebastián el 23 de febrero de 2002 y el 6 de junio de 2004 cortó tres orejas y salió a hombros en su presentación con picadores en Las Ventas. Tomó la alternativa en Badajoz, el 23 de junio de 2004, de manos de El Juli y en presencia de Matías Tejela, con el toro «Miliciano», de Jandilla y la confirmó en Madrid el 26 de junio de 2005, con César Rincón y Matías Tejela en el cartel y con el toro «Soldador», de Jandilla. Como matador suma seis triunfos de puerta grande en Madrid: el 6 de junio de 2008, con toros de Núñez del Cuvillo; el 3 de octubre del mismo año, en solitario, cortó tres orejas y sufrió dos cornadas graves; el 23 de mayo y el 3 de junio de 2014 con toros de Victoriano del Río y Adolfo Martín, respectivamente; el 30 de septiembre de 2017 con toros de Puerto de San Lorenzo; y el 15 de mayo de 2019, con ganado de Fuente Ymbro. El pasado 10 de abril abrió la Puerta del Príncipe de Sevilla al cortar tres orejas de los toros de El Parralejo.