Ministerio de Cultura
Urtasun descoloniza: el Museo de América contará "las violencias de la Conquista"
El gran proyecto de Cultura se presentó ayer: un nuevo plan de 13,6 millones para el Museo de América y el de Antropología para que tengan "perspectiva antirracista"
E l ataque ideológico a la cultura por parte del actual ministro puso ayer su diana en el Museo de América y el Antropológico. Al fin se sustancia su gran proyecto: el plan para «decolonizar» esos espacios y «superar el eutrocentrismo» poniendo el acento en la «perspectiva antirracista y de género». Así, las colecciones permanentes de ambos museos se pondrán patas arriba para que integren un nuevo discurso «ético e ideológico», según aseguró el propio ministro, que al menos no engaña en cuanto a sus intenciones, escudándose, como suele suceder, en un «comité de expertos». Hasta 9,2 millones de euros costará el cambio en el de América y 4,4 en el de Antropología. Según el Ministerio, «se trata de una actualización necesaria para el Museo Nacional de Antropología creado en el siglo XIX con la visión propia de los museos etnográficos de la época».
En cuanto al de América, se subraya que la renovación de los años noventa obvió «cuestiones clave» como la perspectiva de género o el impacto de la trata de personas esclavizadas. Se contará «el negocio que América supuso para Europa» y cómo «la evangelización y expediciones científicas fueron maneras de dominación». También se hará hincapié en los procesos de resistencia de la mujer y «las violencias ejercidas durante la Conquista». «América no empieza ni termina con la presencia hispana», asegura el director del Museo de América, Andrés Gutiérrez. No se habla, por el momento, de restitución y devolución de piezas. Ambos museos incorporarán el arte contemporáneo en sus discursos como «herramienta de crítica y cuestionamiento» a los problemas sociales y como forma de aproximarnos a ellos.
Cultura política
Esta presentación estrella da pie a algunos asuntos que conviene analizar. El proyecto forma parte, a todas luces, del fenómeno «woke, que ha pasado de ser una suerte de ocurrencia de los norteamericanos, más producto de YouTube que de un diario, a una realidad verdaderamente terrible. No hace mucho el ministro de Cultura afirmaba que «la cultura es una herramienta profundamente política» y que debía ser utilizada y convertirse de forma principal en «una de transformación social».
Y es que vamos sin frenos hacia el control de la cultura. Al considerar el arte, no como una expresión, sino como una herramienta para construir o defender una causa. En cierto sentido, ya lo afirmaba el filósofo comunista Antonio Gramsci, que consideraba que la expresión cultural era –y, sobre todo, debía ser– una herramienta en pos del cambio social y la revolución. Decenas de autores ya nos avisaban de esto hace unos cuantos años: Gareth Harris, en «Censored Art Today» (2022) o Joanna Williams en «How Woke Won: The Elusive and Seductive Appeal of the ‘‘Woke’’ Mind-Set» (2023) explicaban desde un punto de vista académico cómo la tendencia natural del mundo de la cultura a romper las normas se había ido apagando para construir, en su lugar, una expresión artística floja, y, sobre todo, tremendamente servil al poder.
Un clima demoralizante
Lo que antes se consideraba una anécdota aislada de campus universitarios estadounidenses se ha filtrado con sorprendente intensidad hacia Europa y, muy especialmente, hacia España. Y, como suele suceder cuando un clima moralizante se instala en la esfera cultural, las consecuencias no tardan en manifestarse. La Comisión de Cultura del Congreso ha mostrado una tendencia a olvidarse de lo que debería defender, el sector cultural. Así, este organismo acumula cientos de preguntas y propuestas de ley que llevan años frenadas por no coincidir con las tesis ideológicas dominantes, tendiendo a la censura y la falta de promoción de obras críticas. Así, por ejemplo, se han frenado cientos de propuestas, incluso algunas tremendamente urgentes, como la Ley del Cine, que acumula más de 45 ampliaciones del plazo de enmiendas. También está pendiente la Ley de Protección del Patrimonio Histórico frente al vandalismo.
No olvidemos tampoco el polémico I Plan de Igualdad en la Cultura 2024-2026 que se erige en una hoja de ruta para la promoción de sus planteamientos y la censura efectiva de obras que no tengan como base esta idea. Así, dicho proyecto recoge que los criterios de evaluación, promoción y aprobación de las obras artísticas debe guiarse por «incorporar la perspectiva de género interseccional como criterio de valoración» y «garantizar el lenguaje inclusivo» como vehículo dentro de la cultura española. Propaganda.